Esta investigadora mexicana es la coordinadora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, profesora de geopolítica en el Posgrado de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y fue directora de la revista “Chiapas” y coordinadora del Grupo de Trabajo Hegemonías y Emancipaciones del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
Este año nos volvimos a encontrar en Cuba en enero, en el taller de Paradigmas Emancipatorios; en la Feria del Libro de La Habana, donde presentó la edición cubana de su libro “El águila despliega sus alas de nuevo: Un continente bajo amenaza”, escrito con Humberto Miranda (docente de Filosofía y miembro del Grupo GALFISA de la Universidad de La Habana) y en las jornadas del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica “Dominación o Emancipación. La disyuntiva del siglo XXI”.
Después de descubrir una pequeña anécdota que nos une aún más y que nos muestra que el mundo es un pañuelo, me sentí tan identificada con el valioso e indispensable trabajo de Ana que quise hablar con ella acerca de algunos temas interesantes.
En primer lugar, Ana me comenta sobre la reunión con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y los intelectuales que participaron en la Feria del Libro de La Habana del mes de febrero.
“Estoy muy feliz de que, una vez más, Fidel eleve a Cuba en términos de la acción crítica, fue una reunión de articulación universal para que todos los intelectuales del mundo trabajen juntos contra el exterminio de la humanidad, el Comandante expuso su preocupación por una posible guerra nuclear y por la guerra real que ya existe en muchos países, por el hambre, por la desertificación, en contra del uso de la tierra para producir biocombustibles. Todos estos puntos nos los dio para que reflexionáramos sobre el sistema y analizáramos los peligros que representan, nos subrayó que llegamos al punto en que estamos perdiendo las condiciones de reproducción de la vida, si las cosas siguen en la misma dirección. El problema es que el capitalismo siempre encuentra una manera de corregirse, produce crisis y luego se recompone, pero esta vez se trata de una crisis que se resuelve con su propia negación. Para resolver los problemas de la catástrofe ecológica y social, el capitalismo debe inventarse de nuevo, pero ya no como un sistema de dominación sobre la totalidad de la naturaleza, es decir, negándose a sí mismo”.
Ana dice que el capitalismo siempre ha resuelto las crisis de una manera tangencial y esta vez también puede hacerlo, si se encuentra un lugar para vivir en el universo; de no encontrarlo, seguirá llenando la tierra de dióxido de carbono y muchas otros tóxicos que nos envenenan a nosotros.
La investigadora mexicana me dice que estamos en una encrucijada: o continuamos en la misma dirección, que representa el desastre total, o empezamos a pensar en términos no-capitalistas. “Sabemos que la segunda posibilidad es una tarea enorme, porque tenemos que repensar desde cero los fundamentos epistemológicos: cuáles son las necesidades básicas de la población, lo que significa comida… Por ejemplo, la forma del “vivir bien” de los pueblos indígenas andinos no se basa, claramente, sobre lo superfluo, no se basa en lo material, sino en la calidad de vida y especialmente en la capacidad crítica del proceso, que es la capacidad de autocrítica que todo el mundo debería tener.
Recuperar nuestro horizonte de sentido no es, entonces, un volver al pasado sino recuperar nuestro pasado y dotar de contenido al presente desde la potenciación del pasado como memoria actuante. El decurso lineal del tiempo de la física moderna ya no nos sirve; por eso precisamos de una revolución en el pensamiento, como parte del cambio.
El pasado no es lo que se deja atrás y el futuro no es lo que, de modo inerte, nos adviene. Cuanto mayor se haga el pasado consciente, habrá mayor posibilidad de generar el futuro. El problema de la historia no es el pasado sino el presente, que tiene siempre necesidad de futuro”.
Ana se esfuerza en señalarme que detener esta marcha catastrófica hacia la extinción de la humanidad requiere una profunda revolución del pensamiento en la que deberán unirse todas las “cabezas pensantes del planeta” y en esta definición no considera sólo académicos, sino también a los pueblos indígenas, a los movimientos sociales, a las personas en general de América Latina que han resistido por 500 años al colonialismo. “Es importante que la presente convocatoria venga de Cuba, que nos llame a todos a unir esfuerzos; esta isla con su Revolución siempre ha despertado las mentes con los grandes llamamientos de la izquierda, aunque ha pasado un buen tiempo desde la última vez. Sólo esperamos que las lógicas individuales no detengan el proceso y lo destruyan”.
Hablando sobre el tema del taller de Paradigmas Emancipatorios, Ana dice que es un punto de encuentro muy importante para la comparación entre los diferentes tipos de luchas, es justo que se lleve a cabo en Cuba, porque es el lugar de nacimiento de la primera Revolución exitosa en América Latina; es importante entender ahora que el socialismo cubano no es sólo de los cubanos y las cubanas, es un patrimonio muy valioso de todos los pueblos del mundo, representa una alternativa tangible al capitalismo.
“En Paradigmas Emancipatorios se refleja el socialismo cubano desde su interior, los seminarios son muy interesantes porque es raro ver una autocrítica del sistema cubano sobre la manera de pensar el futuro, no estamos acostumbrados a ver la realidad cotidiana de Cuba que busca puntos de contacto con la realidad de la totalidad de nuestro continente. En América Latina desde el Zapatismo, se quiere construir un mundo donde quepan todos los mundos, un pensamiento que vea la diversidad como riqueza, que busque la autogestión, que quiera construir otra institucionalidad, completamente diferente a la que tenemos, que es paternalista, piramidal, suplantadora, autoritaria, vertical … todas las cosas que no queremos”.
Por ejemplo, Ana vuelve a hablar del “vivir bien” de los pueblos indígenas andinos, que se consideran como parte de la naturaleza, que está antes que todo, y por eso no se debe destruir. Parece sólo una propuesta ecológica y en cambio, es un mensaje político, porque está contra las reglas del capitalismo, del consumismo, que es una carrera acumuladora, vertical, ascendente y depredadora. El capitalismo niega la vida, siempre vive en competencia con el otro, que puede ser un otro natural o un otro humano.
“Los pueblos indígenas tienen en común el pensamiento de recuperar la subjetividad, entienden el consumo desde otro punto de vista, hay que’ desmaterializar’ la vida, pensamos en necesitar tantos objetos que nosotros mismos nos estamos transformando de sujeto en objeto.
Cuando la gente es más abierta está fascinada con el contacto con experiencias de vida muy diferentes de la suya (la gente más limitada al revés se asusta), entonces tenemos que educarnos en esta curiosidad positiva por conocer, por estimular la emoción y el respecto a lo diferente. El capitalismo nos robó estos sentimientos, esta sensibilidad, este deseo de conocer.
El deseo es un gran impulso que puede mover los horizontes, porque estamos unidos en nuestra diversidad, y los horizontes convergen hacia un punto común que es anti-capitalista”.
Ana concluye la conversación diciendo que los Paradigmas Emancipatorios contribuyen al análisis de los horizontes, logran socializar los deseos para ponerlos a todos en la misma dinámica que, esperamos un mañana, pueda llevarnos a un mundo un poquito mejor.
por: Ida Garberi