Al parecer Pánfilo y el equipo de realización del programa humorístico Vivir del cuento supieron sobre el proyecto Gestión participativa de desechos sólidos en Micro X y se inspiraron en él para uno de los guiones del gustado espacio televisivo.
En esa zona de Alamar, en el este habanero, se prende la chispa verde con una iniciativa que busca avivar la cultura del reciclaje y prácticas ambientales sostenibles, con la participación de la comunidad. El cambio deberá empezar por las casas, donde las familias tendrán que clasificar sus residuos con una lógica diferente. Como mismo sucedió en Vivir del cuento, la tradicional basura será organizada según su naturaleza (orgánica, papel, metales, vidrio, plástico). El concepto de la recolección y la transportación de los residuos en la zona también variarán. Pero la propuesta no queda ahí.
Un elemento fundamental que intenciona el proyecto es la reutilización de esos desechos en el mismo entorno, por eso se identifican personas o entidades que puedan aprovechar lo reciclable. Artesanos y artistas locales que conviertan lo aparentemente inútil en arte. Talleres vinculados al programa de producción de materiales para la construcción que demandan materias primas. Agricultores que apuestan por la producción orgánica y agradecen contar con insumos para elaborar compost.
Esta iniciativa de reciclaje es promovida por el Taller de Transformación Integral del Barrio (TTIB) de Alamar Este junto al Centro Félix Varela y OXFAM. Cuenta con el respaldo del gobierno local y de la Dirección Municipal de Servicios Comunales; esta última con roles protagónicos en la organización del proceso, incluido el funcionamiento de un Centro de Transferencia y Reclasificación para los residuos secos.
Uno de los espacios que más impacto ha tenido en la comunidad es la feria de reciclaje, que convoca a toda la familia, con opciones que consideran tanto a los más jóvenes como a los más adultos. La feria deviene muestra expositiva de artículos, elaborados a partir del reciclaje y sobre todo, de la creatividad de la gente. Si bien ese día Micro X luce verde, la idea es que estas no sean las jornadas de la excepción y que de lunes a lunes con feria o sin ella prosiga el cuidado colectivo del entorno y se comparta como un valor especial, la cultura ambiental.
Una película para “Ponte verde”
Pánfilo y algunos de sus vecinos pusieron en dudas la disposición popular para transformar las rutinas asociadas a la “basura” dentro de los hogares, porque la nueva modalidad de clasificación de esta, exige tomarse un tiempo mayor que el que ahora destinan a un asunto considerado menor o sin importancia para la mayoría de nuestros coterráneos. Esa misma preocupación la expresan otras personas cuando se enteran del proyecto de reciclaje en Alamar. Y las dudas son razonables porque el cambio que se requiere no es solo de procedimiento, sino de actitud y eso precisa acciones educativas y de sensibilización, que tardan en dar sus frutos.
Ese proceso de transformación más a fondo será registrado por una película. Tres periodistas están comprometidos con mirar cómo Micro X y su gente reforma, recrea, reinventa… Respondieron a la convocatoria de la Muestra de Jóvenes Realizadores. Intercambiaron durante una semana con el director Alejandro Ramírez sobre cómo contar una historia desde el audiovisual. Recorrieron el barrio, la esquina donde están los contenedores de “la basura”, casi a la entrada del reparto. Llegaron a Campo Florido, hasta el sitio donde se vierten los residuos sólidos de esta zona y a las dos fincas, que se implicarán en la producción del abono orgánico.
El taller creativo terminó con la presentación y discusión de los proyectos de documentales en la sede del TTIB, ante vecinos y vecinas que impulsan la campaña educativa para involucrar a más personas en las transformaciones deseadas. Con atención escucharon las tres historias que enfocan a la niñez, a una familia y a un productor, todos protagonistas de la nueva cultura del reciclaje que gana terreno en Alamar.
Cynthia de la Cantera rompió el hielo. Ella sí conoce bien las locaciones donde se rodará la película. Vive en esta zona y los contenedores de basura, muchas veces desbordados, le son tan familiares como los edificios característicos de la urbanización de este municipio. “Ponte verde es una semilla que se va a sembrar y su crecimiento dependerá de la comunidad (…) Los niños y las niñas garantizarán la continuidad de ese trabajo, cuando el proyecto termine.”
Su historia será la de los más pequeños, probablemente, los más motivados y dispuestos ya para sumarse a las acciones de reciclaje. Desde la perspectiva de ellos y ellas, seguirá la metamorfosis del sitio donde están ubicados los latones de la basura. ¿Qué cambia en esa esquina ante los ojos de las niñas y los niños que a diario pasan por ahí, cuando van o regresan de la escuela?
Ismario Rodríguez comenzó su exposición compartiendo algunos datos que caracterizan a Micro X y que son puntos de partida para plantear su tesis como realizador. El proyecto pretende alcanzar a 9711 personas, que viven en 22 casas y 100 edificios multifamiliares. Todavía es baja la educación ambiental en la comunidad y no todas las familias conocen de qué se trata esta iniciativa. Pero ya está diseñada una estrategia de educación y comunicación ambiental, que genere nuevas percepciones y prácticas dentro y fuera de casa.
A Ismario le interesa qué pasa puertas adentro. ¿Cómo la familia se organiza para ser parte del ciclo del reciclaje? Su mayor desafío será identificar entre tantas familias cuál filmará, aunque tendrá otros retos, como ganarse la confianza de la gente para que lo dejen convivir en su intimidad y hasta husmear en su “basura”.
Claudio Peláez ya sabe quién es su personaje: Liuvar Ojeda, un productor de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Gabriel Valiente. Con locuacidad, Ojeda le contó al grupo de jóvenes su trayectoria cultivando la tierra, sus errores y aprendizajes. Junto a su esposa Dublania Vázquez, los invitó a recorrer la pequeña finca, donde ha experimentado con cultivos intercalados y abonos orgánicos, algunos de los cuales comercializa junto a plantas ornamentales en un punto de venta, que como su finca, contribuye a pintar de verde a Alamar.
Los vecinos que participaron de este intercambio con los tres realizadores saben que su barrio no es muy fotogénico y que el lente irá a los detalles, a las cosas que son feas y a las que irán cambiando el color con la constancia y los buenos deseos. Entonces alguien les invitó a perderle el miedo a la pantalla, porque “es importante enfocar la realidad tal cual para llamar la atención. Lo mejor es que hay una solución en marcha, un proyecto específico que quiere cambiar esa situación” y dejar encendida la luz verde al reciclaje.