Hace un año atrás, y como parte de las actividades del Foro Social Américas celebrado en Caracas en enero de 2006, las instituciones y organizaciones que suscribimos este documento realizamos un taller para reflexionar acerca de la vigencia de la Teología de la Liberación en América Latina. Un número significativo de personas respondió a la invitación; la mayoría de ellas provenientes de experiencias concretas, relacionadas con el trabajo de base en diferentes ámbitos, articulados o como parte constitutiva de variados movimientos sociales.
Es importante advertir que, luego de un período de relativa invisibilización, se ha despertado en el último lustro un renovado interés por la Teología de la Liberación, expresado por una parte en la multiplicación de eventos que han procurado debatir y ahondar su vigencia y retos. En muchos de ellos han intervenido de forma activa no pocos de los denominados “padres y madres” de la Teología de la Liberación, sobrevivientes de la etapa martirial, aunque en ocasiones víctimas de sus propias iglesias e instituciones, donde se ven hoy sometidos a controles, aislamiento y marginación. En ese sentido, y como se ha mencionado en numerosas oportunidades, la represión intra y extra eclesial, así como el avance de diversas formas de conservadurismo religioso, dejaron por un lado profundas lesiones y vacíos que no deben ser ignorados, y al mismo tiempo una nueva y compleja configuración del mapa del cristianismo latinoamericano, tanto católico como evangélico.
Pese a la persecución implacable y perfectamente planificada, la producción teórica no mermó, sino que además experimentó una diversificación, tanto por los temas pero principalmente debido al surgimiento de nuevos sujetos productores de teología desde sus rostros específicos (mujeres, indígenas, campesinos, jóvenes, afrolatinoamericanos y otros). Esto último importa una novedad significativa, ya que buena parte de esos sujetos son laicos y laicas, algunos con sólida formación teológica académica y casi todos con profunda experiencia en el trabajo popular. Podemos hablar así hoy de teologías liberadoras, que abrevaron en una fuente común. ¿Cómo lograr que esa estupenda diversidad no derive en una atomización funcional al sistema, o en una suma inocua de relatos inconexos?
Por otro lado, el último decenio ha estado caracterizado de forma notable por las luchas de diversos movimientos sociales, algunos de los cuales lograron quebrar el funesto proyecto neoliberal e incluso iniciar procesos sociales, económicos y políticos de nuevo tipo; es la era de la política en las calles. Resulta significativo que en algunas de esas experiencias se han retomado públicamente elementos de la tradición del cristianismo liberacionista, con la paradoja de que no provienen ni reciben respaldo de instancias eclesiales institucionales.
Este fenómeno, que parece retornar de manera cíclica, es parte intrínseca aunque escasamente conocida de nuestra historia de emancipación, en la cual muchos protagonistas destacados hicieron suyas diversas metáforas del imaginario religioso popular, figuras bíblicas liberadoras, o relectura y actualización de textos bíblicos, para dar sentido y sustentar la resistencia, la rebeldía y la crítica a sistemas de dominación. ¿Cumple hoy ese cristianismo liberador el papel del mito que mueve al ser humano en la historia, según la perspectiva mariateguiana? ¿Desbordaron las intuiciones fundamentales de la Teología de la Liberación las fronteras de sus propios intelectuales, siendo apropiadas por movimientos que ni son eclesiales ni se identifican o relacionan orgánicamente con iglesias? ¿Qué implicaciones y consecuencias se derivan de esa apropiación? En esa nueva coyuntura ¿quiénes son los interlocutores de la Teología de la Liberación? ¿Cómo y dónde se produce el diálogo?
Si en las décadas de los años sesenta y setenta del siglo veinte la Teología de la Liberación contó con un significativo entramado social, expresado y organizado de formas variadas y dinámicas, algunas de las circunstancias apuntadas más arriba resultaron en que muchos de esos lugares perdieran su fuerza movilizadora o sencillamente desaparecieran como espacio acogedor y de formación para el campo popular. Hoy son otras las articulaciones y otros los modos y ámbitos de organización; no pocos movimientos sociales marchan en la actualidad con las iglesias o a pesar de ellas. ¿ Corre la Teología de la Liberación el riesgo de quedar desubicada en esa nueva situación? ¿Qué es lo que puede o debe aportar? Una espiritualidad de liberación se celebra de múltiples modos en las luchas actuales latinoamericanas, expresando la pluralidad cultural y religiosa del continente; en ese sentido ¿qué interrogantes implica para la identidad cristiana de la Teologñia de la Liberación?
En este nuevo y desafiante escenario, y en medio de los retos mencionados en los párrafos anteriores, consideramos que es fundamental una tarea de recuperación creativa y resignificadora de las intuiciones liberadoras axiales de la tradición cristiana.
Es suficientemente claro que la Teología de la Liberación no es una más entre otras corrientes, y que tuvo la capacidad de sistematizar y expresar las raíces y vertientes liberadoras del cristianismo. Su punto de partida no son principios teológicos abstractos, sino la historia concreta y real, en la cual se sigue escuchando dramáticamente el clamor por la liberación, fecundado hoy además por experiencias prácticas y reales de emancipación. Se inscribe así en sintonía con el tipo de ética que Jesús de Nazaret propone como criterio de salvación en su conocida parábola del juicio final (Mt 25, 31-46) en la cual se ofrece una estupenda síntesis de las tradiciones bíblicas que sostienen lo inútil de pretender hacer teología sin responder antes a los gritos de dolor y de protesta de los pobres. Podemos así afirmar que en América Latina hay un antes y un después en el modo de hacer teología
La Teología de la Liberación tuvo el coraje de convidar a los pueblos a superar la idea de un cristianismo concebido como compendio de devociones, tradiciones y dogmas más o menos sublimes, y de invitarlos a redescubrir la centralidad de la figura de Jesús, y en particular sus preferencias y su praxis. La invitación sigue en pie.
Ecuvives (Venezuela)
Red de Centros Laicos del Cono Sur (Cono Sur, Mesoamérica y Caribe)
CEBI (Brasil)
Centro Memorial Dr.Martin Luther King, Jr. (Cuba)
Enero de 2007