La hoja de parra ha caído. Con la decisión de la jueza federal Kathleen Cardone, de El Paso, Texas de desestimar los cargos por fraude migratorio han quedado totalmente al desnudo las intenciones de la administración Bush en el caso Posada Carriles. Aún intentan seguir engañando a la opinión pública al pretender que se trata de una decisión jurídica con apego a tecnicismos legales. Pocos deben creerle ya, es insostenible su posición.
La detención y enjuiciamiento por delitos migratorios, en lugar de los delitos de asesinato, era ya una ofensa a la justicia, un atentado contra la sensibilidad de las familias de las víctimas de los atentados terroristas organizados por Posada Carriles. Mucho más lo es su total liberación. Es la consagración de la impunidad, el reconocimiento del doble rasero moral con la que la administración estadounidense trata el tema del terrorismo. En este caso, tratan de impedir que salgan a la luz las intervenciones y acciones ocultas y demoníacas que la opinión pública internacional sospecha o conoce en las cuales la familia Bush y su política internacional están seriamente comprometidas.
El silencio de aquellos países que apoyaron a los Estados Unidos en su guerra global contra el terrorismo, pone en dudas su ejecutoria política. Una vez más se cumplen las amonestaciones de la Biblia: “Tu pecado te alcanzará (…) pues la paga del pecado es muerte”. (Profeta Jeremías y Apóstol Pablo).
La liberación de Posada, como lo fue la de Orlando Bosh, es hoy motivo de celebración en Miami. Esa “victoria”, de quienes no sólo se sienten reivindicados por tal decisión, pasará a la historia como el ejemplo más evidente de una política totalmente incoherente e inconsecuente. Ahora se sienten estimulados a cometer nuevos crímenes. Mientras tanto la “industria del odio” continuará jugando al “terror”, el juego en el cual el propio mundo se convierte en tablero que se mueve al antojo y conveniencia de la administración Bush. Y ella misma mantiene injustamente encarcelados en Estados Unidos a cinco cubanos luchadores antiterroristas.
Alzamos nuestra voz al mundo con la esperanza de encontrar oídos receptivos y conciencias comprometidas con lo mejor del ser humano, que se nos unan en el repudio y en el reclamo de justicia. Queremos vivir en paz, y así construir una sociedad cada vez más justa, digna y solidaria.
Nuestro pueblo se merece poseer en toda su plenitud, “Vida y Vida abundante” como señalara nuestro Señor Jesucristo.