Sasaima es un lugar muy hermoso. Sentada en la hierba, mis ojos se deleitan con las ms hermosas combinaciones de las variadsimas tonalidades del verde de la vegetacin, las formas y olores de las flores, los sonidos del agua corriendo entre rocas y la alternancia entre planicies y montaas. Por las noches hay que ponerse abrigo. En las tardes, el ardiente calor hace recordar al de Bayamo y Santiago de Cuba en el mes de julio. Un amigo colombiano me hace pensar en la relatividad de nuestras mediciones cuando me asegura que no se trata de que el lugar sea alto, sino que tiene ms metros sobre el nivel del mar que el Pico Turquino.
Los tres das en Sasaima me regalaron la oportunidad de contemplar el paisaje maanero en medio de un silencio, para m, ensordecedor. Soy de esas personas que ha vivido en aturdimiento completo.
Quien conoce el pueblo de Regla donde siempre he vivido sabr que las/los reglanos, adems de hablar alto y ser muy dados a compartir con todos los vecinos de la manzana la msica que nos gusta, hemos convivido con las sirenas de los barcos entrando y saliendo al puerto, la de la refinera, las turbinas de la termoelctrica, y todos los sonidos del transporte ligero y pesado que circula a todas horas.
A los decibeles que mis odos han tenido que soportar le puedo sumar que llevo ms de doce aos trabajando en el CMMLK, ubicado a escasos metros de una parada de camello en la cntrica esquina de 100 y 51, uno de los lugares de ms trnsito de La Habana.
Le tengo miedo al silencio, pero no a ese que pude disfrutar en Sasaima, sino al silencio selectivo de muchas iglesias. Silencio por el que optan muchas de las personas que van semanalmente y a veces diariamente a las iglesias. Silencio de anuncios.
Silencio de denuncias. A la ausencia de palabras que den cuenta de las alegras, logros, clamores, temores y dolores de la vida cotidiana de la gente: de los propios miembros de las iglesias, de las/los que se congregan en ellas, sus familias, la gente del barrio, del pueblo, la ciudad, del pas que como Iglesia ha sido llamada a servir. Silencios que muestran la infidelidad al llamado de ser testigos, silencios que hacen a cristianos y cristianas cmplices del mal o de los males concretos, que acallan la voz proftica de la Iglesia, que le impiden ser canal de la voz de Dios, la voluntad de Dios, la opcin de Dios por la Vida plena y abundante (Jn 10.10) para este mundo. Le tengo terror a ese silencio porque se hace sin parar de cantar, de predicar, de orar, de hablar, hablar y hablar…
No estaba sola en Sasaima aquel fin de semana de mayo. Coincidimos all, cerca de cuarenta personas, catlicas, presbiterianos, luteranas, bautistas, menonitas, evanglicos, y de la Iglesia Unida. Todos trabajamos en organizaciones, instituciones, comunidades, iglesias, grupos, redes, campaas con experiencias diversas a nivel de base con sectores cristianos.
Llegamos a Colombia para un encuentro entre referentes nacionales del Movimiento continental de cristianas/os por la paz con justicia y dignidad. Un movimiento que, como su nombre lo indica, no guarda silencio frente a los desafos que plantea la realidad actual del continente. Un movimiento que intenta contribuir a una mayor articulacin de esas voces que se levantan desde nuestras iglesias.
El Movimiento continental … marca su punto de partida en dos encuentros realizados en Bogot en el 2004: el Encuentro internacional de telogas/os y el Encuentro continental de cristianos por la paz con justicia y dignidad. En esas dos actividades el Centro Memorial Martn Luther King, estuvo representado por Raquel Surez, colaboradora de nuestro Programa Socioteolgico.
Por los materiales ledos, las sesiones de trabajo y las conversaciones informales en pasillos pude conocer, adems, que el Movimiento… se ha construido sobre la recuperacin de procesos vividos por cristianas y cristianos desde hace dcadas, procura constituirse en un movimiento social de cristianos de carcter continental que trabaja por la paz, con justicia y dignidad. Ya tiene expresiones en quince pases que, por el momento, se han agrupado en tres regiones: Cono Sur, Regin Andina y Norte-Centro Amrica y el Caribe.
No se propone, por otro lado, crear nuevas estructuras, organizaciones, campaas, acciones sino servir como espacio para impulsar una gran red de solidaridad en la accin de las/los cristianos que desde la fe y en muy diversos espacios trabajan contra la militarizacin, el libre mercado y otros males que afectan y atentan contra la vida de los habitantes de nuestra Amrica. Una red dispuesta a incluir, a sumar y, tambin, a la articulacin con otras iniciativas promovidas por diferentes movimientos sociales, con objetivos similares.
Hubo poco tiempo en Sasaima para el silencio y la contemplacin del paisaje. El diseo de actividades estuvo cargado. Los grupos, comisiones, plenarios de trabajo y los intercambios informales con las/los presentes algunos ya conocidos de las lides altermundistas me permitieron continuar animando la esperanza en ese pueblo de Dios, tal vez minoritario, pero inmenso que inspirado por el evangelio de Jesucristo sigue siendo testigo fiel.
Mi oracin de la ltima tarde, junto a unos hermossimos helechos, en medio de aquel silencio tan denso, me peda palabras; palabras mas y de otros, palabras nuevas y viejas pero no gastadas, no repetidas; palabras del corazn con la cuales quera abrir puertas y ventanas para comunicarme con mi hijo, con los jvenes de mi iglesia, con mis hermanas y hermanos de fe, con quienes han decidido de todo corazn seguir a Jess.
Palabras para romper los temidos silencios, para animarnos en la construccin de alternativas, en el arduo trabajo por la construccin de un mundo donde se haga la voluntad de Dios aqu en la tierra como en el cielo (Lc 11,2), donde prevalezca la paz verdadera, que es fruto de la justicia y la equidad; donde se afirme en cada accin y no slo en los sermones o discursos el respeto a la vida digna de los seres humanos y de los pueblos, que son frutos de la misericordia y la verdad (Sal 85: 10-12).