Desentrañar los códigos que subyacen a las relaciones de desigualdad y discriminación por motivos de género perpetuados en nuestra sociedad, y en consecuencia, implementar acciones para corregir tal situación, es el objetivo que persigue el taller temático “Género y Diversidades” emprendido por la red de Educadoras y Educadores Populares de Las Tunas.
Este empeño, pospuesto en varias ocasiones, dio inicio el pasado mes de mayo en la sede provincial de la Asociación Cubana de Producción Animal. A pesar de que la asistencia no ha superado nuestras expectativas, es muy importante que se hayan incorporado algunas personas interesadas en el tema, en lo fundamental, profesionales de la Universidad de Las Tunas que buscan en este ejercicio de aprendizaje, algunas pistas prácticas que la teoría no les ha permitido abordar.
Desde el mismo momento de la presentación y encuadre, cada persona comenzó a experimentar un desprendimiento de sensaciones que hacen conectar con experiencias de vida que remiten a la niñez o la primera juventud; a esos recuerdos de enseñanzas que nos llegan desde la educación formal e informal, esas expresiones verbales o gestuales que intentan moldear nuestras identidades de género; esas que asumimos sin chistar porque según nuestros mayores y semejantes son las que servirán a cada persona para poder llegar a ser hombres o mujeres de hecho y de derecho, independientemente de cómo seamos, pensemos o actuemos.
Adentrarnos en este ejercicio de construcción colectiva de conocimiento nos permite reconocer que aún existe, en la mayoría de nosotros y nosotras, un conocimiento rudimentario sobre los elementos conceptuales de género. En muchas ocasiones asumimos que hablar de género es lo mismo que hacerlo sobre sexo o mujer. Esto demuestra nuestra ceguera de género. En muchos de los casos, estas confusiones provienen de la creencia popular de que el triunfo de la revolución de enero de 1959, resolvió todos los problemas asociados a esta categoría social.
Desmontar los arquetipos sexistas en los que se cimientan las relaciones inequitativas de género, demanda de cada persona, identificar los mecanismos históricos del patriarcado que han puesto a las mujeres en posición de subordinación.
Aprender a ser mujeres o a ser hombres con plenos derechos a la justicia, precisa nuevas visiones tanto personales como colectivas. En este empeño, el modelo social cubano ha ayudado mucho, aunque aún falta avanzar más. Desde Las Tunas, sin prisa, pero sin pausa, comenzamos a allanar los caminos por la equidad.