¿Cómo aprecia, comunicativamente hablando, la emergencia de los movimientos sociales en nuestra región?
Latinoamérica se está convirtiendo en un lugar muy interesante de observar, con procesos sociales que son novedosos en el mundo con respecto al poder de los medios de comunicación y que nos invitan a hacernos nuevas preguntas en torno a ese tema. Somos el único continente que está generando una propuesta antineoliberal, antiglobalización, anticapitalista. En otros lugares se hace pero de manera fragmentada, débil. Aquí es una respuesta continental, tanto por los movimientos populares, como por la presencia de gobiernos que han tomado el poder.
Los movimientos sociales han entendido que no pueden contar con los medios de comunicación en la mayoría de los países latinoamericanos e intentan educarse comunicativamente para poder leer los mensajes e intenciones de esos medios. Yo he visto la experiencia en Brasil del Movimiento de los Sin Tierra (MST). En Bolivia también hay una serie de organizaciones sociales que se preparan para enfrentar ese discurso hegemónico de los medios de comunicación de manera más autónoma, crítica y con una mejor vigilancia. A su vez intentan convertirse ellos mismos en comunicadores.
En el Foro Internacional de Comunicación y Desarrollo: Ciudadanía y Gobernabilidad, que sesionó en el XIII Encuentro de FELAFACS, se debatió la relación con la comunicación de algunos gobiernos latinoamericanos, en particular, los de Evo, Correa y Chávez. Una de las tesis presentadas los consideraba “populistas”. Usted ¿qué cree al respecto?
La conceptualización de populistas para los gobiernos es injusta porque tiene una connotación negativa, muy asociada con la demagogia, y la promesa incumplida y yo creo que no es el caso de estos presidentes. Pienso que la noción más adecuada es la de socialistas.
Por otra parte estos gobiernos hacen bien en detectar en los medios de comunicación a uno de sus más importantes enemigos políticos, en primer lugar porque los medios de comunicación se han convertido en actores políticos fundamentales. No están solo informando, comunicando, poniendo en circulación ideologías y discursos, además están tratando permanentemente de incidir en los procesos de toma de decisión, de negociación del estado. Entonces son actores políticos explícitos. Luego a mi modo de ver, estos gobiernos han conceptualizado bien a esos medios como actores políticos que están en el bando contrario.
A eso hay que sumarle que en esos países, los partidos que representaban al régimen antiguo, después del triunfo de estos gobiernos populares y socialistas, se han desarticulado. Son partidos que gobernaron durante muchos años. El triunfo popular significa la desarticulación orgánica de ellos y ese lugar que dejan vacío, lo ocupan los medios de comunicación de derecha, que son la mayoría. Entonces los medios de comunicación hoy, se han convertido en articuladores y reemplazadores de esos roles, por lo que no solo llevan a cabo la conspiración en el aspecto comunicativo, sino que son lugares donde se conspira. En esa situación qué van a hacer esos gobiernos, conceptualizarlos como un enemigo fundamental, porque la oposición, la oligarquía ve que sus partidos políticos hoy son marginales en términos de preferencia electoral o de adhesión popular y busca un ente articulador y esos son los medios de comunicación.
¿Hasta qué punto las Facultades de Comunicación, las universidades, las investigaciones que en ellas se generan, les están dando cobertura a estos fenómenos que se suscitan en América Latina?
Las universidades llevan decenas de años al servicio de una educación clasista, cuando vienen los procesos de transformación social, aquellos que como yo, desde la docencia o la investigación, quieren incorporar estas temáticas sociales a la docencia, a las tesis, se encuentran con obstáculos estructurales muy fuertes. Hasta ahora se han formado profesionales muy especializados para la elite o en función de ella, que se convierten en su mano de obra.
Estructuralmente se dificulta que desde las casas de altos estudios, se apoye más de manera global los procesos de transformación social. Lo que sucede tiene que ver con el colonialismo mental de muchos catedráticos latinoamericanos. Están pasando cosas tan interesantes en América Latina y los medios de comunicación juegan un rol central en eso y no lo están estudiando, porque siguen hablando de las temáticas que interesan en el norte. Es necesario un cambio mental, ese es el desafío.
Los que nos salimos un poco de eso somos en términos numéricos, minoritarios, porque se te exige triplemente: ser un buen investigador salirte de las agendas, citar a otros autores, buscar más, hacerte preguntas de investigación distintas, postular hipótesis relativamente novedosas, que no están sustentadas en investigaciones previas, y probarlas y esas no te las financian.
Actualmente en varios países de América Latina se están pensando y aprobando marcos legales que dan más posibilidades de sumar voces alternativas a la comunicación. Cuando esas bases estén creadas ¿cuál cree que deba ser el rol de esos medios? ¿Cómo deben construir esa otra hegemonía?
Es muy importante esa construcción de marcos legales que normen en función de solo de los intereses de la elite. Después de esa voluntad política que se plasma en iniciativas legales, el desafío es para nosotros los comunicadores. El principal reto es lograr que las audiencias no se vayan a los medios de la derecha.
Nosotros podemos tener los mejores periodistas, los mejores investigadores…, y encima, tenemos la razón histórica, pero si no tenemos la audiencia ¿de qué nos sirve? En Venezuela, por ejemplo, el 92 % de la audiencia oye canales de la derecha y el 8%, los otros que ha creado el gobierno bolivariano. Entonces tenemos que hacer productos comunicativos atractivos. Nos falta atrevernos a ser creativos…
Tenemos que confiar más en la audiencia y en nuestros principios, y hacer que nos escuchen y nos vean porque si nos cambian de canal o de emisora, o no nos leen, de qué sirve nuestro fervor en el ámbito comunicativo. Y esto tiene mucho que ver con elementos de visualidad, por ejemplo, con la imagen, el diseño.
Yo creo que podemos aportar mucho en el género documental. Los hay muy buenos, con investigación de fondo, bien narrados, entretenidos y hay buenas historias que contar. Eso también se puede hacer a través de la animación. Los chicos son grandes consumidores de ellos. Ahí hay un público en el que debemos pensar.