Juan Tiney, de Via Campesina, Guatemala, y Gerardo Cedrás, Grito de los Excluidos de Costa Rica, coincidieron en que el impulso que se da a los agrocombustibles viene “como una necesidad de los países del primer mundo para continuar su estilo de despilfarro del petróleo y la energía” que Tiney lo asocia a “la actual crisis alimentaria como el momento de lanzarlo con mas fuerza” y que Cedrás refuerza demostrando “que ese operativo pro agrocombustible es llevado a cabo por una red de empresas que incluye las transnacionales de alimentos, industria del plástico y automovilística”.
La relación con la soberanía alimentaria “se encuentra en que estas acciones se llevan a cabo cuando los precios de los alimentos crecen sin miras de parar, se apura el traspaso de las tierras desde el campesinado a las empresas transnacionales en numerosos países del continente”. Tiney agrega que esa acción conlleva el cambio de “hábitos alimenticios, la forma de sembrar y trabajar la tierra y deja sin nada al campesinado que debe emigrar hacia las grandes ciudades para vivir en la periferia sin las mínimas condiciones para una vida medianamente digna”
Tiney, campesino, aborigen, apela a tener en cuenta la cosmogonía de los pueblos originarios por la cual “los alimentos son sagrados”, diversificar la forma de sembrar oponiéndose al monocultivo; cuidar la semilla para no depender del Mercado Internacional de Semillas que, cada vez mas, somete a los que trabajan la tierra y necesita la semilla para sus siembras y no caer en el estilo de vida de los países del primer mundo que, a causa de ello son los que sustentan las crisis actuales. El representante de “Via Campesina” puso como ejemplo a Estados Unidos que con un 5% de la población mundial utiliza el 25% del petróleo mundial.
Tanto Tiney como Cedrás acuerdan que la propuesta de los agrocombustibles como salida para la crisis de los países del primer mundo es “parcial, limitada y no ataca las causas fundamentales de la problemática”. Por una parte, como dice Cedrás, para cumplir con el propósito del Mercado Común Europeo de que Europa aplique el 20% de etanol en el uso total de los combustibles necesitará tener etanol en un 25% de las áreas cultivables de Europa y según Tiney “entre el 2010 y 2020 el sistema colapsará si no hay cambios de hábitos en el estilo de vida”.
Desde estas ponencias el tema del agrocombustible se divide entre lo que es específicamente una explicación de ellos, que va mas allá del etanol y de los aceites y la visión sobre las causas de su necesidad que provienen de un estilo de vida consumista pero sobre todo desenfrenado sin ninguna lógica de responsabilidad y centrado en las presuntas necesidades de la gente que tiene dinero para despilfarrar petróleo, energía y agua.
La intervención de Delmar Mattes, de Brasil, redondeó esta visión sobre la relación agrocombustible y estilo de vida. Mattes hizo un somero análisis de como el etanol era promovido por ser neutro y que no contamina, pero que no se dice nada de la degradación de la tierra y árboles y otros elementos naturales que se utilizan para su producción y que el uso de él fortalecerá y aumentará la utilización de autos individuales en las ciudades y camiones de carga, que producen accidentes, atascamientos, impulsan un ritmo de vida enloquecedor en las grandes ciudades y no se tiene en cuenta el analizar de que las ciudades ““se construyen sobre la industria del automóvil”, recordando a Iván Illich quien en la década del 60 ya denunciaba el uso del automóvil como una plaga que contaminaba toda la ciudad.
Así como así, el panel sobre “Agrocombustibles y soberanía alimentaria” se inclinó sobre un estilo de vida a tener en cuenta por sus consecuencias funestas, que paga el tercer mundo, y porque desde ese tercer mundo se intenta imitarlo, como el esclavo que liberado vive en las costumbres de su amo.+ (PE).