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Comienza en la comunidad yaqui de Vícam, Sonora, México, el encuentro de pueblos indígenas

El Encuentro de Pueblos Indígenas de América, que se celebrará en la comunidad yaqui de Vícam, en el estado de Sonora, inició ayer el proceso de registro, y será inaugurado por las autoridades tradicionales de la localidad, así como por el Congreso Nacional Indígena y la Comisión Sexta del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) este jueves por la mañana.

En tanto, la caravana de asistentes que participaron en la reunión preparatoria en Santa Lucía del Camino, Oaxaca, denunció agresiones y hostigamientos, tanto en su lugar de partida como a lo largo de trayecto entre el estado del sur y el Valle del Yaqui en Sonora. “A las 3 de la madrugada del siete de octubre, después de la reunión preparatoria realizada los días 4, 5 y 6 de octubre en la casa del Consejo Indígena Popular de Oaxaca Ricardo Flores Magón (CIPO-RFM), a donde acudieron indígenas de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán, Oaxaca y Quintana Roo, un carro se detuvo frente a la casa comunitaria y se escucharon varios disparos de arma de fuego, y enseguida la huída del carro agresor”.

En esos momentos, los que preparaban el viaje a Vícam buscaron dónde protegerse de lo que pensaron era un ataque directo. “Después, todo quedó silencio, salimos a la calle y nos percatamos que los disparos (seis impactos de grueso calibre) fueron hechos en la casa del candidato del PRI a la presidencia municipal de Santa Lucía del Camino, que está frente a la casa comunitaria”. Los hechos motivaron patrullajes de carros con militares, policías antidisturbios y agentes de civil, con el pretexto de vigilar la zona, pues pocas horas después iniciarían las elecciones estatales.

Desde ese mismo día, en el camino a Vícam, los delegados y sus acompañantes fueron hostigados constantemente. Primero por la seguridad pública, en la madrugada del 8 de octubre, en la salida de México a Querétaro. El autobús en que viajaban (placas 448RB7) fue detenido por el policía Alfredo Aguirre López (placas 1039) y otros agentes, “quienes trataron de manera agresiva y prepotente, y después de mucho discutir” dejaron ir al vehículo.

El martes por la tarde el autobús fue detenido en Nayarit por miembros de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) “que con el pretexto de la droga y los migrantes, quisieron revisar el autobús y pedir que se identificaran todos los compañeros y compañeras, de manera autoritaria, prepotente e intimidatoria, pero nuestros compañeros no se dejaron”.

Más adelante, en un retén militar del Ejército instalado en la carretera de Acaponeta a Mazatlán, los delegados fueron obligados a bajar del autobús y revisaron “todo”, con el pretexto de la Ley Federal de Armas y Explosivos. “Los compañeros de los medios alternativos tomaron fotos, pues esos actos son anticonstitucionales, por lo que los amenazan con detenerlos hasta que borraran la foto que tomaron y ahí permanecieron más de 30 minutos”.

Este miércoles, a las 5 de la mañana, volvieron a ser detenidos en la Novena Zona Militar, por el batallón 89 de infantería, en El Desengaño, Sinaloa. “Aquí el pretexto fue que los compañeros vigilaban la revisión que los militares hacían a sus pertenencias, éstos empezaron a agredirlos y pedirles sus nombres e identificaciones”. Ya cerca de Ciudad Obregón, Sonora, “unos oficiales que no se identificaron ni se presentaron detuvieron el autobús para revisarlo”.

Según la denuncia, “estos hechos, junto con el hostigamiento que han sufrido los comandantes del EZLN en los mismos retenes militares, los desalojos a los pueblos zapatistas del EZLN, el ataque de los yoris (mestizos) que utilizaron algunas autoridades yaquis para descalificar y atacar al Encuentro de los Pueblos Indígenas de América y toda la persecución para los de la otra campaña, no es sino la guerra abierta para los que nos organizamos desde abajo y a la izquierda. Es la desesperación de los gobiernos lacayos para detener lo que ya no puede detenerse: el avance de los pueblos indios”.

