Retoma el pensamiento de Simón Rodríguez para recordar que “lo nuevo no puede ser copia de lo viejo. Tiene que ser otra cosa”. Coherente con esa propuesta aspira a que la “otra” (nuestra) televisión cambie la práctica audiovisual capitalista. Entonces será posible “aprender todas las fases técnicas” no como fin en sí mismo sino como medio para que “cada uno (a) pueda entender el trabajo de los demás, intercambiar roles y pensar el conjunto de la producción.” Solo así habrá un acercamiento más integral a la realidad histórica, a partir de “la participación y la discusión colectiva de todos los puntos de vista.”
Thierry sustenta sus argumentos con propuestas que han salido de la pantalla para interpelar a los televidentes y hacerlos parte de ese mundo que parece de otros cuando se enciende o apaga la tele. En la Nicaragua Sandinista organizó talleres populares de video a finales de la década de los 80. En la Venezuela bolivariana fundó las televisoras comunitarias Teletambores (Maracay, 2000), Camunare Rojo TV (Yaracuy) y actualmente es vicepresidente de la televisión pública y participativa Vive TV, en la que han salido al aire varios programas ideados por él.
En sus sistematizaciones de estas experiencias Deronne cuestiona las tradicionales relaciones de dominación y exclusión entre los medios —particularmente la TV— y el pueblo, desacraliza algunos de los “mitos” avalados por los modos de hacer la comunicación hegemónica: “la objetividad”, “la realidad imparcial”, “el locutor (a) estrella”.
¿Cómo hacen en Vive TV para romper con la verticalidad de los medios y apostar por establecer otro tipo de relación entre el medio de comunicación y sus públicos?
El trabajo documental y los reportajes permiten desde lo técnico transformar esa relación. Por ejemplo si tú ves la estructura del noticiero dominante, tienes una serie de entrevistas, de personajes mustios, de primeros planos, y un discurso esencialmente verbal en el cual la realidad se reduce a ser un adorno visual, tal vez para evitarle fastidios al ojo, pero que finalmente transmite un mensaje vertical. Toda la información está predigerida y te la envían en forma verbal. Nosotros defendemos la idea de que si hablamos de un espectador activo, un ciudadano, como lo pensó Simón Rodríguez, un ciudadano conciente, que participe en la contrición de la República, entonces nosotros tenemos que darle una cancha en esa construcción. Lo que significa que no resolvemos toda la información, dejamos un momento dentro del noticiero, el reportaje y documental, donde las acciones, las actividades, hablan por sí solas, en el sentido que expresan un mundo del trabajo, de la creación, de la relación entre las personas, que ya es otra visión del ser humano, que al asociarlas a las entrevistas o a otras situaciones, te crea como una especie de rompecabezas, en la cual hay una libertad para el espectador que le permite extrapolar, dilucidar, sacar conclusiones propias.
Hablamos de un equilibrio entre la información que tú preparas y la que dejas por construir en la mente del espectador. Es allí en la cabeza del espectador donde termina cuajándose el verdadero mensaje, allí es donde se construye el mensaje. En el caso de la ficción, no creamos personajes puramente positivos, ni dimensionales, que no tengan contradicciones, además que la propaganda no es un elemento importante para construir una sociedad socialista, además el espectador si se encuentra en la pantalla con un ser sin contradicciones, nunca va a poder reconocer la parte negativa o involutiva en sí mismo. Solamente al reconocer personajes contradictorios, se verán en ellos y tomando esa conciencia podrá eventualmente transformarla, en Vive al menos hay esa identificación.
Si experiencias alternativas como estas serían las ideales para nuestros contextos de excluidos y desiguales en su derecho a la comunicación, por qué cree que no abunden alternativas comunicativas que asuman esta concepción.
Evidentemente no puede haber experiencias de comunicación y en particular de televisión revolucionaria, sin contexto revolucionario. Hay intentos, más o menos marginales, pero que no pueden perdurar porque el sistema vigente no lo permite, no hay formación posible en otro paradigma. Solo en un momento revolucionario puedes encontrar experiencias así y como son pocas las posibilidades, en América Latina tenemos justamente un laboratorio en ese sentido…
Es significativo que en este momento en todo el continente al surgir gobiernos progresistas, también se está hablando de reformar los modos de producción de los medios. Eso es lo que hemos hecho aquí en Venezuela, porque hay cierto respaldo, en distintos grados de gobiernos que permiten dar recursos a la gente para crear esos laboratorios. Evidentemente en el capitalismo es la lucha clásica entre la necesidad de sobrevivir y de dedicar luego un tiempo prácticamente marginal a esas experiencias.
¿Cuáles son los desafíos que ustedes mismos han vivido desde la construcción de un modelo alternativo y contrahegemónico de comunicación?
Miles de problemas partiendo del hecho de que el paradigma dominante es comercial, burocrático, vertical y eso ya es algo que no podemos parar, barrer, de un días para otro. Pero eso lo hemos resuelto al tratar de incorporar, de involucrar y comprometer a personas de los sectores populares dentro del canal, como una escuela y se forman desde una práctica integral nueva. Se trata de personas que no traen consigo vicios, ni deformaciones de la universidad o de otro medio, orientados hacia la lógica del mercado. Otros problemas parten del sujeto mismo histórico, por ejemplo en Venezuela, no es fácil con 40 años de cultura petrolera, conseguir un movimiento social tan fuerte como los que hay en Brasil. Paradójicamente si bien estamos en un momento revolucionario, hay una debilidad relativa de la organización popular. Esa es nuestra historia, nuestro petróleo, es nuestro desarraigo, nuestro populismo, es nuestro punto de partida. A veces uno quisiera ir más rápido, impulsado por una energía popular organizada y no la conseguimos siempre.
