Una carta de presentación de la iniciativa, hecha circular por correo electrónico, considera que no podrá haber un avance importante y sostenido en el aminoramiento progresivo de la desigualdad racial sin la ejecución “de una política social que tenga en consideración la desventaja históricamente acumulada de la población negra”.
En ese sentido, Coneg propone trabajar para que el Estado y la sociedad civil adquieran conciencia del asunto y por “asegurar la prestación de una efectiva atención a la defensa del respeto de los derechos de todo tipo de la población negra cubana”.
La misiva conserva la fecha de su lanzamiento inicial, en julio de 1998, por el ingeniero Norberto Mesa Carbonell, como “primer cófrade”, aunque ahora se añaden las firmas de los “cófrades” Tomás Fernández y Tato Quiñones, investigadores y especialistas en el tema.
“Hay un deseo explícito de revitalizar y hacer visible a la Cofradía, esta vez por un grupo de intelectuales y artistas, entre los que me cuento, los más veteranos en la brega por la eliminación del racismo en Cuba y otros más jóvenes que recién se incorporan”, aseguró Quiñones a IPS.
Según recordó, la Conag considera que la actividad política le es ajena en un sentido estricto, pero, al propio tiempo, está consciente de que la complejidad e implicaciones del proyecto que se propone llevar adelante, “pudieran circunstancialmente hacer parecer que alguna de sus acciones se acerca al terreno político”.
El documento destaca “lo mucho que ha hecho la Revolución Cubana por eliminar la desigualdad racial”. Sin embargo, “la realidad expresa que es muy grande el trecho que aún queda por andar, pues los fundamentos del problema no han cambiado esencialmente”.
En ese sentido, el texto considera que la desventaja históricamente acumulada de la población negra respecto del resto de la población cubana se hizo sensiblemente mayor durante los años de crisis de la década del 90, lo cual se expresa en la vida cotidiana de la gente común y en la vida social del país.
Varios estudios sobre este tema coinciden en que la recesión económica que sobrevino tras la desaparición del campo socialista europeo y la disolución de la Unión Soviética, principal socio comercial y económico de Cuba, contribuyó a ensanchar la brecha entre quienes ya se encontraban en desventaja social y el resto de la población.
La recesión constituyó “un factor de reproducción y acentuación de las desigualdades sociales y, en consecuencia, de las raciales, dados los nexos históricos que han existido entre raza y clases”, advirtió un estudio de la investigadora María del Carmen Caño Secade, de la Universidad de La Habana, publicado en 1996 por la revista Temas.
“A mi modo de ver, estos últimos 20 años han sido devastadores para la nación en todos los ámbitos de la vida social”, acoto Quiñones, quien alertó además sobre la existencia de un racismo “subliminal” que subyace en las conciencias de la mayoría de la población cubana de 11,2 milllones.
En su opinión, el racismo en Cuba es todavía “vergonzante”. Es decir, muy pocas personas son capaces de confesar en público sus prejuicios raciales.
Pero al mismo tiempo se hace cada vez más notoria la discriminación racial, que implica la práctica de exclusión y segregación propiamente..
Por ello, este especialista coincide con la Conag en que no se puede avanzar en la reducción de la desigualdad racial “si no se promueve una conciencia nacional al respecto, mediante las correspondientes acciones de diversa índole dirigidas contra los prejuicios raciales presentes en una parte considerable de la población cubana”.
Tras la llegada al poder de Fidel Castro, en 1959, se promovió la eliminación de todo tipo de discriminación por raza, sexo y lugar de origen, que fue prohibida y castigada por la ley. El artículo 41 de la Constitución establece que “las instituciones del Estado educan a todos, desde la más temprana edad, en el principio de la igualdad”.
“Tiempo tardamos en descubrir (…) que la marginalidad, y con ella la discriminación racial, de hecho es algo que no se suprime con una ley ni con 10 leyes, y aún en 40 años nosotros no hemos logrado suprimirla totalmente”, reconoció el propio Castro en un discurso pronunciado en Harlem, Nueva York, el 8 de septiembre del 2000.
Para Quiñones, esas declaraciones del líder histórico de la Revolución Cubana fueron “per se” un notable paso de avance “en el largo y probablemente tortuoso camino que aún le queda por recorrer a la nación cubana para la liquidación definitiva de este complejo y secular problema”.
Hay que tener en cuenta que en Cuba, durante décadas, el tema del racismo fue considerado tabú porque su pública exposición podía “abrir grietas” en la imprescindible unidad frente a agresiones externas, comentó el estudioso de temas relacionados con la religión y la cultura afrocubana.
Según recordó, hasta mediados de los años 80 prevaleció, además, la concepción teórica, a la larga “errónea”, de que desaparecidas las clases sociales e incorporado el pueblo a la construcción de una nueva sociedad la propia lógica dialéctica de ese proceso daría al traste con los prejuicios raciales y su “praxis” discriminatoria.
Quiñones estimó que en los últimos años ha habido cambios significativos y el tema racial ya se discutió en 1998 en un congreso de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y un año después en una reunión Consejo Nacional de esa organización..
Últimamente se han constituido sendas comisiones para su estudio en la Unión de Escritores y Artistas y en la Biblioteca Nacional, el tema está presente en la obra del movimiento de hip hop cubano y el gubernamental Instituto de Antropología acaba de concluir una muy seria investigación sobre el estado actual del asunto.
Entre otras acciones, un grupo de intelectuales y artistas comenzaron a propiciar vídeo debates populares en barrios de la Ciudad de La Habana y de Santa Clara, en el centro del país, con la exhibición de “Raza”, un documental del joven cineasta cubano Eric Corvalán, que “aborda el problema de manera lúcida, valiente y coherente”.
“Ante este fenómeno no es posible cruzarse de brazos y por lo pronto se están haciendo escuchar algunas voces de alerta. Aunque ‘el problema de los negros’, según se ha dicho muy sabiamente, es en realidad un problema de los blancos”, concluyó Quiñones.