Sentir que uno va, y el camino puede convertirse extenso. Puede que por muchas razones parezca agotador. Mas, la oportunidad del debate colectivo, del aprendizaje múltiple no es privativo para algunos con poderes, y desfavorecido para quien menos tenga. El conocimiento en manos de lo popular, resquebraja los más grandes orgullos de erudición. Unirse como dos redes en constante movimiento en Camagüey, septiembre del 2018: Red de Educadores y educadoras populares y Red Ecuménica Fe por Cuba; más que pretexto de convivencia, es la oportunidad de ser.
Pensarse hacia dónde se va, hacerlo de la manera más coherente posible, es sinfín de caminos a construir, aunque se aspire a un mismo horizonte. Tal vez las maneras de hacer en cada territorio se diversifiquen por las complejidades y caracteres propios, pero, en última instancia, la apuesta hacia el país que se quiere construir y hacia el proyecto social y justo al que se aspire, es el mismo.
Provocada, motivada y con el regazo de información, convertida luego en una nueva práctica, se posiciona experiencia personal junto a la experiencia colectiva. Enfrentarse a un texto, que no es para nada fácil, ni de leer, ni de procesar, puede hacerse de una sola forma. Cuestionado, preguntando y dejando que el propio diálogo hable por sí solo. ¿Desde dónde se lee? ¿Desde qué realidad? ¿Hacia dónde se mira? ¿Qué se espera, qué horizonte se vislumbra? Son preguntas necesarias para el análisis-debate de la Carta Magna.
Aunque, la población cubana actual, carece de los conocimientos pertinentes en cuanto a leyes, no está desprovista del carácter político. Se aspira, se cree, se apuesta, se reta.
Seríamos injustos al pensar que es inalcanzable. No. Es derecho nuestra la responsabilidad decir, y decir bien. Si algo nos pudo mover, es la propia idea del saber social, con mirada hacia el pueblo (soberano).
Apelar a la historia, no es solo un método a utilizar, sino la herramienta necesaria para dar cualquier paso, pues no se es, sino se visita el pasado: que define e impulsa el trayecto a seguir.
No se trata de mera asistencia, o un levantar de manos, se trata de convicción de cambio, de generar ideas pro (socialismo o Reino de Dios) a ese futuro que no puede basarse en lo utópico, sino en la realidad que se construye. La Carta Política del país no puede darse el lujo de enunciar las voces de solo algunos, minorías y clasistas; es la voz del soberano. Es el soberano quien exige, controla, denuncia, cambia.
“…la invitación a un debate más inclusivo de la Constitución, no solo de sectores y grupos sociales –algunos de los cuales no siempre han sido activados políticamente de manera real y efectiva– sino también de disciplinas y enfoques que nos permitan comprender mejor el texto que se propone y darle al mismo una mirada más integral como las sugeridas por José Martí, Carlos Marx o el pensamiento de Fidel Castro.”
Debiera convertirse en todos y todas, más que en meta, en punto de partida. En esa clave se las agenciaron participantes tod@s, aportaron desde una visión crítica, y bajo el filtro de socialismo a ultranza, qué debiera estar o no, en la ley de leyes. La consigna de derecho humano como primer principio, y la elaboración entre todas las manos donde se apunta a la Republica que somos y que queremos, es espacio obligado, para no asentar cabezas por decisión de las multitudes, sino, de jerarquizar, en primer lugar, nuestra misión profética en tiempos de cambios.