Cuando este 22 de septiembre, el Proyecto Casa Tomada inaugure su Primer Taller dedicado a la juventud y los espacios públicos en las Américas, no solo estaremos continuando el camino propuesto hacia la cuarta edición del proyecto en 2017, sino que además, estaremos situando desde aquí un espacio abierto a los debates sobre uno de los temas más controversiales en la región.
A propósito del destino de la juventud y su papel en los contextos de transformación social de las Américas, así como sus disputas por lo público y las configuraciones generacionales de la política hablará el argentino Pablo Vommaro en su conferencia inaugural. No es fortuito que alguien como él llegue invitado por la Casa de las Américas para hablar sobre estos temas, además de coordinar el grupo de trabajo de CLACSO sobre juventud y prácticas políticas en América Latina, Pablo posee un doctorado en Ciencias Sociales de la UBA y es investigador de CONICET. En conversación con La Ventana recalcó la importancia de realizar eventos como Casa Tomada, donde se propongan espacios de encuentro e intercambio entre jóvenes a partir del intercambio de sus propias producciones.
De esta forma la Casa de las Américas y CLACSO integran un proceso colaborativo el cual puede contar con gran potencial para fortalcer mutuamente las acciones de ambas instituciones, agregó Vommaro. “CLACSO es una red de más de 540 centros de investigación y formación de 40 países y la Casa es una de las instituciones ligadas a la cultura y al pensamiento crítico más importantes y consolidadas de América Latina. Tanto para el actual proceso que vive Cuba como para las realidades culturales, intelectuales y sociales de América Latina esta colaboración es fundamental”.
¿Cómo valoras el tema de las participaciones y los lugares de las juventudes en el espacio público de las Américas?
Dos cosas resalto en este punto. Por un lado, que hoy las juventudes son (siguen siendo) principales protagonistas de los procesos de movilización y de los conflictos sociales en las Américas. Buscan formas alternativas, instituyen otros ámbitos y otras modalidades de organización, pero las juventudes también buscan asociarse, componerse y expresar tanto el descontento como sus propuestas de superación en el espacio público. Y justamente el segundo elemento tiene que ver con que las disputas por lo público (por la apropiación, el uso y la producción de lo público) son centrales en las dinámicas políticas y sociales contemporáneas y más aun si las miramos desde la perspectiva generacional. Es decir, que los procesos de participación juvenil intervienen acerca de las disputas y reconfiguraciones de lo público y estos conflictos en torno a lo público son grandes dinamizadores de las movilizaciones que protagonizan diversos colectivos juveniles en la actualidad. Y estos procesos tienen dimensiones expresivas y estéticas que intervienen sobre el espacio público, disputándolo y reconfigurándolo.
¿En ese sentido hacia cuáles retos crees que nos enfrentemos de manera más inmediata?
Creo que los retos principales tienen que ver con tres cuestiones. Por un lado, con el reconocimiento de la potencia que tienen las movilizaciones juveniles y las propuestas de superación de muchos problemas que signan sus realidades. Las propuestas juveniles son muchas veces desoídas, descalificadas o menospreciadas. Hace falta reconocerlas desde sus potencialidades, capacidades y dialogar con ellas.
Lo segundo se refiere a enfrentar los procesos de segregación y estigmatización que viven nuestras juventudes en la actualidad, en especial en los grandes núcleos urbanos, pero no solo en ellos. Creo que los conflictos con los jóvenes de las periferias de las grandes ciudades y la negación de sus capacidades y prácticas es uno de los causales de muchas de las violencias que hoy viven nuestras sociedades, que tiene también su dimensión generacional.
En tercer lugar, lo referido a las diversidades y desigualdades que viven nuestras juventudes hoy. En la actualidad las diversidades son una suerte de marca de época, un elemento constitutivo de las juventudes y no puede ser vista como fragilidad o fragmentación, más bien puede ser una potencia y una capacidad. A su vez, las desigualdades persistentes en nuestro continente tienen una dimensión generacional importante. Muchos indicadores y realidades sociales empeoran si se las cruza por la variable generacional, juvenil. Entonces es necesario implementar políticas públicas que reviertan las desigualdades (políticas públicas hacia la igualdad), pero que a su vez reconozcan las diversidades juveniles. Es decir, pensar una igualdad desde la diversidad.
A pesar de no contar ya con algunos de los gobiernos de izquierda que hasta hace unos años hacían pensar a la América Latina como una zona con mayores capacidades instituyentes, ¿en qué lugar crees que se encuentra el pensamiento y la creación joven de este continente?
Creo que por un lado, hay que mirar que hay países donde los procesos de cambio continúan como Bolivia, Uruguay, El Salvador, Ecuador o Venezuela. Muchos tienen sus problemas, pero hay varios países donde estos procesos continúan e incluso otros de gran movilización social, aunque sus gobiernos no puedan ser caracterizados como de “izquierda” rápidamente, por ejemplo, Chile o México.
Por el otro, creo que los procesos de pensamiento creación juvenil no solo continúan sino que se potencian día a día creando otros espacios y otras formas de expresión. Muchas innovaciones sociales son protagonizadas hoy por jóvenes, muchos de los procesos políticos y de las oposiciones a los gobiernos conservadores son protagonizados por jóvenes y muchas de las expresiones culturales y estéticas tienen también una fuerte impronta juvenil en la región. Creo que esto llegó para quedarse, al menos por varios años más.