Desde muy temprano Ricardo Canese, ingeniero industrial especializado en energía, ha venido luchando por la soberanía energética de su país, Paraguay. Como estudiante y dirigente del Movimiento Independiente, cuestionó los términos del Tratado de Itaipú, lo que unido a su lucha antidictatorial lo obligó a ir al exilio en 1977. Actualmente es secretario internacional de Tekojoja, y fue electo diputado al Parlasur. En este diálogo analiza los desafíos que enfrenta Paraguay, en la actual coyuntura, para avanzar en el camino de recuperación de la soberanía energética.
– ¿Cuáles son las condiciones que implica recuperar la soberanía energética en Paraguay?
La recuperación de la soberanía energética tiene que ver con la libre propiedad de la energía y con un precio justo. Nosotros creemos que ser soberanos, es poder disponer de la energía que uno tiene, de los recursos del suelo, los recursos naturales. Queremos darle un sentido a eso que es un patrimonio de los pueblos. Aquí hay un criterio incluso de intercambio justo, de trato justo, y queremos plantearlo en ese sentido. Que lo que el Paraguay está contribuyendo con la región, con Brasil en el caso de Itaipú y con Argentina en el caso de Yacyretá, que se nos dé algo a cambio, que sea justo. Esto es lo que queremos discutir. Si lo que estamos recibiendo es justo está bien, pero si no, que se dé un trato justo.
– ¿En qué condiciones políticas se hicieron esos tratados?
El tratado de Itaipú se hizo bajo las dictaduras militares de Brasil y Paraguay, donde el pueblo paraguayo no tenía soberanía. El tratado de Yacyretá, a pesar de que estaba Perón en Argentina, Paraguay estaba bajo dictadura militar, y fue de alguna manera un calco del tratado de Itaipú, por el cual perdíamos nuestra soberanía hidroeléctrica. Se trata de una situación que ya ha cambiado, donde predominaban las dictaduras militares, un predominio de las transnacionales, con un criterio de extracción de nuestras riquezas. Ahora hay un contexto en el que se intenta una integración que sea más justa. No digo que se esté llegando, pero por lo menos hay un criterio de que debe haber una integración solidaria, hablamos de un Mercosur social y solidario. De eso se trata, de sentarnos a analizar entre Brasil y Paraguay, y también entre Argentina y Paraguay, si las condiciones de estos tratados son justas, son solidarias, son equitativas; si no, después de 35 años es un tiempo más que suficiente como para sentarse a analizar el grado de justicia ante cambios tan fundamentales en el Paraguay y en la región.
– ¿Cuáles serían condiciones de justicia, de equidad, de acuerdo a sus criterios?
El precio que recibimos es completamente injusto, y eso cualquiera se da cuenta, hasta Lula. ¿Cómo definimos el precio justo? ¿Es un criterio de mercado? De hecho el precio del mercado es menos que un precio justo; está el costo del mercado mayorista eléctrico, está el costo de sustitución, o sea con qué energía se puede sustituir la energía hidroeléctrica paraguaya de Itaipú y Yacyretá, y bueno, con gas natural o con petróleo. Encontramos un precio 20 o 30 veces más de lo que el Paraguay está recibiendo. También puede ser un criterio decir que Brasil está recibiendo energía hidroeléctrica paraguaya, y el Paraguay necesita petróleo. Estamos hablando de energía. Brasil es prácticamente exportador del petróleo, Paraguay es importador del 100% del petróleo que consume, y en parte lo importa de Brasil. Entonces ¿hasta qué punto podemos hacer un trueque? Nosotros entregamos lo que nos sobra, que es la energía hidroeléctrica, y Brasil nos entrega lo que les sobra, que es el petróleo. Son enfoques de complementariedad y de solidaridad. Si hacemos ese cálculo, Paraguay está exportando energía hidroeléctrica equivalente a 80 millones de barriles de petróleo al año, y estamos importando 10 millones de barriles, lo que nos cuesta 1.600 millones de dólares. En cambio recibimos 600, o sea perdemos casi mil millones de dólares entregando ocho veces más energía de la que recibimos. Ése no es un trato justo, ni mucho menos solidario. Si pensamos en un trueque, nosotros entregamos energía hidroeléctrica, y Brasil nos entrega petróleo, y vemos los excedentes de la energía de más que le entregamos al Brasil, y miramos cómo lo liquidamos. Ese trueque energético deberíamos hacerlo así, sin que salga un dólar ni de Paraguay ni de Brasil, sino que sea simplemente un intercambio y con él ya estaríamos ganando mil millones de dólares. Imaginate la importancia que tiene un trato justo.
