Leo en la prensa que Cuba ya cumplió los “Objetivos del Milenio”, aquellos que la ONU se puso como meta para el año 2015. No le presto demasiada atención, supongo que se trata del optimismo que caracteriza a los medios oficiales.
Sin embargo, días después me caen en las manos declaraciones del Secretario General de las Naciones Unidas al respecto y me despierta la curiosidad. Me tomo entonces el trabajo de pasar a Cuba por el filtro de esos objetivos.
Trato de ir más allá de las estadísticas oficiales y encuentro que UNICEF asegura que en Cuba no hay desnutrición infantil, lo cual es un síntoma inequívoco de la contención del “hambre o pobreza extrema”, el primero de los Objetivos del Milenio.
Mis caminatas por el campo me han llevado a conocer cubanos que viven sin electricidad y he visitado más de un barrio de chabolas, pero debo reconocer que nunca vi la miseria de los cantegriles de Uruguay, de las comunidades mayas de México o de las calles de Río.
Los salarios están por debajo de los propuestos en los Objetivos de Milenio pero lo compensan con gratuidades y subvenciones que incluyen la salud, la educación, una cuota de alimentos, el transporte, teléfonos, agua y la reparación de las viviendas.
Crearon además un sistema de Seguridad Social que dedica sus recursos a financiar comedores de jubilados, entregar módulos de ropa, muebles y elementos de limpieza a las familias vulnerables y mantener centros de acogida para huérfanos.
Justamente la política de protección a los menores sin amparo filial es una de las razones por las que no hay niños de la calle. En todos los años que llevo en Cuba jamás me he topado con un pequeño durmiendo en un parque o en un portal.
La ONU propone también que “la enseñanza primaria sea universal”, algo que Cuba logró hace muchos años, alcanzando el noveno grado obligatorio. La educación beneficia hasta los niños que habitan en lo más intrincado de las montañas.
Se puede debatir horas sobre la calidad de la enseñanza, sus problemas materiales y la preparación de los maestros, ya he escrito sobre eso. Pero sería tonto negar el éxito que representa el hecho de que todos los niños cubanos vayan a la escuela.
Y hablando de la enseñanza, otro de los objetivos es que las niñas tengan acceso a las aulas para avanzar hacia “la igualdad de género y la autonomía de la mujer”, mediante su preparación profesional y su incorporación al trabajo.
En Cuba las cifras hablan por sí solas, siendo ellas la mitad de la población ocupan el 63% de las plazas universitarias. A nivel laboral, entre 1970 y el 2008, el número de mujeres dirigentes creció 7 veces y el de las técnicas se multiplicó por 6. (1)
Y no se trata solo de datos cubanos, el Foro Económico Mundial sitúa a Trinidad Tobago y Cuba como los países latinoamericanos donde hay mayor equidad de género. Ocupan lugares muy por delante de Colombia, Brasil y México.
El cuarto objetivo es justamente el mayor éxito de la salud cubana: la “reducción de la mortalidad infantil”. En la isla mueren menos de 5 niños por cada 1000 mil nacidos vivos, un índice solo comparable al de algunos países desarrollados.
Y un tema que va de la mano del anterior es mejorar la salud materna, otra área en la que se han alcanzado resultados alentadores. Las gestantes reciben atención médica, gratuita y permanente, desde el primer mes de embarazo.
No hace mucho hice un reportaje en el que reflejé todo el sistema, desde los hogares maternos donde se hospedan por largos periodos las embarazadas que enfrentan riesgos, hasta las clínicas neonatales, especializadas en atender los casos más difíciles.
“Combatir el VIH SIDA y la Malaria” es otra de las metas mundiales. Cuba forma parte de un reducido número de países donde todos los portadores del virus tienen acceso al tratamiento antiretroviral, conocido popularmente como “cóctel”.
Los laboratorios cubanos producen el paquete de genéricos y se los entregan de forma gratuita en las farmacias de su barrio. Gracias a esto durante los últimos años el número de enfermos y fallecidos se redujo sustancialmente.
Los pacientes tienen atención médica permanente y ambulatoria, lo cual les permite llevar una vida normal, en la que las mujeres portadoras del virus pueden incluso parir niños sanos asesoradas por los médicos especializados que las atienden.
La necesidad de cambios en Cuba es algo en lo que coinciden los ciudadanos, los disidentes, los exiliados y hasta el propio gobierno. Sin embargo, sea cual sea la sociedad futura, los Objetivos del Milenio ya alcanzados deberían protegerse como uno de los mayores tesoros de la nación.
Fuente: BBC