La dictadura restableció en el poder a los sectores oligárquicos, a los representantes de la burguesía criolla, de las corporaciones transnacionales y del imperialismo norteamericano. La cúpula de la Iglesia Católica, los fundamentalismos religiosos, el fascismo, el racismo, el patriarcado, el matonaje de los terratenientes, volvieron a tener la palabra y el mando político, económico, cultural y militar.
Estos factores de poder abrieron por completo las tranqueras para la expansión del narcotráfico, para la proliferación de las bandas armadas militares y paramilitares, e incluso para la presencia de “asesores” colombianos, israelíes y norteamericanos, que dan “clases” de “seguridad”, multiplicando los crímenes en todos los rincones del país.
En un marco de sistemáticas violencia contra el pueblo, de militarización de la sociedad –con el establecimiento de nuevas bases militares estadounidenses-, de criminalización de los movimientos sociales y de la pobreza, de liquidación de la libertad de prensa, de cierre de medios de comunicación comunitarios, se avanzó en la entrega de los bienes de la naturaleza, en el saqueo y reparto de tierras y riquezas, en la pérdida de conquistas de los trabajadores y trabajadoras, del movimiento campesino, de los pueblos originarios, de los pueblos garífunas y negros, de las mujeres, de los sectores de la diversidad sexual, del arte en resistencia, y de la sociedad hondureña democrática.
Los asesinatos y torturas, las amenazas, la migración forzada, el exilio político y económico, la pérdida de la libertad y de la democracia, la limitación del derecho al trabajo, al estudio, a la recreación, el aumento de la exclusión social, la negación de las libertades de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, la pérdida de soberanía, la homofobia, lesbofobia, transfobia… son parte de las consecuencias que sufre el pueblo de Honduras, que sin embargo no ha dejado de resistir, desde el mismo inicio del golpe de Estado.
Para América Latina, la Resistencia Hondureña se ha vuelto un ejemplo de lo que puede la capacidad, la creatividad, y el coraje de nuestros pueblos.
Ha sido un nuevo estímulo para hacer del Nunca Más Golpes de Estado, y de la lucha por la Verdad, la Justicia, y la Libertad, un espacio de profunda dignidad.
En este contexto la OEA, una vez más, ha dado las espaldas a nuestros pueblos, reintegrando a Honduras y al actual gobierno de Porfirio Lobo a su seno, pretendiendo legitimar la herencia golpista, sentando así un precedente nefasto para los sectores más reaccionarios y fascistas de América Latina.
Rechazamos esta decisión de la OEA. Condenamos que gobiernos como el argentino, que han hecho de las banderas de los derechos humanos su discurso, sean dóciles frente a las imposiciones de las políticas imperialistas de articulación de sus planes económicos, políticos y militares alrededor de las políticas de “Seguridad Democrática”, herederas de la nefasta “Doctrina de Seguridad Nacional” y de planes contrainsurgentes como el Plan Cóndor.
Lamentamos profundamente que esta iniciativa haya sido impulsada o avalada por la mayoría de los gobiernos del ALBA.
Como movimientos sociales del ALBA –capítulo Argentina-, no aceptamos bajo ningún concepto la legitimidad del gobierno de Colombia, para ser “garantía” de un proceso democrático. Es un gobierno que viola sistemáticamente los derechos humanos del pueblo colombiano, y de otros pueblos del continente, a los que ha agredido –incluso militarmente- desde su territorio.
Desconocemos al continuismo golpista de Porfirio Lobo como gobierno legítimo de Honduras.
Observamos que –como lo ha reconocido incluso Mel Zelaya- no se están cumpliendo los Acuerdos de Cartagena salvo el que se refiere al regreso del ex presidente a Honduras.
Aún después de este hecho, se han producido nuevos asesinatos de militantes de la Resistencia, nuevas violaciones a los derechos humanos, y se instala la impunidad en todo el territorio del país hermano.
Como movimiento de solidaridad con la Resistencia Hondureña, expresamos nuestro compromiso de continuar la denuncia y la solidaridad con nuestros hermanos y hermanas, con cada una de sus luchas.
Expresamos nuestra esperanza en los esfuerzos por la Refundación de Honduras, por la creación de un poder popular constituyente que pueda proyectar todo el sacrificio realizado por la Resistencia, no en un mero recambio cosmético del régimen, sino en una nueva institucionalidad, en un proceso que recupere y profundice el camino interrumpido con el golpe de estado, y lo proyecte hacia la recuperación de todos los derechos usurpados al pueblo. La Refundación de Honduras será así un auténtico impulso a la Refundación de Nuestramérica.
¡Nunca más golpes de estado en América Latina!
¡No a la impunidad!
¡Juicio y castigo a los golpistas, a sus cómplices, y a todos los responsables de violaciones a los derechos humanos!
¡No a las bases militares norteamericanas y a los ejercicios conjuntos de las fuerzas militares, contra nuestros pueblos!
Por nuestros compañeros y compañeras hondureño y hondureñas sembrados en la historia americana.
¡No olvidamos! ¡No perdonamos! ¡No nos reconciliamos!
Por la Refundación de Honduras: ¡contra el colonialismo, el patriarcado y el capitalismo! ¡Por un auténtico poder popular!
Hermanos y hermanas de la Resistencia:
SOMOS NUESTRAMÉRICA: PUEBLOS EN LUCHA POR EL TERRITORIO, POR LA VIDA, POR LA DIGNIDAD, POR LA LIBERTAD, POR LA PAZ.
ARTICULACIÓN CONTINENTAL DE MOVIMIENTOS SOCIALES
HACIA EL ALBA – CAPITULO ARGENTINA
Central de trabajadores de la Argentina (CTA)
Frente Popular Darío Santillán (FPDS)
Movimiento Nacional Campesino e Indígena (MNCI)
Juventud Rebelde 20 de Diciembre
Pañuelos en Rebeldía
Grupo de Estudios de America Latina (GEAL)