Si de algo debemos estar seguros es que el golpe de Estado en Honduras fue planificado con conocimiento y participación de varias instancias de poder del gobierno estadounidense.
Hay dependencias del gobierno de Obama, que son manejadas aún con la filosofía del ex presidente Bush. La formación política de muchos funcionarios, entre ellos el embajador en Honduras está marcada por doctrinas que justificaron invasiones y golpes de Estado en otras partes del mundo y en América Latina.
No nos queda ninguna duda que el diálogo propuesto desde el departamento de Estado de los Estados Unidos, a través del plan Arias a sugerencia de la Secretaria de estado Hillary Clinton, es una trampa bien pensada por ellos mismos, en la que el Presidente Zelaya y la Resistencia Nacional contra el golpe estaba obligada a transitar, para no ser acusados de intransigentes en la permanente campaña mediática que se desarrolla en el País, dentro de la que se han violentado los más elementales derechos relacionados con la libertad de expresión y ante lo que ningún organismo internacional ONU, OEA, SIP etc., hiciera acciones concretas y fructíferas para defender la población hondureña y los medios de comunicación clausurados por largos periodos.
El golpe de Estado del 28 de junio en Honduras no fue nada casual se comenzó a planificar desde el momento en que el Presidente Manuel Zelaya dio muestras de estar a favor de los más necesitados de nuestra nación, desobedeciendo a los grupos de poder del país y a las políticas estadounidenses. Recordemos la postura digna, por primera vez de un mandatario hondureño, ante la presentación y aceptación de cartas credenciales del embajador Hugo Llorens, la cual fue postergada en protesta por la política intervencionista del gobierno de los Estados Unidos en algunos países de América del sur.
Está bien claro que todas las acciones del gobierno estadounidense por restituir la democracia en Honduras son la manifestación más evidente de
la demagogia imperial. Se ejecutan sólo para contentar la presión internacional que desde otros países se hace contra el golpe.
A quien quieren hacer creer que en el gobierno estadounidense no sabían del golpe de estado si el avión en que secuestraron al Presidente Zelaya aterrizó en el aeropuerto de Palmerola y se abasteció allí de combustible; en el mismo lugar donde funciona una base militar norteamericana que controla celosamente todo movimiento. Quien no va a saber que las fuerzas armadas de Honduras sólo son obedientes y no deliberantes ante el ejército de los Estados Unidos. Más creo que no fueron a recargar combustible sino a informar “aquí lo llevamos”, porque el concepto de salvar la democracia de los militares hondureños esta cargado todavía del anticomunismo de la guerra fría que equivale a la defensa de los intereses del imperio norteamericano.
Por qué el gobierno estadounidense no ha detenido la campaña a favor del golpe que en su mismo país realiza el Instituto Republicano Internacional, del cual John McCain, ex candidato presidencial, es principal de la junta directiva. Este grupo es el encargado de promover las ideas y acciones del partido republicano internacionalmente y ha estado vinculada a golpes de estado contra gobiernos en varias partes del mundo incluso en Venezuela contra Hugo Chávez. Sospechoso es todavía más, que según artículos políticos en internet, esta institución, a través de una vocera habló en Honduras, en marzo 2009, de un golpe de Estado que planificaban en contra El Presidente Manuel Zelaya por sus vinculaciones con gobiernos, grupos e ideas de izquierda.
Veamos otro dato que nos hace sospechar de la participación del departamento de estado norteamericano en la planificación del golpe de Estado en Honduras. Que hacía Thomas Shannon (Sub Secretario de Estado de EE.UU.), en Honduras la semana anterior al golpe en reuniones con grupos civiles y militares que días después ejecutaron el golpe. No creo que quisieran evitarlo. Cuatro meses después aparece el mismo Shannon como facilitador para una de las tantas posibilidades de restitución del orden constitucional que, a decir verdad, han sido una sola estrategia de dilación para desesperar o cansar el movimiento de Resistencia, y que terminará seguramente con el reconocimiento imperial del nuevo gobierno que se elija en los comicios del próximo 29 de noviembre.
Que decir de las constantes reuniones que el embajador estadounidense
sostuvo desde su venida a Honduras con grupos golpistas, según consta en los medios de comunicación.
La postura del gobierno de Estados Unidos contra los golpistas ha sido tremendamente débil, la de los organismos internacionales bajo su influencia también. La separación de Honduras y de cualquier país de la OEA no afecta significativamente, pudo haber medidas más impactantes
para obligar al gobierno golpista a restituir la democracia en Honduras.
Pensemos ¿por qué esta posición tibia?. No será más bien que la vuelta al poder de los Sandinistas en Nicaragua y el triunfo del FMLN en el Salvador, acompañado por la fortaleza y solidaridad del movimiento popular en América del Sur están obligando al imperio a volver a los esquemas de la década del 80, cuando Honduras fue el portaaviones y patio trasero del imperio.
Estamos ante un nuevo estilo de ejercicio del dominio político del imperialismo, quizás una diplomacia inteligente del nuevo Presidente de los Estados Unidos, en cuyas acciones se evidencia la demagogia del imperio.
Pero parece que se equivocaron en la valoración hecha de la dignidad del
pueblo que lleva ya más de cuatro meses en resistencia permanente, la
resistencia más pacífica, más valiente y más hermosa de los últimos
tiempos.
por: Melvin Martínez