Allá está el obispo, mons. Luiz
Flávio Cappio, en la región de Bahía, decidido en su huelga de hambre
contra la transposición del Río San Francisco.
El río, que corta el corazón de Brasil, lleva el nombre del santo
patrono de la ecología, debido a su amor por la naturaleza, con la cual
mantenía relación de alteridad y empatía: Hermano Sol, Hermana Luna.
Lo que pocos notan es que el mentor de mons. Cappio era, en el siglo
XIII, un crítico radical de los orígenes del capitalismo. El feudalismo
se erosionaba por su inercia y los burgos, las futuras ciudades,
despuntaban bajo las luces del redescubrimiento de Aristóteles y los
nuevos emprendimentos mercantiles.
Bernardone, padre de Francisco, rico propietario de una manufactura de
tejidos, importaba de Francia los tintes para colorear su producto. Su
admiración por la metrópoli le condujo a bautizar a su hijo –como
Francesco- en homenaje a Francia.
La miseria, hasta entonces, campeaba en Europa como secuela de las
guerras y de la peste. El mercantilismo generó, por primera vez,
relaciones de trabajo promotoras de exclusión social. Francisco se
solidarizó con las víctimas de la naciente manufactura. Al desnudarse en
la plaza de Assis, todos entendieron el gesto más allá del simple acto
de despojo. Las ropas producidas por el padre estaban corrompidas por la
tecnología que condenaba a los artesanos a la pérdida de su oficio y,
por lo tanto, a la miseria.
Hoy, el franciscano mons. Cappio se posiciona al lado de las víctimas de
la transposición de las aguas del San Francisco. El PT (Partido de los
Trabajadores), históricamente, era contrario al proyecto. Y también
estaba en contra de la CPMF (Contribución Provisional sobre Movimientos
Financieros). Una vez en el gobierno, cambió, como también cambió en
tantas otras cosas. Cambió para no realizar las transformaciones
prometidas, como la agraria. Cambió para desfigurarse como partido de
los pobres y de la ética. Cambió para parecerse más a sus adversarios
políticos.
En Sobradinho (BA), en la capilla consagrada al santo que da el nombre
al río, el obispo hace su gesto solitario, aunque también es objeto, en
Brasil y en el exterior, de muchos apoyos solidarios. Su primera huelga
de hambre, por 11 días, fue en 2005. Mons Cappio rechazó alimentarse
hasta que el gobierno prometiese rediscutir el proyecto y promover la
revitalización de río. Según el obispo, Planalto no honró el compromiso.
La obra de transposición está presupuestada en R$ 5 mil millones.
Cornucopia en la cual están clavados los ojos de las grandes empresas
contratistas y el agronegocio. Mons. Cappio desconfía de que la
transposición beneficiará a los pobres de la región, que viven de la
pesca y del cultivo familiar, pero sí al gran capital.
¿Quién ha visto a un gobierno hacer una obra de bulto para beneficiar al
pobre? Ni siquiera el gobierno Lula invirtió suficientemente en el
programa de construcción de 1 millón de cisternas de captación del agua
de la lluvia, que pondría fin a las agruras de la sequía en el
semiárido. Apenas el 25% de las cisternas fueron construidas, igualmente
gracias al apoyo de la iniciativa privada. Ciudades sin suficiente
saneamiento son beneficiadas por viaductos para el confort de quien
transita en coche…
¿Quién tendrá acceso al agua transpuesta? ¿La seca o la cerca? No tiene
sentido ese proyecto en una región donde todavía predomina el latifundio
y cuya población, cerca de 12 millones personas, no tiene acceso a la
propiedad de la tierra. En el proyecto no están incluidas las 34
comunidades indígenas y las 153 quilombolas ubicadas en su radio de acción.
El propio organismo que responde por las cuencas hidrográficas, el
Comité de la Bacía Hidrográfica del Río São Francisco, está contra el
proyecto, pues ignora las estructuras sociales arcaicas de la región, lo
que significa, en la práctica, fortalecerlas.
Lo que Mons. Cappio reivindica es simple y democrático: que el gobierno
debata el proyecto con la sociedad, sobre todo con los ribereños del San
Francisco. La obra tendrá profundo impacto en toda la extensión
territorial del país y, sobre todo, repercusiones ambientales y sociales.
Mons.Cappio tiene hambre de justicia, una bienaventuranza, según Jesús
en el Sermón de la Montaña. Su Navidad es la del pesebre, allá donde la
familia de María y José, sin techo y sin-tierra, hace nacer la esperanza
de que la población de la cuenca hidrográfica del San Francisco no
venga, en futuro próximo, a ser conocida también como sin-río.
(traducción ALAI)
– Frei Betto es escritor, autor de “A arte de semear estrelas” (Rocco),
entre otros libros.
- Texto relacionado:
Manifiesto: Por la vida del obispo Luiz Cappio, por la vida del Río San
Francisco (http://alainet.org/active/21184)
Más información: http://alainet.org
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