Pero estas luchas, están ante un peligro mucho mayor y hay que decirlo con mucha pena y alarma porque esté a cargo de un gobierno que se dice de los campesinos, indígenas y movimientos sociales.
Nos encontramos ante el gran peligro de la privatización de las semillas, que por milenios fue un patrimonio que nos donó la Pachamama y ahora a punto de tener dueños particulares. ¿Será verdad que se encuentra en trámite una ley en ese sentido? y ¿Será posible que un gobierno como el presente esté impulsando una norma así?
El pasado 3 de junio un periódico de La Paz, publicó el siguiente titular: “Un proyecto de ley propone legalizar uso de transgénicos”. Un epígrafe dice seguidamente que el proyecto de ley prevé el control de la producción, importación y comercialización de productos genéticamente modificados.
Nadie dijo “esta boca es mía”. Ni ecologistas, ni defensores de la madre tierra se manifestaron contrarios en esta ocasión. El periódico, dice que la futura Ley de Revolución Productiva, Comunitaria y Agropecuaria, impulsada por el gobierno, será aprobada con ocasión del Año Nuevo Aymara, el próximo 21 de junio.
Sigue la información y dice que fue el presidente Evo Morales quien remitió el proyecto a la Asamblea Legislativa para su consideración y presunta aprobación. El ejecutivo de la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas (Anapo) Demetrio Pérez, aplaudió de inmediato ese proyecto que les permitirá ser más competitivos y por supuesto más ricos.
¿Qué significa esta norma, por ahora en proyecto? Sencillamente que las semillas podrán tener dueños particulares y las mayores beneficiarias serán las multinacionales, que al margen de tener flexibilidades para la producción y comercialización de las semillas, podrán exigir el pago de regalías a quienes produzcan con transgénicos.
Los bolivianos no estamos enterados de las implicaciones que pueden tener estas normas en proceso de trámite. No sabemos lo que puede acarrear a la vida de los campesinos, a nuestra alimentación, nuestra economía y sobre todo las consecuencias contra la naturaleza.
A fines de los años 90 desde el periódico “Presencia” impulsamos una campaña contra los alimentos elaborados con transgénicos que Estados Unidos nos donaban y a la que se unieron otros medios escritos paceños. Fue una controversia con la embajada, en pleno gobierno neoliberal que pese a su autoritarismo no se había animado autorizar el uso de transgénicos en Bolivia.
Los alimentos transgénicos, están modificados genéticamente para resistir insecticidas, gérmenes e insectos. Las cosechas son más productivas y provocan enormes ganancias, pero lo que no se sabe es qué daños pueden producir en el cuerpo humano. Hasta ahora, los habitantes del tercer mundo, somos conejillos de Indias para la voracidad económica de las transnacionales.
Con la privatización de las semillas, los grandes laboratorios mundiales, propiedad de las transnacionales, se convertirán en dueños de las semillas. Podrán manipular sus precios subiéndolos o cortando su distribución. Pasaremos a depender de ellas.
Podemos estar equivocados, pero si es cierto que se impulsa la privatización de las semillas, ésta alcanzará a otras al margen de la soya, que ahora nos enteramos, logró autorización para su producción transgénica.
El Ministro de Autonomías, Carlos Romero Bonifaz, explicó ante el programa “El Pueblo es Noticia” que la intención es garantizar el abastecimiento interno de alimentos. El 21 de junio está muy cerca. Las explicaciones son urgentes. Ojalá no se esté produciendo una agresión contra los campesinos pequeños productores.
por: Fortunato Esquivel