Los delegados exigen garantías “para que todos y todas regresemos a nuestras comunidades con bien” tras concluir la reunión en Vícam, el próximo domingo.

PALABRAS DEL EZLN EN LA INAUGURACIÓN DEL ENCUENTRO CONTINENTAL DE PUEBLOS INDIOS DE AMÉRICA. Vicam, Sonora, México.

11 de Octubre del 2007.

Hermanas y hermanos:

Por mi voz, habla la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Y en mi voz los saludamos los hombres, mujeres, niños y ancianos zapatistas, indígenas de raíz maya que viven y luchan en las montañas del sureste mexicano.

Saludamos a los pueblos, naciones y tribus que raíz y sustento son de este continente.

Saludamos los muchos colores que en ellos y ellas tiene el color de la tierra.

Saludamos a los pueblos indios del Noroeste de México que nos acogen: al Kumiai, al Pai Pai, al Kiliwa, al Cucapá, al Tohono Odham, al Comcaá, al Pima, al Mayo Yoreme, al Raramuri, al Guarijío.

Y especialmente saludamos al hombre y la mujer Yaqui que nos recibe y en cuyos suelos y cielos se encuentran las palabras de las culturas originarias de América.

Saludamos a las autoridades tradicionales de Vicam, y de los otros pueblos presentes de la tribu Yaqui.

Saludamos al Congreso Nacional Indígena, voz y oído que nos convocan.

Saludamos a las mujeres y los hombres de Sonora, de México, de América, del Mundo, que nos ayudan, apoyan y acompañan.

A este Encuentro de Pueblos Indios de América se llega con todo en contra: las distancias, las lenguas, las fronteras, los gobiernos, las mentiras, las persecuciones, las muertes, y las falsas divisiones que el de arriba nos impone.

Y como todos nuestros sueños en la vigilia que de arriba nos imponen, parecía imposible la víspera, hace unas horas, hace unos días, hace unos meses, hace unos 515 años.

Hay presentes delegaciones y representaciones de pueblos, naciones y tribus que dan vida a América, desde la Alaska hasta la Patagonia.

De muchos rincones llegan el oído y la palabra.

En veces escucharemos su canto, en veces su silencio.

En veces veremos su color, en veces su recuerdo.

Por eso saludamos a quienes están estando y a quienes estando no están.

Y con memorias saludamos, con historias.

Al otro extremo de la tierra mexicana, en las montañas del sureste, cuenta una leyenda que, cuando la luna es una sombra apenas herida por un curvado rasguño de luz, una pregunta se dibuja en el espacio que los dioses primeros, los que nacieron el mundo, hicieron para que las pieles se crecieran en la caricia que alivia cansando.

Y cuenta la leyenda que la pregunta se repite en el nocturno techo de los pueblos indios de todo el continente, cuando la luna es nueva en nuestros cielos.

La misma interrogación aparece en el cielo del norte de América, en tierra HAUDENOSAUNEE, de las Naciones Mohawk, Oneida, Cayuga, Onondaga, Seneca y Tuscarora, sobre el TSONERATASEKOWA, el Gran Árbol con las hojas siempre frescas; pasa por la tierra del Wayúu y se extiende hasta el cielo del Mapuche, en el extremo sur del continente.

Cada luna nueva, una pregunta antigua:

¿Habrá vida para la tierra, la madre más primera?

Y cuentan nuestros más mayores, los guardianes de la memoria, que la respuesta no fue creada cuando los dioses más primeros nacieron el mundo.

Cuentan que fue dejada por ellos y ellas, los creadores, como pieza fundamental del rompecabezas del mundo.

Cuentan que en el techo de la tierra la dejaron, que de modo la hicieron para que cada tanto apareciera, para que no se perdiera la memoria.

Vino después el dinero mandón a la muerte mandar en estas tierras.

Trajo destrucción y la nombró “modernidad”.

Trajo robo y despojo y los nombró “civilización”.

Trajo imposición y la nombró “democracia”.

Trajo desmemoria y la nombró “moda”.