Ha sido una meta constante de Vive TV, transferir el poder de producir la información a manos de los mismos trabajadores de las empresas recuperadas, pero a veces la fragmentación sindical u otras divisiones internas han provocado retrocesos y se pierde el ideal que tantas veces ha tenido la izquierda, de contar con una imagen hecha por los trabajadores y no sobre ellos. Se ha perdido porque ha faltado energía y unidad para asumirlo, pero eso vendrá…
*¿Dentro del universo comunicacional, que tienen los receptores de Vive TV, se está generando una recepción crítica, una educación para esa otra comunicación? *
Esto ha precedido la experiencia de Vive, porque en el 2002 el pueblo venezolano sufrió un golpe mediático, y fue la revelación más exacerbada de lo que ya se presentía que eran medios de la elite, racistas excluyentes… Y ese momento en el que los medios se involucraron directamente en una causa contra un presidente querido por el pueblo, elegido democráticamente, esa situación, terminó de quitarles la careta a los medios. Esa conciencia crítica sobre los medios estaba. Vive surge como parte de la continuidad de ese esfuerzo de formación. Y sí creo que tiene impactos, por ejemplo, hay un curso de cine cada semana, que más que difundir una cultura cinematográfica se ha dedicado a buscar los momentos cinematográfico o televisivos de ruptura, donde la ideología se ve cuestionada, pero también ha habido muchísimos debates, tanto entre actores y medios comunitarios y las comunidades. Vive ha dado Talleres a los medios comunitarios…., y efectivamente hay todo un caldo de cultivo para seguir trabajando en ese sentido.
¿Si tuviera que identificar momentos cumbres en la construcción de este medio de comunicación alternativa venezolano, cuáles serían?
Desde hace un año para acá ha sido la colocación de un ideal de protagonismo popular, ya eso lo establece la constitución bolivariana. Pero el canal Vive se está regionalizando, rompiendo la dominación caraqueña, en lo cultural, lo político o social. Ahora vienen Vive Zulia, Vive Orinoco, son sedes –no hablamos de subsedes-, para poder interpretar el país como lo vemos desde los movimientos sociales. Esas nuevas sedes van a hacer organizadas de acuerdo a consejos populares de Comunicación, que a su vez formarán brigadas de producción audiovisual.
El otro momento muy crucial dentro de la vida del canal, fue hace unos tres años, cuando se decidió implementar la formación integral, implementar la ruptura con el modelo de división del trabajo que se conoce en la televisión comercial, en el que tienes una mano de obra muda, esperando instrucciones de un productor todo poderoso. Solamente con la integralidad del ser, como decía Marx, podremos llegar a una sociedad socialista, lo que se expresa en la construcción de un celebro colectivo, múltiple, que abunda en temáticas de cultura general. Luego ese conjunto de saberes le permitirá participar de manera más activa en la construcción de un programa en todas sus etapas, intelectualmente, política y culturalmente… En esa medida ya sabemos la ventaja de tener a mil cabezas pensando que es mejor que una, porque se complementan con sus puntos de vista. La concepción de la rutina también se ve desplazada por una motivación mayor. Nos sentimos orgullosos de esa formación, que tiene carácter permanente, porque en un canal que quiere socializar y que predica el socialismo, esa preparación no termina nunca.
¿Desde el punto de vista estético, no cree que se corra el riesgo de ser poco competitiva ante otras propuestas mediáticas?
No se trata de competir con los demás medios. El rating como unidad de medida comercial para asegurar anunciantes al final de tu tiempo, es un invento del capitalismo. Si aplicamos el rating a un proyecto de televisión con carácter socialista vamos a medir cantidades urbanas, pero no podrá con eso solo empoderar al pueblo, elevar su poder de crítica y permitir que organizaciones populares transmitan sus experiencias a otras organizaciones, comunas, medios comunitarios… Tampoco para nosotros se trata de caer en un esoterismo o una confidencialidad… Simplemente construimos un público de forma diferente, al ser una herramienta del pueblo para organizarse y efectivamente poco a poco se crean unas relaciones cualitativas con el medio. Ese es el cambio de paradigma. Es evidente que en una sociedad socialista tiene que haber una recuperación popular del espectro radioeléctrico y que al menos, sea para servicios comunitarios arraigados en la población y el resto como un servicio público más clásico, con misiones nacionales como informar, educar y crear cultura. Se podrían integrar estos medios a través de la retroalimentación mutua.
Ahora más que nunca estamos en una batalla decisiva, por una parte la coyuntura política, la toma de conciencia progresiva de que el espectro radioelectrónico no es un término técnico, sino un patrimonio común, los intentos en experiencias de distintos países de conocerse no como una utopía sino como una realidad concreta; todo ese conjunto de factores, —además del encuentro de autoridades con los movimientos sociales en el Foro de Belem, en Brasil (enero de 2009)— reafirman la importancia de tomar la comunicación como apuesta política. Hay que asumir esa nueva agenda.
Algunas iniciativas han caído ante la cultura del neoliberalismo y en una especie de pesimismo en cuanto a la posibilidad de contar con el espacio radiofónico… Si los pueblos no han dejado de crecer en cuanto a conciencia colectiva y democrática y al mismo tiempo hacen valer sus derechos, entonces nuestra tarea es apoyar la formación de quienes se van a ocupar de esos procesos comunicativos. Tenemos que ponernos en función de una formación integral, un cambio de paradigma comunicativo, para no asistir a la repetición de los mismos modelos que criticamos, y ampliar el concepto de comunicación. De ese modo llegaremos a tiempo a la batalla de los nuevos espacios y a que desde los movimientos sociales se produzca una agenda nueva para todos los tipos de medios posibles, no solo la radio y la televisión.
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