– ¿A qué te referís con libre disponibilidad de la energía?
A un criterio de solidaridad y de integración. Fíjate el caso del año 2007. Argentina tuvo una pérdida de 4000 millones de dólares por no tener energía eléctrica, mientras que el sistema eléctrico de Itaipú hubiera podido auxiliar al sistema eléctrico argentino, si hubiera redes. Como Paraguay tiene prohibido exportar energía eléctrica, nadie jamás pensó en construir la red; pero pensemos si hubieran existido estas redes. Esos cuatro mil millones de dólares hubieran podido haber sido ganancia y no pérdida, Argentina 1300, Brasil 1300, Paraguay 1300, todos hubiéramos haber ganado.
La Argentina hubiera ganado mucho menos, pero hubiera podido ser una ganancia. ¿Por qué no optar por un esquema en donde todos ganan y seguir optando por un esquema en donde todos perdemos? De eso se trata cuando hablamos de “libre disponibilidad”. Que la energía hidroeléctrica paraguaya de Itaipú no siga siendo de uso exclusivo del sistema eléctrico brasileño, sino que sea un recurso para toda la región, donde todos ganemos, inclusive Brasil. Brasil podría participar de los beneficios, no sólo por la venta de energía de Itaipú, sino también porque en otro momento Brasil también tiene déficit eléctrico, también tiene crisis energética. Entonces así como hoy puede estar auxiliando a la Argentina, a Uruguay, a Chile, en otra ocasión puede ser Brasil el auxiliado.
De hecho Paraguay es el único país con excedentes eléctricos en la región. Tenemos excedente de más de 40 millones de megawatts por año que es muchísimo casi el 50% de la banda eléctrica de la Argentina. Tenemos un enorme excedente eléctrico, así como Venezuela tiene excedente de petróleo, así como Bolivia tiene excedente de gas. Sin embargo, nosotros no podemos disponer como sí disponen Venezuela, como sí dispone Bolivia, de nuestra energía hidroeléctrica. No sólo no es justo, sino que no es inteligente y mucho menos solidario.
– ¿Cómo se explica que se hayan realizado acuerdos de tanta inequidad?
Fue en el contexto de la dictadura militar y de la desconfianza entre los países. Hay que recordar que Brasil y Argentina estaban muy enfrentados, y Brasil no quería de ninguna manera ceder algo que estaba haciendo con Paraguay; entonces lo tomaba como algo de su propiedad exclusiva. No había el criterio de integración, ni siquiera un criterio de integración capitalista, neoliberal, como la que se dio a partir de la década del noventa, y mucho menos una integración de carácter solidario como estamos formulando ahora. En ese entonces había un ambiente de hostilidad, y la actitud de apropiarse de recursos de países vecinos. Brasil tenía esa filosofía de la “seguridad nacional”. Hay que recordar que en la década del 70, quienes mandaban eran las fuerzas armadas, en el manejo de este tipo de recursos como los energéticos.
– ¿Qué significado tiene la recuperación de la soberanía hidroeléctrica de Paraguay para el actual contexto del país?
Para el nuevo proceso progresista y de contenido social que se viene con el compañero Lugo, esto es fundamental. Si los gobiernos de la región, Brasil y Argentina, que son también progresistas, o por lo menos lo afirman, si no le dan la mano en este momento al Presidente Lugo, hay serios riesgos de que fracase. El gobierno de Fernando Lugo no tiene los recursos para encarar todos los temas fundamentales como la reforma agraria, el empleo, la enorme demanda social, los derechos humanos de carácter social como vivienda, salud, educación. Hay una presión acumulada durante décadas, y ahora llegamos a un momento de gran expectativa, que es un arma de doble filo. La gente espera que haya una solución mágica por parte de Fernando Lugo, y si él no tiene medios para dar respuestas, la decepción va a ser muy grande, y el riesgo de que este proceso fracase también es muy grande.
