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“Crisis del capitalismo: repensando alternativas desde América Latina”. Retos actuales y algunas propuestas

El capitalismo está en crisis, pero ¿qué es la crisis del capitalismo, más allá de sus síntomas? ¿Es integral, sistémica y civilizatoria? En un contexto como el actual, ¿cuáles son las alternativas que emergen desde América Latina y el Caribe?

Explorando en torno a tales cuestiones se reunieron en un panel Ana Esther Ceceña (México), Mariano Félix (Argentina) y Fernando Martínez Heredia (Cuba) durante el IX Taller Internacional sobre Paradigmas Emancipatorios.

Entre los aspectos del contexto actual señalados por Fernando M. H., útiles al análisis de la situación y de las opciones que en su marco pueden tener lugar, se encuentran el agotamiento de los espacios geodemográficos, así como de los espacios de reforma dentro del sistema capitalista. Por otro lado, existe una insalvable extenuación de los recursos naturales, y es creciente la tendencia a la conversión de bienes comunes en propiedad individual. En una dimensión más subjetiva, se señala la crisis de la noción de futuro, sustituida por la generalización de un sentimiento de incertidumbre.

La cada vez más evidente dificultad de recomponer el sistema se relaciona estrechamente con el hecho de que recurra con creciente frecuencia a la fuerza para la legitimación de su poder, a la violencia como garantía de su sostenimiento. Este es un indicador de la gravedad de la situación, puesto que en condiciones comunes, el poder se legitima solapadamente mediante la hegemonía cultural, según Gramsci, reproduciendo sus patrones de dominación como naturales, de modo que el dominado los acepta e incorpora sin resistencia.

Martínez H. expresa que la manera que tenemos de superar el sistema es aportando una visión del mundo otra. En cuanto a la señalada condición civilizatoria de la crisis (lo cual implica que esta dimensión debe ser contemplada por las alternativas), en lo particular no simpatiza con la carga jerarquizante del término, con su historia relacionada con la oposición a la “barbarie”, con la pretendida cualidad de algunos de “saber vivir” y dotados de la capacidad de tomar las decisiones. En cambio, liberador es un término que le parece más coherente y atractivo como propuesta, definitivamente desembarazado de tales nociones. “Desde el lenguaje mismo debe comenzar la liberación”.

Mariano Félix (Argentina), por su parte, es de la opinión de que la crisis es en el capitalismo y no del capitalismo, puesto que no hay garantía alguna de que el quiebre de determinadas estructuras signifique el fin del sistema. Apunta que se trata de una crisis provocada por el neoliberalismo, y por tanto una crisis del capitalismo en su forma neoliberal, cuya causa no ha sido el fracaso de los objetivos que conformaban este proyecto, sino justamente por su éxito, por la flexibilización de capital que logró, lo cual resintió primeramente a las llamadas periferias.

Por su parte, Ma. Esther Ceceña piensa que el enfrentamiento es demasiado complejo como para solo enfocarse en el neoliberalismo; por ello, propone una mirada al capitalismo en términos de su matriz epistemológica, puesto que debe ser entendido desde la manera en que se relaciona con todo, en su concepción de la naturaleza (incluida la humana) como objeto de “progreso”, como elemento de constitución de fuerzas productivas, “único camino al bienestar”, la meta que reclama todos los sacrificios y que responde a un esquema de pensamiento que se muestra como incuestionable. Tal concepción del ser humano y la naturaleza implica la destrucción del sujeto, su anulación a partir de la conversión en una fuerza productiva más. Se instauran relaciones de sujeto-objeto entre sujetos, y absolutamente todo es pasado por un criterio de objetivación, de la equivalencia a meros elementos de fuerzas productivas.

Es necesaria la desarticulación de todos los escenarios en que se construye el dominio (sobre todo los culturales), la negación del colonialismo, la discriminación y sus combinaciones y complejizaciones, así como recuperar al sujeto y la relación sujeto-sujeto.

El reto fundamental es el nacimiento de un nuevo pensamiento, cuyo desafío esencial es la construcción de una nueva praxis, realmente alternativa, realmente diferente, que suponga un cambio radical en la concepción de todo: una cosmovisión otra, o bien que retome aspectos preteridos por siglos de colonialismo y neocolonialismo, y potenciados por la globalidad capitalista. Para ello debemos repensar nuestras estrategias de desarrollo, cuestionando incluso, el propio término, resignificándolo de acuerdo con nuestras necesidades y características.

Se hace indispensable desterrar concepciones demasiado pragmáticas que implican parcelaciones de la realidad. La alternativa se manifestará en una manera de vivir, no en métodos económicos aislados de la manera en que los sujetos los ponen en ejercicio y viven el proceso. Una alternativa real reclama la propuesta de un nuevo tipo de relaciones en todo sentido: con lo que se produce, con los sujetos semejantes, con la naturaleza…, es la apuesta por una opción política en todo lo amplio de la palabra.

No tiene sentido pretender construir primero una “base material” aplicando métodos orgánicos al capital, a partir de la cual nacerán más tarde las nuevas conciencias, esas que permitan un modo diferente de desarrollo, de crecimiento; como no es posible que surjan estas por generación espontánea y no a partir de prácticas. Esta concepción comporta un error básico: una vez más la separación sujeto-objeto, con la agravante de que no es posible detener la formación de ideologías, de imaginarios, de cosmovisiones…, no es posible detener las mentes, mientras los brazos construyen una base material sobre la cual hacer “después” la sociedad que constituye la aspiración. Han predominado en este sentido maniqueísmos en los análisis y en el diseño de estrategias alternativas: la economía por un lado y la subjetividad social por otro, se ha priorizado por momentos la cuestión material como si esta no implicara la formación de subjetividades, o bien se ha hecho lo contrario; como si en la realidad pudiera detenerse el tiempo convenientemente, congelar variables, aislar metodológicamente, como dicta el rigor científico…, base y superestructura separadas, aisladas, independientes. El primer paso sería la superación de semejantes limitaciones.

En la región

Las condiciones generales de América Latina apuntan a que nos encontramos en un buen momento, dado por la maduración de la cultura política y las enormes potencialidades de los movimientos sociales, cuyos reclamos han ganado en armonía a nivel regional. En definitiva serán las prácticas el fundamental agente de construcción de una nueva política, realmente alternativa, y no reproductora de las mismas lógicas en sentido contrario, por ello es necesaria la creación de un nuevo orden de relaciones. Fernando Martínez H. considera importante “evitar la antigua tentación de mando y perder definitivamente el miedo a la diversidad” como presunto foco de debilidad. No basta con ser alternativos y resultar dentro de nichos de tolerancia que el capitalismo “ofrece”, que suponen organicidad con el sistema, y que “integra” y anula las acciones de resistencia en calidad de tales.

Otro desafío constante es la creación de poderes populares, acompañados de la capacidad de articulación. Las alternativas requieren un análisis en su interconexión, y en la medida en que solidifiquen el proyecto de mejoramiento humano, justicia social de manera integrada; lo cual implica actitudes de madurez y autocrítica, unidas a propuestas “muy ambiciosas, profundamente creativas y originales”.

Un camino prometedor es el aprovechamiento de lo mejor de cada experiencia, recombinando todos los elementos, resignificándolos y reestructurándolos de acuerdo con los intereses y las características propias.

por: Mónica Rivero

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