Hoy el calendario me recuerda que ha pasado otro año más sin Clarita y paradójicamente con ella más que nunca. Jamás olvidaré cuando, en lo que hoy llamamos la salita (del Centro Memorial Martin Luther King), entonces sala de la casa, ante la inminente llegada de la operación, me decía que pedía a Dios que le diera vida para ver que iba a pasar en Cuba. Año 94, pleno periodo especial….
No Dios, sino las dificultades del momento, no le permitieron ver lo que pasó, pero nosotros estamos acá para seguir viendo por ella lo que acontece, para seguir haciendo, en su lugar, lo que Dios y la historia demanden en el pequeño “sitio donde estamos”. Ojalá sigamos “brillando”.
Su legado para mi, en este momento tan crítico como aquel en que ella nos dejó, sigue siendo entre otras muchas virtudes (que le costaba trabajo aceptar y decir) y defectos (que facilmente reconocía), podría ser:
– Su consecuencia con la vocación pastoral, patriótica, de compromiso con los pequeños…no sólo los de otras tierras sino los de este pueblo, los del barrio, los de la iglesia.
-Su opción por la sencillez, no de la apariencia, sino del corazón y estilo de vida…Adalys también nos dejó este énfasis: Hay que hacer opciones…y ambas la hicieron por la vida y por el pueblo.
– Su liderazgo comunitario: Clarita tuvo el privilegio de ser ordenada al ministerio pastoral… pero el logro, más que este reconocimiento justo de su vocación, estuvo en su manera de ejercer el liderazgo (palabra que no le acomodaba mucho y que sustituyó y dio un nuevo sentido con términos como animador, facilitador…). Sencilla pero intensamente firme, paciente pero intransigente con la banalidad, comprometidda y crítica, nos abrió el lindero para que la Educación popular, la lectura participativa, contextual y liberadora de la Biblia también fuera la sal que aliñara a Ebenezer y la FIBAC, al CMLK y a Pogolotti.
De acuerdo a lo que Letty Russell describe como un liderazgo feminista, a saber: autoridad compartida, participación comunitaria, inclusión, amistad, horizontalidad, poder como posibilidad y capacidad de servir comunitariamente, lectura feminista y comunitaria de la Biblia y la tradición; Clarita, concientemente y militantemente ejerció un pastorado feminista…aunque con las dificultades y limitaciones que cualquier mujer tenía y tiene en estos tiempos, que nos hacen la vida muchas veces inequitativa y cargada. Militante en el lenguaje, en los gestos y acciones (recordemos sus regaños cuando alguien hacía algún chiste racista, sexista, reaccionario, regionalista; no le gustaba nada que hiciera reir a costa de mellar la integridad de un ser humano).
Pero a pesar de tener que inventar en la cocina hambergues de pasta de oca para que Mara Luz y sus hijos pasaran más sasonado el periodo especial, entre otros pesares (los nuestros más pequeños que los de otros), Clarita nos dejó el sentir de que vale la pena luchar, amar y hasta sufrir.
– Su opción: Ella optó, optó quedarse en Cuba y asumir la dificil operación aca. Mucho antes había optado con Suárez, a quien amó como así misma, quedarse y luchar por una “iglesia con corazón de pueblo”, por un pueblo soberano, comunitario, solidario, sujeto de su quehacer, aunténticamente socialista, es decir, con corazón de ekklesía. Y les costó, pero también les privilegió.
Su mirada siga resplandeciendo junto con el rostro de Dios, en nuestras vidas. Su espiritualidad nos ilumine y de discernimiento. Su paciencia nos colme para buscar alternativas, verdaderamente revolucionarias, en las redes populares, que intentamos tejer junto con otros y otros esfuerzos. Y no voy a decir más por ella, que desde el lugar donde esté, junto con todos los que nos acompañan en la nube de testigos, debe estar incómoda de que esté hablando algo…. sobre mi madre.
por: Raquel Suárez Rodés, pastora de la Iglesia Bautista Ebenezer de Marianao