Uno de los problemas más complejos a la hora de comenzar un curso introductorio al Nuevo Testamento (NT) no es la escasa información que poseemos sobre el mismo, sino el amplio acumulado de datos que manejamos; esto, en la mayora de los casos, obstaculiza el análisis de los textos.
A esa Biblia que tenemos en la cabeza, en parte recibida al calor de nuestros hogares o asumida al son de las catequesis, sermones, escuelas dominicales, en nuestras comunidades eclesiales, le llamamos Biblia por reproducción, en cuya hechura, ni nosotros ni aquellos que la imparten, jugamos un papel protagónico; hemos sido como enormes recipientes de boca ancha en los que se introduce de todo en cualquier proporción.
Hay otra Biblia, la que nace en la interacción comunitaria con la Palabra de forma franca, directa, dialogante, sensible al cambio de perspectiva, respetuosa de las circunstancias en que se originaron los textos, atenta al rol de cada personaje, sus expresiones, el valor de los símbolos, y a esa le llamamos Biblia real.
La Biblia real es nuestro objeto de estudio pero, como hemos dicho, no resulta fácil alcanzarla sin atrevernos a de-construir los fundamentos de la tradición, cuestionarlos en la medida en que escuchamos lo que la Biblia dice, sin intermediarios, interpretándola con los recursos que la propia Palabra proporciona y que el presente aporta para el enriquecimiento de nuestras vidas. Al fin y al cabo, es por ello que estudiamos las Escrituras en comunidad, en especial el NT, con el objetivo de iluminar juntas/os nuestra caminata en pos de un mañana mejor.
No buscamos que la Biblia real aniquile, a priori, la que poseemos por reproducción; más bien se trata de transformarla en el debate sobre cuánto concibe infalible, obra de abordajes literalistas importados, mediatizados, unilaterales, difundidos al margen de procesos hermenéuticos que profundizan en los textos desde los desafíos contextuales del pasado y del presente.
La Biblia real habla desde las/os excluídos e interpela para que sea estudiada teniendo en cuenta las condiciones geopolíticas en que se produjeron los textos. De esta forma comprendemos mejor la enorme pluralidad de comunidades en los inicios del cristianismo, las diversas posturas, más o menos radicales, ante el hecho de la opresión ejecutada por el imperialismo romano y el servilismo desmedido de la casa herodiana; en consecuencia, ganamos mayor claridad para entender las diferentes posiciones respecto de los poderes políticos y financieros, la naturaleza de las críticas al judaísmo, especialmente luego de la destrucción del Templo de Jerusalén.
Por último, logramos argumentos sólidos para recomponer el agudo panorama de las/os oprimidos por conceptos religiosos, económicos, de género, de raza, así como para evaluar las disímiles controversias, en el propio seno del cristianismo primitivo, sobre el sentido del mensaje de Jesús para la vida de las comunidades esparcidas por las vastas regiones del Imperio, las cuales, pese a la distancia histórica, encuentran vigencia en el presente.
La Biblia por reproducción, turbia mediante acercamientos en extremo espiritualistas, o reducida a una pieza de laboratorio por el academicismo desmedido, impide a las/os excluídos de hoy descubrir en los Textos Sagrados la presencia liberadora del Dios Justicia-Misericordia. En el Aula-Taller de Herméenutica Popular preferimos el salto a la Biblia real por considerarla un fundamento clave en la construcción del Reino, que desde la fe, no puede concebirse aislado de una renovación profunda en nuestras iglesias.
Este desafío nos plantea tomar toda introducción a la Biblia, particularmente al NT, como herramienta de lucha por hacer en las congregaciones donde vivimos la fe verdaderas comunidades solidarias, críticas y autocríticas, enroladas en viabilizar la consumación de un humanismo práctico bajo cualquier circunstancia.
Adentrarnos en el mundo bíblico por mero deleite de los sentidos resulta traicionar el propio espíritu de las Escrituras, elaboradas en complejas coyunturas de dominación y opresión, con el fin de avivar una esperanza liberadora en la persona humana. El gozo por la Palabra no está desligado del compromiso con un mundo más justo; nuestra propuesta no sólo apela a una toma de conciencia integral en las/os participantes sino también en sus comunidades, algo que sólo proporciona la Biblia real.