Home Resumen Semanal No. 18-2012 ¿Cómo utiliza Cuba Internet?

¿Cómo utiliza Cuba Internet?

De vez en cuando y casi siempre desde las mismas fuentes, se escuchan voces reclamando el “libre acceso de Internet” para todos los cubanos. Según estas fuentes Cuba es un país que pudiera tener conectada a Internet a la mayor parte de su población y desde un punto de vista tienen razón. Cuba no tiene las limitantes educacionales que impiden que miles de millones de personas en el mundo accedan a la red de redes.

En definitiva Cuba no tiene analfabetos, tiene una escolarización prácticamente total hasta el noveno grado, tiene una dotación de computadoras y maestros preparados en todas las escuelas del país, hasta las más remotas escuelas rurales de pocos y hasta de un alumno. Cuenta además en todos los municipios del país con los “Jovén Club de computación” a donde acuden personas de todas las edades para adentrarse en el conocimiento de estas tecnologías y hacer uso de ellas. Tiene organizada además la enseñanza y el uso de las tecnologías digitales en la enseñanza media y en las universidades que ahora tienen sedes en todos los municipios.

Todo lo anterior se ha logrado muy a pesar del bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos desde hace 46 años contra nuestra Isla que no sólo impide cualquier tipo de relación económica entre empresas y ciudadanos norteamericanos y cubanos, sino que interfiere, persigue y castiga a ciudadanos y empresas de otros países que osen violar los términos de ese bloqueo o que impide que Cuba acceda a créditos de las instituciones financieras internacionales. Muchos de los logros antes apuntados sumariamente han tenido un especial impulso en los últimos años cuando apenas la nación sale de la profunda crisis económica que provocó la desaparición de la antigua Unión Soviética y los países socialistas europeos que se habían convertido en socios económicos principales justamente como alternativa de sobrevivencia y desarrollo ante el bloqueo.

De lo anterior podemos sacar dos conclusiones. Una: cuánto más podría haberse hecho en Cuba en condiciones menos adversas; y dos: cuánto más podrían hacer muchos gobiernos que no tienen tales limitaciones para contribuir al desarrollo educacional de sus pueblos y crear condiciones para que sus países puedan salir de la dependencia y hacer retroceder la pobreza en un mundo donde cada vez más el conocimiento es el factor fundamental del desarrollo y el bienestar.

Pero volvamos al reclamo inicial de aquellas voces que, por cierto, omiten todos estos elementos en sus declaraciones. ¿Por qué entonces en Cuba no hay “libre acceso a Internet”?

Cuba como país sólo logró acceso a Internet por vía satelital en 1996 y hoy, diez años después, no ha logrado, (como consecuencia del bloqueo norteamericano ya mencionado) acceder a los cables de fibra óptica que pasan bien cerca de sus costas. De lo anterior se desprende que los anchos de banda de que dispone son insuficientes para sus requerimientos de desarrollo y los costos de acceso a Internet son muy elevados. Por otra parte la propia telefonía nacional no había logrado avanzar hasta años muy recientes hacia la digitalización y la instalación de fibras ópticas dentro de su territorio lo que es una limitante de infraestructura.

¿Qué hacer ante estas restricciones? Las instituciones cubanas apostaron por lo que hoy llamamos un modelo de apropiación social de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs). Así surgieron experiencias tan exitosas como la red de la salud (Infomed) que pone en manos de los médicos de la Isla la información necesaria para su continua superación y los espacios para gestionar el conocimiento en línea, a partir del intercambio de experiencias e informaciones. Han aparecido también redes y portales informativos para los intelectuales y artistas (Cubarte) o redes para investigadores y profesionales en general en diferentes ramas de la ciencia, la producción o los servicios.

De esa forma los escasos recursos financieros y tecnológicos se ponen en función de los intereses vitales del país y las posibilidades que brinda Internet y, en general, el uso de las TICs favorece a toda la población y no sólo a quienes están conectados a las redes. Así la señora de la tercera edad que nunca se ha sentado frente a una computadora se beneficia a través de su médico, de lo que él obtiene mediante la red digital Infomed, o el niño recién nacido que es vacunado gratuitamente contra 13 enfermedades en su primer año de vida está recibiendo los beneficios de la información que los científicos obtuvieron en el intercambio con colegas de otras partes del mundo o accediendo a las costosas bases de conocimiento.

Esto no puede lograrse si se sigue únicamente la lógica del mercado, es decir, que se conecten “libremente” aquellos que tengan los medios financieros para hacerlo. En algunos países de América Latina se han puesto en marcha programas complementarios para la apropiación social de las TICs pero en las condiciones concretas de Cuba, tanto por la estructura de propiedad, la centralidad de lo social en las visiones sobre el desarrollo y las disponibilidades de recursos financieros y tecnológicos, estos programas constituyen el eje medular de la apropiación de estas tecnologías.

Esta política racional y eficaz de usar Internet constituye un modelo práctico de los que los teóricos han denominado “uso con sentido” y “apropiación social de las TICs” que es válido no sólo para el caso cubano sino para todos los países en vías de desarrollo que debían centrar sus esfuerzos en encontrar las maneras propias y mejores para utilizar la revolución tecnológica en este vital campo, en vez de seguir mimética y compulsivamente los modelos de uso y consumo que provienen de los centros generadores de las tecnologías.

Otra importante conclusión que puede extraerse de la experiencia cubana es que las inversiones en estas tecnologías no son un fin en sí mismo que busca a toda costa salvar la “brecha digital”, sino que están puestas en función de programas que permiten acortar la “brecha social”. No sólo son un acto de justicia y de reconocimiento de los derechos humanos fundamentales sino la condición para que los países llamados eufemísticamente “en vías de desarrollo” dejen de ser naciones dependientes y empobrecidas.

En el caso de Cuba resulta insustancial, además de difícil de establecer con rigor, cuántas personas están conectadas a Internet. Lo que sí puede decirse es que se hace un uso masivo de los beneficios de las tecnologías digitales, y que aún ese aprovechamiento puede ser y será mucho mayor en la medida en que instituciones y profesionales se adentren en el dominio no sólo de la informática sino también en las técnicas y procedimientos de acceso, procesamiento y uso de la información; es decir de los procesos de aprendizaje que permiten convertirla en conocimientos.

Por otra parte, no debiera obviarse que el gobierno norteamericano actual, no sólo ha recrudecido el bloqueo sino que creó una “comisión para la transición en Cuba”, designó a un funcionario del Departamento de Estado para ser el “coordinador” de esa supuesta transición y tiene un plan que lleva el nombre de su progenitor “Mr. Bush” que otorga millones de dólares para la subversión del régimen cubano y que tiene, además, una cláusula secreta. ¿Ante esto alguien que mire serena y desprejuiciadamente la realidad cubana puede juzgar como vocación totalitaria, injustificada, empeñada en desconectar a los cubanos del mundo —entre otras muchas acusaciones que se hacen— las medidas de seguridad y control que el gobierno cubano ejerce sobre el uso de Internet.? ¿No sería mejor reclamar el cese de ese acoso y la creación de un clima de respeto de la soberanía de Cuba y de reconocimiento de la capacidad del pueblo cubano de decidir su destino sin interferencias foráneas?

El pueblo de Cuba no necesita que nadie pida a gritos su acceso a Internet, lo que necesita es que se ponga fin al injusto y criminal bloqueo y a toda medida de fuerza que intente determinar desde afuera el curso de la historia de la nación. Luego, los cubanos y las cubanas sabremos cómo seguir haciendo cada día una sociedad más justa, más libre, más solidaria.

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