No surgi de la nada, y seguramente no es el fin de la historia, que, desde el punto de vista estadunidense, va cuesta abajo constantemente.
Con la doctrina Monroe, desde 1823 Estados Unidos proclam que Amrica, el continente, era su reserva privada. Con esta doctrina Estados Unidos salud la independencia de muchas de las antiguas colonias de Espaa y advirti a las potencias europeas que no intentaran entrometerse nunca ms en el continente. Por supuesto no se le extendi un reconocimiento semejante a Hait, Estado dominado no por colonizadores blancos sino por ex esclavos negros y colorados libres. Washington se neg a reconocer a Hait hasta 1862 (cuando la secesin de sus estados esclavistas alivi algo de la presin que pesaba sobre el gobierno estadunidense). Sin duda Estados Unidos no tena manos libres en Amrica Latina; durante todo el siglo XIX Gran Bretaa era todava la fuerza econmica (y poltica) dominante en la regin.
Pero lentamente Estados Unidos estableci su primaca en Mxico (despus de varias escaramuzas militares), en el Caribe (especialmente despus de la guerra hispano-estadunidense) y eventualmente en Sudamrica. A principios del siglo XX se sinti en libertad de arrancar a Panam de Colombia (para construir el canal) y de enviar marines a imponer su orden (y defender sus intereses corporativos) en varios estados centroamericanos y caribeos presumiblemente soberanos.
La poltica del gran garrote que implic una intrusin imperial abierta, fue bsicamente la nica que ejerci Washington hasta 1933, cuando Franklin Roosevelt proclam en sustitucin la poltica del buen vecino, y la aplic a Cuba, Mxico y Puerto Rico, entre otros sitios. Despus de eso no se abandon del todo el gran garrote (la invasin de Baha de Cochinos en Cuba en el periodo de Kennedy, los marines enviados a Repblica Dominicana en el gobierno de Johnson, la invasin de Granada con Reagan y la de Panam en el rgimen de George Bush padre). Tampoco debemos olvidar las innumerables veces que Estados Unidos respald de modo encubierto golpes militares (notablemente en Guatemala, Brasil, Chile y sin xito en 2002 en Venezuela). Pero el gran garrote alternaba con diplomacia ms suave.
Y fue una diplomacia ms suave la que George W. Bush intent usar de manera torpe en Mar del Plata. No funcion. Por qu? Mientras que en cierto sentido Bush no intenta nada nuevo en Amrica Latina, pues meramente contina en la regin las polticas de sus predecesores, sus aventuras en Irak han estorbado la capacidad de que esta poltica funcione. Al tratar de empujar de manera muy lamentable su poltica de intimidacin machista en Medio Oriente, Bush ha minado radicalmente el nivel de respaldo mundial para su pas y al tiempo ha amarrado los instrumentos de su fuerza (militar, financiera y poltica). La culminacin de dos siglos de dominacin en Amrica Latina es la imagen de Estados Unidos como un gigante con los pies de barro. Tan slo miremos la serie de golpes al podero y el prestigio estadunidenses que se asestaron antes y durante Mar del Plata.
El presidente de Argentina, Nstor Kirchner, abri la reunin con un discurso en el que declar que Estados Unidos tena la “inescapable e inexcusable” responsabilidad por las polticas que condujeron a la pobreza y a una tragedia social en Amrica Latina. Especficamente cit el consenso de Washington y las polticas de ajuste estructural del Fondo Monetario Internacional. Pese a que ste es el lenguaje tradicional de la izquierda en Amrica Latina, es probablemente la primera vez que el anfitrin de una reunin internacional dice esto en pblico con el presidente estadunidense enfrente. Se retir Bush? No, refren la lengua y se concret a alabar a Kirchner por las mejoras que ha logrado en la economa argentina.
Entretanto, Hugo Chvez, el presidente de Venezuela que se ha tornado la gran nmesis de Estados Unidos, habl frente a un pblico vasto, y denunci las perfidias de Washington. Se le uni, entre otros, el gran hroe del futbol argentino (y de Amrica Latina) Diego Armando Maradona, quien aprovech la ocasin para decir que “Fidel (Castro) es Dios, y Bush es un asesino”. Puede que las estrellas del soccer no califiquen como analistas polticos, pero tienen mucha influencia en la opinin pblica.
La reaccin estadunidense a Kirchner e incluso a Chvez fue suave porque Estados Unidos se concentraba en que saliera algo de la cumbre un compromiso, la confirmacin de un compromiso: lograr el Area de Libre Comercio de Las Amricas (ALCA). Aqu Estados Unidos se top con un bloque de granito: los cuatro estados que conforman el Mercosur Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, ms Venezuela, dijeron que no. El presidente de Mxico, Fox, intent reclutar a los otros, pero sin Brasil, Argentina y Venezuela el ALCA est, como proclam Chvez, “muerto y lo estamos enterrando aqu”. Y mientras, esos mismos pases fortalecen sus lazos econmicos con Europa y China en detrimento de Estados Unidos.
Bush ha impulsado dos cosas en Amrica Latina: el ALCA, ahora muerto, y aislar a Cuba. Aunque Cuba no fue invitada a la cumbre (Bush no habra venido en ese caso), justo pocos das despus la Asamblea General de Naciones Unidas vot una vez ms y con la ms alta votacin hasta el momento (182 a 4, con una abstencin y cuatro pases que no votaron) en favor de poner fin al bloqueo a Cuba. Lo ms que pudo lograr Estados Unidos de Amrica Latina fueron dos “no votos”, de Honduras y Nicaragua. Finalmente, aunque en Mar del Plata Mxico fue uno de los pocos defensores pblicos de Estados Unidos respecto del ALCA, poco das antes Mxico haba ratificado el tratado de la Corte Internacional de Justicia, y especficamente rehus firmar el llamado acuerdo bilateral de no rendicin que Estados Unidos insiste en obtener en todas partes para sus propios soldados.
La doctrina Monroe est muerta. Y pocos lo lamentan. Immanuel Wallerstein Traduccin: Ramn Vera Herrera