Hemos hablado incluso de un Plan Marshall, como ocurrió en Europa después de la guerra; pero en nuestra escala. Paraguay es un país devastado, en ruinas, no sólo por la parte económica, sino por la cuestión moral, por la degradación que ha ocurrido. Sin una reactivación económica y una vigencia de derechos sociales relativamente pronta, no digo inmediata, pero pronta, este proceso corre un riesgo muy grande. Esas son las condiciones objetivas. No es que Lugo lo haya prometido, pero la gente espera mucho de él. Acá, de parte de los gobiernos de Brasil y de Argentina, se espera sobre todo la comprensión, porque si no este proceso tan interesante, que puede aportar mucho al contexto latinoamericano, va a fracasar en pocos meses. Fíjate que el Foro de Sao Pablo que se hizo en Montevideo, decidió apoyar la reivindicación paraguaya sobre Itaipú y Yacyretá, la cuestión de la soberanía energética. Entonces por lo menos en los partidos progresistas de la región, los partidos de izquierda, hay una toma de posición. Creo que es muy positivo. Nosotros como parlamentarios del Parlasur, ya como bancada paraguaya, todos los que integramos la bancada de nuestro país estamos impulsando una propuesta de resolución, donde planteamos que el Parlasur impulse esta recuperación de la soberanía energética del Paraguay. Estamos muy esperanzados de que eso ocurra. La idea es también ir articulando no sólo una causa nacional sino latinoamericana, para recuperar la soberanía como el resto de países tienen y estar todos en pie de igualdad.
– Estas mega-represas como Yacyretá, han causado un fuerte daño a las poblaciones tanto de Paraguay como de Argentina. Ahora está prevista el alza de la cota, lo que generaría nuevos daños. ¿Cuál es la posición ante esto?
La energía tiene que ser respetuosa de lo social y ambiental. Lo que se estaba haciendo antes, es lo que se debe cambiar. En Yacyretá en concreto, la gente y el medio ambiente poco le importaban al gobierno que ha perdido las elecciones. Pocos días antes de terminar su mandato resolvieron hay que decirlo en acuerdo con el gobierno de Cristina Fernández, levantar la cota. Eso no ha sido lo correcto, y obligó a que nosotros como gobierno electo tomemos una postura. El presidente Lugo planteó que no se eleve más el nivel del embalse, sin solucionar antes los problemas sociales y ambientales que esto provocará. Ése es el modelo al cual aspiramos: un modelo verdaderamente sustentable, en lo social y en lo ambiental, y sobre todo con amplia participación de la gente, no excluyendo a la gente. No se trata que tenga solamente su vivienda de relocalización o tenga su indemnización, sino escuchar a la gente, participar con la gente. Que los proyectos de infraestructura de amplia envergadura como el de Yacyretá sean proyectos de la gente y no contra la gente.
– Sabemos que se han generado rechazos por parte de los movimientos sociales de Paraguay a la designación del director de Itaipú. ¿A qué se debe?
Los debates alrededor de la designación del director de Itaipú, es que esta persona no ha tenido una trayectoria en la lucha por la defensa de la soberanía hidroeléctrica. Él es un dirigente político con trascendencia en su ámbito, pero no en este particular, habiendo también otros políticos que sí tuvieron un rol preponderante y siempre estuvieron en la línea de defensa de la soberanía hidroeléctrica. Entonces fue un reclamo que se le hizo a Fernando Lugo, de por qué él estaba haciendo eso. No fue una crítica a él como persona ni pidiendo que se nombrara a otra persona, sino sobre todo que no se estaba respetando un proceso, una línea, que es la de ser consecuente con la defensa de la soberanía hidroeléctrica, con la defensa de esos principios. Creo que eso fue importante.
Muchos sectores que estamos con Fernando Lugo, estamos pero no en forma incondicional. O sea, queremos y participamos de este proyecto, pero la mejor forma de contribuir con este proyecto es ser críticos. Apoyarlo con fuerza, pero al mismo tiempo señalarle al compañero cuando comete una equivocación de que eso no es lo mejor. Y eso le ha servido bastante, porque la persona que es Carlos Mateus, se ha comprometido con la línea que se trazó en la campaña. Pero además la gente va a estar expectante y observante, y justamente lo que importa es eso, ir en un proceso de cambio, donde las personas estén compartiendo esa misma línea del proceso.
– ¿Qué esperás del rol del MERCOSUR?
