Inauguran en Gibara, el Instituto Cuáquero Cubano de Paz
Gibara es un pueblo a la entrada de una bahía, un pueblo de tejas semiderruidas y mucha paz, que bienaventura a todo el que llega. Tal vez por esas características, además de ser la génesis geográfica del Cuaquerismo cubano, sea el lugar escogido por cristianas y cristianos de diversos territorios del país, junto a nuevos estudiantes y profesores, para declarar el nacimiento del Instituto Cubano Cuáquero de Paz (ICCP).
Allí, al norte de la región que abrigó desde inicios del siglo veinte cubano el Movimiento, aún están el templo, los hermanos y las hermanas. Desde su exterior se puede leer la sentencia que los identifica y que llena de sentido sus principios fundacionales: una Iglesia de los amigos, y que tiene el llamado de amistar a hombres y mujeres entre sí.
También con este fin, nace el Instituto, como dijeran los presentes, para ahuyentar a los lobos del rebaño, en un llamado de amor, de paz y contra toda manifestación de violencia.
Y ¿por qué la paz como principio identitario de un Instituto que nace? ¿Por qué el llamado insistente a no descuidar desde la enseñanza, la identidad y la inserción social que los Cuáqueros han defendido siempre? Estas fueron las principales reflexiones de la jornada inaugural, que al decir de Ramón González Longoria, rector del Instituto, entraba desde ya a la historia común del Cuaquerismo cubano.
El día se inauguró con un gigante abrazo que dignificó a la paz en su sentido más amplio, como la experiencia y el estado pleno del corazón que une y prospera, y bendice las más diversas acciones. Luego las palabras de Odalis Hernández, presidenta de la Junta Anual, recordaban que este nuevo espacio no era sólo propicio para que la comunidad cuáquera de Cuba se uniera, sino para servir de puente entre ésta y la comunidad mundial de Los Amigos.
El Presidente del Consejo directivo del instituido ICCP, Jorge Peña Reyes, dirigió también la mirada reflexiva de los presentes hacia los ejes que rectorarán el nuevo centro de instrucción y formación, entre otros, el rescate de la identidad propia de la Iglesia de los Cuáqueros, su llamado a mostrar las escrituras de manera coherente con el contexto latinoamericano de hoy y la necesidad de salir de posiciones cómodas y movernos en el espíritu, hacia donde nuestro pueblo necesite acompañamiento.
Hasta hoy la Iglesia de Los Amigos no pudo asumir una labor tan extensa desde la enseñanza, dijo Jorge Peña, al referirse también a la inauguración del ICCP, esfuerzo que reconoció como el cumplimiento de una idea, del anhelo postergado que esperó sin dudas el tiempo de Dios para fructificar.
También durante la jornada se recordaron los aportes del Comité Internacional de Servicio (AFSC), a Jorge Laffita, quien fuera secretario de esta Institución y a Cristian, por sus ayudas en favor del irrestricto derecho de soñar una institución para la formación y enseñanza de los principios cristianos de la paz y el amor.
Casi al concluir, un deseo en palabras del Rector: esperamos que este Instituto que hoy nace, tenga la fuerza de un elefante y también su nariz, para desde la enseñanza estar siempre pendientes de las necesidades de nuestro pueblo y canalizarlas.
Acompañando a su gente durante estos años, en medio de huracanes, mares de leva, actualizaciones económicas, durante días difíciles y memorables días, la Comunidad Cuáquera de Cuba se ha ido conformando como una iglesia insertada en la cotidianidad de la sociedad donde radica, defendiendo la esencia del Cristianismo de tener principalmente una visión comunitaria. En Gibara, un pueblo a la entrada de una bahía y con una paz que conmueve, se ha inaugurado el Instituto Cubano Cuáquero de Paz.