(Una pequeña reflexión personal sobre el momento que vivimos)
San José, Costa Rica.- No es pequeña cosa hacer lo que hicimos. No lo digo para que presumamos ni para que sobredimensionemos las cosas, pero no es pequeña cosa lo que hicimos. Este domingo 7 de octubre, en el referéndum, cerramos una fase de la lucha contra el neoliberalismo y contra el libre comercio, y abrimos otra. Para llegar aquí han pasado casi 5 años de una lucha que nos ha enfrentado con enormes fuerzas contrarias, en una situación desventajosa desde el principio y que con trabajo y convicción logramos revertir. Nos hemos enfrentado a los Estados Unidos, cuyo historial criminal contra los pueblos no viene al caso recordar aquí, por conocido y elocuente; nos hemos enfrentado a los grandes capitales transnacionales, entre ellos a las grandes farmacéuticas, a la industria bélica y agroalimentaria, entre otras; nos hemos enfrentado a la mafiosa oligarquía criolla, podrida desde la raíz por su avaricia y su delirio de dominación.
A todas luces, el NO ganó en este referéndum. Ganó porque hemos actuado todas y todos sobre la base de la dignidad. Y hoy somos la mitad de la población de este país (747.826 votantes según el desacreditado TSE, más los miles y miles de estudiantes, niñas y niños que no pudieron votar), que le hemos dicho No al neoliberalismo, al libre comercio, a ese anexionismo tan viejo como fuerte que alienta tanto en el Norte como aquí, entre una oligarquía que desde hace mucho sueña con integrarse a la gran potencia del mundo, no importa que para ello deba venderse el país o simplemente entregarlo al peor postor. Pero no solo somos la mitad del país sino una mitad consciente, informada, que se ha preocupado por comprender las cosas, mientras al frente tenemos a una mitad engañada, manipulada o directamente beneficiada del TLC, en la minoría de los casos. Esas miles de personas que votaron por el TLC creyendo que iban a perder su empleo o que sus hijos e hijas tendrían más oportunidades, caerán tarde o temprano en la cuenta de la mentira de la que fueron victimas. Con todas esas personas tenemos también que vivir y trabajar y ese es un desafío de primera magnitud para nosotros. Pero el opresor arrebata al oprimido el libre desarrollo de su voluntad, con lo cual lo oprime más todavía. Debemos entender eso y no hacer falsas divisiones, que separen al pueblo “consciente” del pueblo “enajenado”: Ayer, al salir de casa, decidí seguir llevando en el carro la bandera del No; cuando iba a cruzar la rotonda de Betania, pasó un camión recolector de basura de la Municipalidad de Goicoechea: sus ocupantes, trabajadores municipales todos, haciendo mofa por la derrota electoral del NO, me gritaban “Sí al TLC, Sí al TLC”, gesticulando además una que otra obscenidad. En ese momento comprendí más profundamente por qué (y por quiénes, también) tenemos que seguir luchando.
Coincido con todas aquellas personas que están destacando los aspectos positivos y los aprendizajes que nos ha dejado este proceso. Hemos ganado en confianza, en capacidad de organización, de movilización y de argumentación. Tenemos la semilla (presente y futura) de las luchas sociales que transformarán a este país pensando en el bien de las mayorías y en la construcción de una democracia plena, tanto económica como política, cultural y social. De lo que hagamos en las próximas semanas dependerá mucho lo que pase después. Por eso, es indispensable, como principio político, poner en práctica esa democracia que estamos construyendo desde el nivel de la base, lado a lado de las organizaciones populares, los comités patrióticos y todas las otras fuerzas que han sumado su brazo a este movimiento.
Creo asimismo que es muy importante ver también la escala internacional de lo que ha pasado aquí: en toda América Latina y el Caribe, y más allá, los movimientos sociales han seguido de cerca el proceso y han manifestado su solidaridad activa. En Centroamérica, todas las organizaciones hermanas han respaldado nuestra lucha y muchas de ellas enviaron observadores al referéndum. De ahora en adelante, Costa Rica ha sentado un precedente que obliga moral y políticamente a todos los gobiernos del mundo, a consultar a sus pueblos sobre la aprobación o rechazo de los tratados de libre comercio, y este no es un dato cualquiera. Así que nuestra lucha también está contribuyendo con la lucha en otros muchos países y creo que debemos tener siempre presente esta perspectiva regional y mundial.
Va a ser fundamental dejar claramente demostrado que el referéndum fue fraudulento, durante todo su proceso y el mismo día de la votación. Esto dejará más patente la ilegitimidad del triunfo del “Sí”, y la ilegitimidad de este gobierno y este régimen político, económico y social que profundiza la miseria y concentra la riqueza en muy pocas manos. Si tenemos la fuerza para salir a la calle, hay que hacerlo, así sea a nivel local o regional. Pero toda decisión debe ser tomada por las organizaciones mismas y mantener así en alza la movilización. La lucha contra la agenda de implementación puede darnos ese elemento cohesionador que resulta indispensable para sostener un movimiento de estas magnitudes.
Hay mucho que hacer y los retos son enormes, apasionantes y comprometedores. Sin caer en la decepción ni en un voluntarismo ciego, sigamos construyendo nuestro movimiento, porque este camino es largo y demandará nuestros mayores esfuerzos y nuestras mejores capacidades. Como decía al principio: no es pequeña cosa lo que hemos hecho. Y con toda certeza, esto da para mucho más.
El autor es el Coordinador del Grito de los Excluidos/as Mesoamericano
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