Nosotros creemos que tiene que haber un MERCOSUR donde la persona esté en el primer lugar. Que garantice el derecho a la igualdad en el trabajo. No puede ser que un paraguayo que vaya a Argentina, Brasil, o a cualquier otro lugar, tenga menos derechos que los nacionales; nosotros vamos a impulsar que todos los habitantes del MERCOSUR tengan exactamente los mismos derechos de trabajo, con dignidad, contrato colectivo, prestaciones sociales, todo lo que implica, sin ningún tipo de discriminación. Que todos tengamos residencia finalmente en el MERCOSUR en forma permanente. Donde las personas podamos circular libremente, no sólo los bienes. Un MERCOSUR donde un ser humano sea lo fundamental. Así también en cuestiones como la educación. No puede ser que uno va a un país, va al otro y no se le reconocen sus estudios. Desde luego tienen que haber instituciones habilitadas, pero la persona que se recibió de técnico electricista, tiene que tener el mismo reconocimiento en el otro país. Las normas eléctricas son las mismas, son las mismas leyes físicas. Y en todos los ámbitos: buscar que se acabe esa discriminación, y que los derechos de las personas estén en primer lugar. Después hay cuestiones que hacen ya parte de lo económico, pero que carecen de contenido social. Este MERCOSUR se planteó para las grandes transnacionales, para las grandes empresas, y las pequeñas empresas son las que tienen problemas. ¿Por qué el tomate tiene problemas al salir del Paraguay? Porque es una pequeña empresa. Porque la persona no está en condiciones de cumplir las normas sanitarias, de embalaje, etc., que están diseñadas para las grandes empresas. Justamente nosotros queremos un MERCOSUR que sirva para la gran empresa, pero también y sobre todo para la pequeña empresa, para el campesino. De eso se trata, de ir transformando. Ésa va a ser nuestra línea. Que un MERCOSUR diseñado en la década de los noventa para las grandes empresas, para los grandes negocios, que sea para la pequeña empresa y para garantizar todos los derechos económicos y sociales.
Desde luego que temas como el modelo sojero, deben estar en permanente debate, primero; y se tienen que ir tomando medidas en forma conjunta inclusive.
Sin enredarme en el debate del agro argentino, pero es evidente que en la medida que un país intente tomar medidas que no se toman en otros, si Argentina dice una cosa, Brasil otra, allí es donde se vuelve mucho más difícil. Yo creo que tenemos que socializar las medidas. Tenemos que hacer que ese contenido social vaya creciendo en todos los países, y donde estos negocios de extracción de riqueza que buscan convertirnos en meros exportadores de materias primas, que ese modelo vaya perdiendo vigencia. Que las transnacionales agro-exportadoras, si quieren hacer negocio, paguen en forma pareja en toda la región, no que busquen refugiarse en uno u otro país; y que en el país que les quiere poner más trabas ahí se genere más conflicto. En la medida en que todos avancemos será mejor. Es como la idea del sindicato. Si cada trabajador va a pedir por su cuenta, va uno que pide y otro que no, el trabajador nunca va a tener. Por eso es conveniente organizarnos. Como países tenemos que organizarnos, no sólo para hacer un comercio interno y todo eso, sino para tener políticas comunes, que nos beneficien a todos.
Particularmente en el tema del campo, para mí por lo menos es muy claro que en la medida en que nosotros favorezcamos al pequeño agricultor que produce en forma orgánica, en forma ambientalmente sostenible, bueno, entonces en forma pareja podremos avanzar en este sentido.
Va a ser difícil porque las fuerzas conservadoras paraguayas son extremadamente fuertes. Todos los que apoyamos a Fernando Lugo somos minoría en el Congreso, y aún dentro de esa minoría, los que estamos apoyando hacia la izquierda somos una tremenda minoría otra vez. Entonces va a ser un proceso muy difícil. De ahí que la solidaridad, la comprensión de los gobiernos progresistas de Brasil, Argentina, Uruguay es fundamental, porque si vamos a descansar en las propias fuerzas internas, realmente va a ser muy difícil. Tenemos que ver cómo es una lucha de todos, una lucha latinoamericana, en donde tuvimos una gran victoria, un gran avance con el compañero Fernando Lugo, pero es apenas una batalla. Tenemos muchas más batallas por delante. Los próximos cinco años vana ser una batalla diaria prácticamente, y es ahí donde vamos a precisar de esta solidaridad, no sólo de la región, sino de afuera de la región incluso.