Ixmucané Velarde y Mario Roberto Quesada, del Instituto para el Desarrollo Económico-Social de América Central (IDESAC) y de la Fundación Salvadoreña de Desarrollo y Vivienda (FUNDASAL), respectivamente, llegaron al CMLK para asistir a uno de nuestros talleres de Educación Popular. La aspiración de que participaran en este espacio de formación política comenzó a hacerse realidad a partir del empeño de varias organizaciones.
La propuesta de trascender la problemática de la vivienda y andar los caminos de la capacitación para la transformación social encontró ecos en intercambios de la Coalición Internacional del Hábitat en América Latina (HIC, por sus siglas en Inglés) y del movimiento de cooperativistas durante el último Foro de las Américas en Guatemala; luego en el Foro Social de Belem, y se retomó en agosto de este año cuando El Salvador abrió las puertas al Encuentro de Unidad Centroamericana del Cooperativismo Autogestionario.
Finalmente, en el CMLK se concretó esta experiencia formativa. Fue aquí donde Caminos tuvo la oportunidad de conversar con estos dos representantes del cooperativismo centroamericano, quienes, mirando la labor que realizan específicamente en Guatemala y El Salvador, contaron los desafíos y características de un movimiento que toma cada vez más fuerza en la región.
Ixmucané: “La existencia y nacimiento de nuevas cooperativas son muy necesarios, más bien urgentes en mi país. En Guatemala hay una situación de pobreza que solo en el sector habitacional se traduce en un déficit de 1 millón 21 000 unidades. Hay muchas personas que viven en asentamientos urbanos precarios, por ejemplo, trabajadores de maquilas y maestros.
“Este panorama se hace más desolador si apuntamos que el sector privado concentra un enorme poder, y tenemos un gobierno que ha hecho muy poco para acabar con este problema, muchas veces estanca las posibilidades de cambio. Por esa razón, entre las acciones que realizamos, hemos impulsado una ley de vivienda que supere las carencias actuales y que ofrezca mejores condiciones de vida a gran parte de la población guatemalteca que aún no consigue ese viejo anhelo”.
Mario: “En El Salvador hay una situación similar. Durante la larga guerra que vivimos muchas personas se asentaron en zonas quebradas, y han permanecido allí sin el mínimo de recursos, sin energía eléctrica, por ejemplo. También existen áreas devastadas por terremotos y otros fenómenos naturales, donde la gente carece de servicios básicos.
“Nuestro movimiento ha enfocado ese contexto y hemos comenzado a trabajar en el mejoramiento de los barrios y la calidad de vida de sus pobladores. Tenemos proyectos para la construcción de viviendas por ayuda mutua, tanto en asentamientos urbanos como rurales donde es más visible la fragilidad económica de la gente. Además trabajamos en el rescate del centro histórico de San Salvador.
“El Día del Sin Techo, en octubre, hicimos una marcha de denuncia, de solidaridad con estos sectores y hoy colocamos ánimos en función de leyes que favorezcan una realidad distinta.”
Un modelo para Armar
Las primeras luces del movimiento de cooperativistas se encendieron hace unos cuarenta años en Uruguay, relacionas con la lucha sindical. Hoy, las cooperativas también se inscriben en la transformación política. En Centroamérica son como pequeños mundos fundados con el esfuerzo voluntario de los pobladores y poseen una estructura de autogestión y propia sostenibilidad.
Ixmucané: “Para conseguir esos propósitos las cooperativas poseen en su interior varias comisiones. Las más comunes son el Equipo Técnico, principal encargado de erigir el nuevo asentamiento; la Asamblea General, que toma decisiones sobre el funcionamiento; el Consejo de Administración, el Comité de Educación y la Comisión de Vigilancia, cuyas tareas pueden identificarse por el nombre que llevan. Existe también una casa comunal para el esparcimiento y reglas que permiten una mejor organización de la cooperativa”.
Como refiere Mario, mientras Ixmucané asiente con una leve sonrisa, “las cooperativas son extrañas islas que buscan vincular cada vez más a la comunidad, que surgen aun rodeadas por una situación de exclusión y pobreza, y por esa razón crecen, se amplían para transformar.”
“Nosotros sólo le entregamos a las personas las herramientas para que luchen por su vivienda, para que tengan poder de gestión y se conviertan en sujetos de cambio. El movimiento de cooperativistas, supera la problemática habitacional, va en busca de conciencia crítica.
“Mediante la intervención en la comunidad y las formas de propiedad colectiva que construimos no estamos apostando solo a un proyecto de vivienda, sino de vida. El triunfo electoral del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) también nos ha servido para levantar a la gente con un nuevo pensamiento de lucha.
“Además conocemos la importancia de mantener vínculos con otras organizaciones y movimientos. Con el apoyo del Centro Cooperativo Sueco alentamos el surgimiento de una confederación en Centroamérica para trabajar con más unidad. También tenemos vasos comunicantes con el MST, de Brasil, y otros movimientos de Argentina, Paraguay y Bolivia”.
Ixmucané: “En ese sentido, las jornadas educativas y talleres que realizamos para la construcción de sujetos populares son caminos que visibilizan nuestra concepción de que la vivienda es una mediación para capacitar, organizar y conducir la transformación”.
Si las cooperativas son un modelo para armar de pensamiento a las personas, ¿cuánto contribuye con este propósito el taller de educación popular al que asistieron en el CMLK?
Ixmucané: “La primera palabra que puedo mencionar sobre el taller es satisfacción. Ha sido muy útil para promover la formación de cooperativistas y pobladores en nuestros diplomados de vivienda porque nos aleja de concepciones bancarias, verticalistas.
“Ha sido un necesario espacio de reflexión, y los aprendizajes adquiridos los pondremos en manos de nuestras comunidades”.
Mario: “En el caso del movimiento de cooperativistas de El Salvador ya teníamos un trabajo basado en la educación popular. Sin embargo, este taller me ha mostrado procesos de construcción de conocimiento y conciencia muy significativos, que nos proponen una revisión crítica de lo que hacemos. A partir de ahora tendremos que encauzar una nueva metodología, mucho más sólida, más participativa para conquistar los cambios que queremos”.