El debate crítico y la reflexión teórica en torno a los referentes y contribuciones de la educación popular ambiental (EPA) para la construcción de procesos de poder popular, centraron la tercera jornada de intercambio del VIII Encuentro de Experiencias en Desarrollo de EPA.
Los y las participantes dialogaron en subgrupos para responder cuestionamientos acerca de cómo podemos aseverar que estamos construyendo poder popular y quién legitima la autenticidad de tal aseveración, qué tipo de liderazgo favorece la construcción del Poder Popular y como intencionarlo desde las luchas antisistémicas, qué aportes concretos reconocemos ha tenido la EPA para desarrollar procesos de construcción de poder popular y qué retos tiene la construcción de sinergias entre nuestras luchas para el desmantelamiento del sistema de dominación múltiple.
Luego de un tiempo de convergencia y diálogo de saberes, se llegó a consensos grupales referidos a la concepción de un poder popular que transita hacia los espacios más colectivos, que conducen hacia la formación de sujetos políticos, anti patriarcales, anticapitalistas… antisistémicos; esta construcción comienza desde la casa, desde el empoderamiento y la capacidad de emprender procesos de transformación, de toma de decisiones horizontales con sentidos de lucha; un poder popular como capacidad de acción, movilización, conocimiento, acceso a la información contra sistémica, como proceso de largo plazo, cuya acción se ejerce desde el nivel micro al macro. Todos estos procesos son legitimados por el propio sujeto.
Del mismo modo hubo coincidencias en cuanto a la necesidad de liderazgos que surjan y sean construidos por el sujeto colectivo, que se transmitan a través de valores como la solidaridad y el humanismo, donde estén presentes todas las voces y todas las manos. Liderazgos colaborativos que reconozcan las referencias, que trabajen y potencien habilidades y cualidades.
Entre las contribuciones de la EPA se reconocieron el diálogo de saberes; la lucha antisistémica; la educación colectiva, generando conciencia de la necesidad de articularnos con personas que han entendido la causa y la lucha común para llegar a formas de participación y construcción más integrales; el aporte a la deconstrucción de valores patriarcales y capitalistas; la autogestión de la vida: la valoración de la naturaleza como sujeto de derecho, siendo necesario el sostenimiento de la solidaridad ambiental; la formación de conciencia crítica; el trabajo para la prevención desde una visión socio natural y política; la revalorización de los afectos, las emociones y el ser humano en el centro de los procesos; el desarrollo y reconocimiento de capacidades y habilidades en los sujetos; la crítica al inmovilismo, la apatía y la enajenación; la invitación a la claridad de los procesos, a que las personas se expresen, a la creación de espacios de libertad; la apuesta a la participación del individuo en la realidad de la vida cotidiana.
Como retos principales se identificaron la necesidad de clarificar paradigmas de lucha en los distintos procesos para alcanzar la unidad; construir una agenda pública de las luchas regionales; concebir la participación como elemento transversal a todos los procesos; trascender de lo individual a lo colectivo; desarrollar alternativas para permanecer en los territorios; transformar la relación entre la sociedad y la naturaleza; estar alertas a que la EPA no se institucionalice, que no pierda su capacidad y sentido crítico; la visión constante de cuánto transformamos; así como el sostenimiento y respeto a las autonomías.