El próximo año, la también conocida como La
Habana Vieja conmemorará, con un tercio del área
de 2,1 kilómetros cuadrados que la integra
completamente rehabilitada, el vigésimo quinto
aniversario de su proclamación como Patrimonio de
la Humanidad por la Unesco (Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Dos especialistas independientes de vasta
calificación en la materia, los arquitectos
Sylvio Mutal, de Holanda, y Fernando Carrión, de
Ecuador, a instancias de esta agencia emitieron
un informe que evaluó el trabajo realizado por el
Estado cubano en esa parte de la urbe como “exitoso y loable”.
“Más que un caso triunfante o un modelo que
pueda ser replicable en otras ciudades, la
renovación de La Habana Vieja es una política
exitosa que muestra cómo en una situación de alta
diversidad es factible encontrar soluciones propias”, sostienen los expertos.
“Hay conceptos en el caso de la recuperación
de La Habana Vieja que se pueden considerar tanto
en América Latina como en otras partes del mundo.
No hay que pretender trasplantar este modelo,
pero hay que aprender de él”, dijo a IPS Herman
van Hooff, director de la Oficina Regional de
Cultura de la Unesco para América Latina y el
Caribe, con sede la capital cubana.
La apreciación de los consultores aparece en
el libro titulado “Una experiencia singular.
Valoraciones sobre el modelo de gestión integral
de La Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad”,
que comenzó a circular públicamente desde fines del mes pasado.
El volumen es fruto de la colaboración entre
la Unesco y la Oficina del Historiador de la
Ciudad de La Habana, encargada por el gobierno de
Fidel Castro de llevar a cabo los trabajos de
rescate del centro histórico capitalino.
En sus páginas se refleja de forma rigurosa y
profunda la labor de restauración, rehabilitación
y conservación desarrollada en la zona colonial
habanera durante el período comprendido entre 1994 y 2004.
La década analizada marca un trabajo estable
y ascendente en la revitalización y conservación
de tal patrimonio, aunque los primeros esfuerzos
serios se remontan a los comienzos de los años 80.
El programa de recuperación física del centro
histórico comenzó el 5 de mayo de 1981 con el
inicio del Primer Plan Quinquenal de
Restauración, coordinado por la Oficina del Historiador, fundada en 1938.
La idea de elaborar el texto surgió de
Eusebio Leal, historiador de la Ciudad de La
Habana, con el apoyo de Mounir Bouchenaki, ex
subdirector general para la cultura de la Unesco,
a fin de obtener una valoración de la experiencia
rehabilitadora de la isla en el transcurso de la década apuntada.
En la obra, Van Hooff considera la
experiencia cubana como “un modelo inédito en la
conservación del patrimonio” alcanzado “sin
perder la autenticidad del legado, ni su disfrute público”.
Y. ciertamente, en cualquier recorrido por
este entorno fascinante capaz de devolvernos
desde el presente a siglos atrás, es perceptible
esa atmósfera de un inmenso y auténtico museo
habitado por la población cubana de hoy.
Pero la sensación no proviene de la magia,
sino de una estrategia pensada y ejecutada por la
Oficina del Historiador de la Ciudad, que desde
los comienzos de la rehabilitación del centro
histórico concibió una política de inclusión comunitaria.
Esta política “se inserta en una visión
integral de lo que debe ser el centro histórico
de una ciudad, el cual vive para su gente y donde
los habitantes se apropian del patrimonio y de la
propia urbe”, consideró Van Hoof en la entrevista con IPS.
El funcionario de la Unesco expresó su
esperanza de que la experiencia de la isla “sea
sustentable a largo plazo”, pues en su opinión
“es un modelo de gestión que genera sus propios
ingresos, que se invierten a su vez en los proyectos sociales y culturales”.
Según datos de la Oficina del Historiador de
la Ciudad, “60 por ciento de las ganancias”
provenientes del sistema empresarial “se dedican
a proyectos que siguen rindiendo beneficios
financieros para la rehabilitación, y
aproximadamente 40 por ciento a proyectos de corte social”.
El libro aborda este aspecto económico que
sirve de base a la labor de rescate patrimonial
y, según el criterio del consultor Carrión, “por
el monto de la inversión que ejecuta” la
experiencia de la isla es de las “más
significativas de todos los centros históricos de América Latina”.
Consultada por IPS la arquitecta Patricia
Rodríguez, directora del Plan Maestro de
Revitalización Integral de la Habana Vieja, que
data de 1994, reveló que durante la década
registrada en el texto las empresas del centro
histórico “han producido unos 250 millones de dólares”.
Agregó que además “han sido movilizados
alrededor de 14 millones de dólares de la
cooperación internacional, otros 14 millones en
concepto de tributo a la actividad económica
radicada en el territorio y, con carácter de
préstamos, 67 millones de dólares procedentes de la banca cubana”.
Según la funcionaria, “todo eso ha sido
reinvertido en el territorio”, sumado a los “341
millones de pesos cubanos (alrededor de 13,6
millones de dólares por la tasa de las casas de
cambio oficiales) que ha aportado el Estado”.
El sistema empresarial de la Oficina del
Historiador surgió también en 1994 al amparo del
Decreto-Ley 143, promulgado un año antes, el cual
propició que, de una actividad subvencionada por
el Estado, la restauración del centro histórico pasara al autofinanciamiento.
Este es uno de los aspectos principales,
junto a la integralidad de extenderse al ámbito
social, ambiental, cultural y comunitario, que
confiere un carácter novedoso al modelo de
gestión del centro histórico habanero y que
podría proyectarlo como una experiencia aprovechable por otras naciones.
El libro adquiere por demás vigencia en el
tiempo al dedicar su parte final a recabar
colaboración internacional de apoyo para
proyectos de rehabilitación de la zona colonial,
pues faltan por preservar aún dos tercios de esa
área en la que viven más de 66.700 personas.
En esa situación está, por ejemplo, la Casa
Prat Puig, uno de los pocos ejemplares de
arquitectura doméstica del siglo XVII, o el
Palacio del Segundo Cabo, el más significativo
espacio cívico monumental de fines del siglo XVIII.
Sin embargo, Rodríguez entiende que lo “que
da una nueva perspectiva al proyecto” restaurador
de la isla es que ya “hay un nivel grande de
viviendas construidas”, tanto dentro como fuera
del casco histórico, para reubicar a los vecinos
y continuar recuperando otros edificios.
Concentrada en el ir y venir de turistas por
la emblemática Plaza de Armas del centro
histórico, Zenaida López, una jubilada, que dice
ser “nacida y criada” en La Habana Vieja, no
entra en complicaciones teóricas en torno a la
restauración. “Ahora es mucho más agradable vivir aquí”, razona simplemente.
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+ Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (http://www.ohch.cu)
+ Centro Histórico de La Habana Vieja y su
Sistema de Fortificaciones Coloniales
(http://www.cnpc.cult.cu/cnpc/patrimhuman/pathum/habana.html)
+ Unesco
(http://portal.unesco.org/es/ev.php-URL_ID=29011&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html)
+ Oficina Regional de la Unesco para América
Latina y el Caribe (http://www.unesco.cl/esp/)