La intensidad de los días no se mide por sus horas. Una intensidad puede durar lo que el milagro de juntarnos a decir y hacer proyectos que alimenten nuestras vidas. Será por esa razón que el día 6 de julio, en la Estación Experimental de Suelos de Manicaragua, el tiempo estuvo a favor de los/as que, con el fin de reencontrarnos, nos dimos cita en ese territorio del centro del país.
Educadoras/es populares de Santa Clara, Santo Domingo, Mataguá, Cienfuegos, Cumanayagua, Jobvero y de la capital, nos reunimos para conversar, intercambiar experiencias, disfrutar, animarnos en el diario construir de nuestras prácticas.
La primera propuesta, después de las palabras de bienvenida: bailar y reflexionar escuchando Proposiciones, por Pablo y los Van Van, una invitación de Willy y Yanoris, coordinadores del encuentro y el colectivo de trabajadores de la Estación, miembros del grupo FEPAD, para comenzar una sesión de reflexión desde la alegría del encuentro o del reencuentro.
Inquietando tu gusto en dos sentidos
Dos preguntas acompañaron las sesiones: ¿De qué maneras ha contribuido la Educación Popular en nuestras prácticas cotidianas? De diversas maneras. En la transformación de las relaciones con hijos/as, subalternos/as, alumnos/as, pacientes, con nosotros/as mismos/as. Ganar en confianza para expresar nuestros puntos de vista, respetar el de los demás sin negar el debate que enriquece el diálogo.
Casi siempre se hace referencia a un antes y un después de la Educación Popular. No como una síntesis de magia que todo lo soluciona; pero sí como una práctica participativa por parte de los/as implicados/as en los procesos. Se resalta la diferencia entre procesos en los que las relaciones verticales entre las personas encargadas de llevar a cabo proyectos concretos y los miembros de las comunidades sobre las que deseaba “incidir”.
El antes y el después no son, desde las prácticas de las/os educadoras/es, momentos que se viven separadamente. Los proyectos que los animan forman parte de procesos, que tienen en la participación popular, no una meta; sino una concepción en que el proceso de transformación de nuestras prácticas abarca espacios de la vida cotidiana es sus más disímiles expresiones.
Un cocodrilo verde en tu mirada
Las experiencias, disímiles. Las prácticas en las que la metodología y concepción de la Educación Popular están vigentes se han correspondido con formas diversas de trabajar con y desde las comunidades. Ya sea desde el extensionismo agrario, los proyectos de mejoramiento medioambiental en las comunidades —con y desde sus habitantes—, el trabajo con niños infestados, afectados o huérfanos por el VIH-SIDA hasta proyectos de promoción cultural.
Diversidad que expresa las múltiples esferas de nuestras vidas que alimentan un proyecto en el que, al relacionarnos, encontremos nuestro lugar, siempre acompañados, ya sea presencial o a distancia, por la experiencia de la Educación Popular y la construcción colectiva de nuestros saberes. Diversidad que a la vez expresa las peculiaridades de nuestras regiones, sus prácticas concretas, sus necesidades vitales, así como las respuestas que emergen de la reflexión y el diseño de estrategias que toman en cuentan, precisamente, esas prácticas y necesidades de los que habitan en estas tierras.