Porque, cuentan nuestros sabedores, la pregunta ni siquiera se alcanza a distinguir en las bóvedas del dinero en Wall Street, en las torres de cristal de las grandes corporaciones, en los bunkers de los malos gobiernos que duelen a lo largo del continente.

Y cuentan que, por eso, sólo los pueblos originarios pueden leer en el cielo ésa y otras preguntas que dejó el inicio del mundo, el andar primero de la tierra.

Desde entonces, cuentan nuestros más antiguos, muchas respuestas se ensayan, canto se hacen, danza, lengua, color en tela y piel, palabra, historia, cultura, memoria.

El de arriba, el Mandón, el dinero, tiene una sola respuesta, sólida como su cuenta bancaria, abundante como su codicia, creciente como su ambición.

“No”, responde el dinero, “no habrá vida para la tierra”.

“Habrá negocio”, argumenta para no decir “habrá muerte”.

En cambio, en nuestros pueblos, naciones y tribus originarias, la respuesta está rota, partida en muchas piezas, desperdigada en los calendarios y las geografías, perdida entre las fronteras que la muerte erige y gobierna.

Hace 515 años, el dominador nos descubrió enfrentados algunas veces, divididos otras, fragmentados siempre.

Conquistó entonces la sangre rota que unida estaba por la tierra.

515 años en que nuestros pueblos, naciones y tribus han buscado resistir, sobrevivir, luchar.

Estas historias de dolor y de rebelde dignidad se escucharán ahora.

Oído y palabra nos haremos para conocer lo que somos y en dónde estamos.

Nombrado será el dolor de nuestra sangre y nombrado será el responsable: el dinero.

Nombrada será la experiencia y la sabiduría y nombrados serán nuestros pueblos.

Nombradas serán nuestras demandas: la justicia que queremos, la democracia que necesitamos, la libertad que merecemos.

Nombrado será lo que nos pertenece y nos fue y es arrebatado.

Escucharán nuestros corazones y los de nuestra gente.

Aprenderemos entonces, tal vez, que la respuesta que la tierra, la madre más primera, espera, el “sí” a la vida que reclama, empezará a dibujarse en nuestros cielos cuando sea colectiva, cuando este continente recupere la voz que hoy enmudecen con fuego, olvido y ruido.

La voz más primera, la originaria, la nuestra.

Entonces, tal vez, como la luna nueva que comienza hoy su paso de la sombra a la luz, empezará a dibujarse en nuestras niñas y niños la respuesta que vida será en su camino, en su paso, en su compañía.

Para eso, tal vez, habrá que mirar atrás y muy lejos, que así llaman los nuestros a la memoria; habrá que ser dignos hoy y aquí, que así llaman los nuestros a la rebeldía; y habrá que caminar mundos que no existen todavía pero esperan la mano que los forme, la boca que los cante, el paso que los ande, que es así como los nuestros llaman a la lucha.

Hermanas y hermanos:

Es nuestra decisión que en esta ocasión calle nuestra historia propia como zapatistas que somos. Sabemos que nuestros dolores serán nombrados en los dolores de otras y otros hermanos y hermanas indígenas, como serán nombrados también nuestros sueños y esperanzas, y las luchas que a eso hacer realidad, llevan.

Hoy, como otras veces, nos toca ser el puente para que las voces de ustedes vayan de uno a otro lado, para que un oído generoso encuentren, para que sus colores se vean y sus memorias se muestren.

Así dijeron nuestras jefas y jefes, los guardianes:

Que hablen el otro y la otra, que escuche nuestro corazón.

Que enseñen la una y el otro, que nuestro corazón aprenda.

Que nuestro silencio sea saludo, homenaje, respeto y gratitud a quienes, desde Canadá hasta Chile, nos recuerdan que no nos vencieron, que la batalla continúa, y que la victoria será vida en otro mundo, uno donde quepan todos los mundos que somos y seremos.

Que así sea.

Muchas Gracias.

Desde Vicam, Sonora, México, Continente Americano, Planeta Tierra, Sistema Solar.

A nombre de los hombres, mujeres, niños y ancianos indígenas zapatistas.

Subcomandante Insurgente Marcos.

México, Octubre del 2007.

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