En 2001, el neoliberalismo (las privatizaciones, el libre comercio y la desregulación económico-financiera) era para el FEM la solución definitiva de las crisis cíclicas del capitalismo, y así fue considerado hasta la crisis financiera de agosto de 2008, que el FEM no previó. Por el contrario, el FSM argumentaba que el neoliberalismo no era la única solución, que de todas era la más injusta y que las crisis que venía provocando en varios países sofocados por las recetas del FMI acabarían por llegar, más tarde o más temprano, al corazón del capitalismo global, tal como terminó ocurriendo. A la luz de esto, sería sensato tener en cuenta y divulgar los temas que van a dominar el FSM en los próximos años.
El primer tema es el de la paz y la democracia. Los análisis del FSM señalan un recrudecimiento, en la década que ahora comienza, de la militarización de los conflictos sociales, incluyendo la criminalización de los movimientos sociales y de las protestas ciudadanas ante el agravamiento de la crisis económica y la profundización de las desigualdades y del resentimiento que esto provoca, ya que sus víctimas son siempre los moralmente más honestos, los socialmente más vulnerables y los políticamente menos poderosos, una triple condición cargada sobre los hombros de la abrumadora mayoría de la población mundial.
Esta preocupación está presente en muchas actividades previstas para 2010, desde el segundo Foro Social de los Estados Unidos hasta los ocho foros que se realizarán en el mundo árabe o islámico: el primer Foro Social de Irak, el sexto Foro Social Europeo (Turquía) y los foros temáticos sobre sindicatos (Argelia), discriminación sexual (Túnez y Jordania), trabajadores rurales (Egipto), paz y educación (Palestina) y democracia (Bangladesh). Todo esto en camino hacia la próxima edición del FSM unificado, a realizarse en Dakar a comienzos de 2011, dedicado a los diálogos Sur-Sur, otro tema emergente del que mucho se escuchará en la próxima década.
El segundo tema es la crisis civilizatoria derivada de la insustentabilidad del modelo económico dominante. Pese a ser negada –otra vez, erradamente– por el FEM, la prueba ya existe: el actual modelo económico, asentado en el crecimiento indefinido, en el uso indiscriminado de los recursos naturales, en la privatización de los bienes comunes (como el agua, el aire, la biodiversidad), en el consumo (o en el deseo de consumo) como definidor de un modo de ser basado en la obsesión por poseer y de un estilo de vida alimentado por el desecho prematuro de objetos indiferentemente personales, no sólo es injusto sino que es insostenible, y sus peligros para la supervivencia de la humanidad pronto serán irreversibles.
Esto significa que el hechizo de la superioridad civilizatoria con que Occidente excluyó o destruyó a los que se atravesaban en su camino se vuelve ahora contra el hechicero. La reacción puede ser destructiva, pero también puede ser el anuncio de una nueva conciencia planetaria, hecha de insospechadas convergencias entre saberes ancestrales (indígenas, campesinos, populares), preocupaciones ambientales y éticas feministas del cuidado. El debate civilizatorio va a estar en el centro del quinto Foro Social Pan-Amazónico (Brasil) y del cuarto Foro Social de las Américas (Paraguay).
El tercer tema es el de los sujetos políticos que llevarán adelante las luchas por la paz, por la democracia y por un modelo social, cultural y económico poscapitalista. Este es un tema que obliga al FSM a reflexionar sobre sí mismo. ¿Cómo hacer para no desperdiciar la energía transformadora que él mismo generó? ¿Cómo construir alianzas transcontinentales entre movimientos y partidos políticos, convergiendo en agendas realistas y portadoras de nuevas hegemonías? ¿Cómo hacer un mundo cada vez menos confortable para el capitalismo predador? Tal vez, el Foro Social Mundial necesite crear su propio Foro Social Mundial.