La Casa Comunitaria Paulo Freire, sede del taller de transformación del barrio (TTIB) Balcón Arimao, llegó en el 2014 a sus primeros diez años. El recuento de su trabajo lo hizo entre libros. Y no solo porque aconteciera en la Librería Juventud de la Lisa, sino porque casi comenzaba la Feria Internacional del Libro, y el festejo incluyó la presentación del texto ¿Qué es la educación popular?, de la Editorial Caminos, además de una lectura de poesía, que semejó uno de esos saraos brasileños como el de Coperifa, donde se disparan los mejores versos “do povo” desde un rincón de Sao Paulo.
Cuando la cámara recorrió la sala, al centro estaba Maritza, una histórica líder comunitaria, bien conocida tanto en los espacios de reflexión y activismo del nodo capitalino de la Red de Educadores y Educadoras Populares, como los de fuera de La Habana. Ella introdujo el encuentro, y la imagen enfocada parecía una foto de familia. Lo fue más, cuando comenzó a escucharse: “pertenezco al taller del consejo popular Balcón Arimao, soy la madre de Alfredo, el artista”; “aquí están Flavio y Fabián, los nietos de Miriam, poeta de la Casa, que no pudo venir hoy”. Por el estilo, hubo muchas más presentaciones.
Mario Castillo, uno de esos jóvenes historiadores que sabe que la historia nace del incesante pelear con los días, como lo hacen las entusiastas mujeres y algunos hombres que le acompañaban aquella tarde, tomó en sus manos el libro ¿Qué es la educación popular? La forma de referirlo, en verdad, hizo mucho honor al título.
Habló primero de su barrio, Cocosolo, de cuando decidieron, hace siete años, crear allí un documental que fuese una especie de museo itinerante sobre el lugar, de los niños que se convirtieron en los protagonistas…Había una iniciativa llamada Invasión del barrio, recordó, y pidió que las experiencias de la Casa comunitaria de la Lisa trastocaran la soledad de Cocosolo para armar proyectos de conjunto.
Aquella idea nuestra, dijo Mario, fue significativa para la autoestima de quienes vivimos ahí, “a veces la gente no siente la importancia de lo que viven. Este libro habla sobre eso: las personas y sus sentimientos. La educación popular sirve para que esas personas sin historia recuperen sus sentidos”.
Luego agregó: “Me preguntaba por qué en un país como este la educación popular retoma importancia, a pesar de los niveles de cultura general que existen, y es que hay una carencia en la educación de relaciones fraternas en sectores populares. La educación popular ayuda a esa búsqueda, a la producción de conocimientos sin competencia y a que la gente se involucre en aquello que tiene que ver con sus vidas”.
Muchos de los proyectos que se exhibieron tenían esa finalidad. Amor entre manos, un grupo de manualidades, permite que abuelas egresadas de la universidad del adulto mayor, se junten para recuperar prácticas como el uso del delantal o para dejar otras creaciones. La muñeca negra une también a mujeres, a niños y en su propuesta está el trabajo con la cultura religiosa.
La Casa Comunitaria acoge otras iniciativas, entre ellas, las relacionadas con la formación en educación popular, con la inserción social y desarrollo de pacientes de VIH, con la recuperación del barrio, con la afrocubanía. Esta variedad de acciones compromete cada vez más, entre otros sujetos, al gobierno municipal y a la dirección de cultura para que continúen navegando y evitando el naufragio de algunas y algunos.
El encuentro concluyó con poesía. Betty y Alfredo, integrantes del colectivo de Creación Artística Trance tomaron la palabra. Primero, él abrió su Mamotreto, y ella sacó en Hilachas algunos versos. Todos conectaban con la justicia, con la entrega, con un abuelo, con la acción, porque solo “el amor no alcanza”…