Amigas y amigos:
En esta primavera habrán pasado treinta años desde que Raúl Suárez y la Iglesia Bautista Ebenezer pusieran la mano en el arado y la semilla del Centro Martin Luther King cayera en tierra húmeda de Marianao, de barrio humilde, de pueblo de esperanza y certeza.
En estos años, el compromiso con la participación para la transformación social desde una teología popular de la liberación y con la educación popular como esencia política y de sentido, nos enamoró de una iglesia ecuménica, nos ofreció un trabajo de hormigas con el pueblo de EEUU, nos tejió redes que en el país sienten y piensan un socialismo y juntan manos y sueños por Cuba, nos despertó amaneceres en campamentos de movimientos populares en el continente, nos puso en caminos de resistencia y creación con el pueblo. La casita pastoral se hizo edificio. La obra creció, en-redada en más asuntos, con más propósitos.
No llegamos intactos a este cumpleaños. Algunos aprendizajes traen dolores. Hemos perdido gente inmensa y querida en el camino. Nos faltan hermanos que entregaron vida a este proyecto, pero seguimos ahí, en el discernimiento del borde, en el centro de nuestra historia. Crecemos en el tiempo que pasó y en el que vendrá, empecinadamente fieles al pueblo, a la semilla y sus sueños de justicia y paz.
Llegamos a los 30 años. En la vida de un ser humano es tiempo de frontera, de exploración y osadías, de viento que esparce y raíces que se hunden en la profundidad de la razón que nos trajo hasta aquí.
Cumplimos 30 años. Celebramos la vida en la familia que somos, en un cuerpo lleno de sueños, tan joven y tan viejo, con fe en la resurrección, en defensa de la vida y la belleza más diversa.
En el corazón, Cuba; las manos, en el mismo arado; en la nueva semilla, la posibilidad de fundar comunidad en el reino aquí y ahora, en este tiempo.
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#30AñosCMLK
Una familia en movimiento