Fue una jornada para la reflexión, compartir experiencias, saberes, utopías y definir acciones para difundir la realidad de Gerardo, Ramón, Fernando, Antonio y René y ayudar a que puedan regresar a la Patria, donde los espera una familia de más de 10 millones de cubanos y cubanas.
Como un mosaico: diverso, rico, plural… fue pintada la América Nuestra, hecha con la alegría y las tristezas de su gente, con sus canciones, sus bailes, su solidaridad, su lucha constante por la soberanía y contra las nuevas formas de colonización, sobre todo, la cultural, que tanto lacera la espiritualidad y la capacidad de movilización en aras de una vida plena y en armonía con la naturaleza.
Sobre las realidades de Honduras, el Salvador, Colombia, Venezuela y Ecuador hablaron Ariel Dacal, Esther, Yanoris, Bernaldo, Saimí, Rafael González (director de Grupo de Teatro Escambray) y Llanisca. Pero no lo hicieron a la usanza de los medios de comunicación que satanizan a la guerrilla colombiana y le restan importancia al Movimiento de los Sin Tierra brasileños, por citar dos ejemplos de la manipulada agenda mediática de los poderosos.
En sus reflexiones estaba la herida abierta por la violencia salvadoreña (entre 11 y 13 jóvenes mueren cada día allí por ese flagelo), las drogas que cruzan América para «alimentar» las bandas armadas, la mercantilización de la vida, la defensa de los campesinos brasileños por su derecho a la tierra a pesar del acoso y los asesinatos pagados por agromafiosos.
Pero, más que todo ese panorama desgarrador, quedó el amor, la confianza, las originales alternativas para resistir, soñar y recolocarse en un difuso panorama signado por un capitalismo voraz. Los asistentes al taller «sintieron» que cada una de las narraciones era un fecundo canto a la vida de nuestros hermanos y hermanas del Continente.
También se contaron experiencias del trabajo en cooperativas para edificar viviendas y producir valores que les permita vivir en comunidad a un pueblo que quiere salvarse a sí mismo, juntos y juntas, para poder enfrentar la atomización del tejido social. Un pueblo al que le asusta la idea de que Cuba no esté algún día.
Rafael González nos recordaba, entonces, que la Revolución cubana nos hizo girar la mirada desde el norte hacia el sur y ahora tenemos el compromiso de seguir siendo su referente de solidaridad y espiritualidad, en la edificación de una sociedad que consuma menos y enriquezca más la cultura de su gente.
Conmovedor fue el testimonio de Llanisca Lugo sobre la gira de La Colmenita por los Estados Unidos. ¿Cuánto sería posible si los pueblos de Cuba y Estados Unidos pudiéramos dialogar más allá de la política de Washington?, se preguntó la coguionista de la obra Abracadabra.
No hubo rechazo, ni siquiera en Miami, a pesar de la insensatez de la congresista anticubana Ileana Ros-Lehtinen. Sí muchos aplausos, abrazos, compañía y vivas a Cuba.
Y la voz de los Cinco siempre estuvo alentándolos, divirtiéndose al otro lado del teléfono, como hombres puros, sencillos. Cubanos, al fin. Y por ellos, por su grandeza, por su vocación altruista, por la inmensidad de su entereza, los asistentes al Taller acordaron hacer más por su regreso, difundir la verdad sin afeites, describirlos como seres humanos, sin grandilocuencias.
por Norland Rosendo, integrante de la Red de educación popular en Manicaragua