Latinoamérica y el Caribe sangran. Por sus venas abiertas corren cientos de años de crímenes, injusticia y marginación. Las potencias europeas y el imperio del Norte, mediante sus guerras de conquista y colonización; su voraz expansión capitalista y, más recientemente, los llamados de modo eufemístico Tratados de “libre” comercio, han impulsado estrategias para dominar a los pueblos de este lado del mundo. Por más de quinientos años han repetido fórmulas, acuerdos, tratados; pero en el fondo los propósitos continúan siendo los mismos: imponer un modelo único de pensamiento, saqueo y sumisión. Frente a estos apetitos, los movimientos sociales de América Latina y el Caribe aúnan esfuerzos para sacudir el yugo que les impide andar, integrarse y crecer.
Todos los años La Habana es punto de encuentro y concertación, de aprendizajes y articulación de redes, plataformas y organizaciones sociales, campesinas, indígenas, de mujeres, jóvenes, religiosos, sindicalistas. En abrazo solidario mujeres y hombres de este continente se juntan para poner en común agendas de lucha y acción. En este sentido, el Encuentro Hemisférico de Lucha contra los Tratados de Libre Comercio (TLCs) es reconocido y defendido como espacio plural y abierto al diálogo y a la participación por parte de todos los actores sociales que desde sus diversas realidades enfrentan las “mutantes” estrategias de reconquista del capital financiero internacional, las transnacionales y los gobiernos del Primer Mundo.
La vocación solidaria de esta pequeña isla del Caribe ha acompañado a esas luchas y esfuerzos de los movimientos sociales y de los nuevos gobiernos, que identificados en grados diversos con los anhelos de cambio social de sus pueblos, han emprendido el camino del diálogo político y la integración cultural y económica.
Para Cuba, como ha expresado Yilián Jiménez —viceministra de Relaciones Exteriores en su intervención especial en el último día de debates del VII Encuentro Hemisférico de Lucha contra los Tratados de Libre Comercio (TLCs)— “ser solidarios no es un consigna, sino expresión de la esencia profundamente humanista de nuestra Revolución”.
Al referirse a los programas de colaboración que desarrolla la isla en naciones de África, América Latina y el Caribe en campos tan sensibles como la salud y la educación dijo que “son ejemplos palpables de cómo es posible enfrentar a la pobreza, la inequidad y la desigualdad”.
La viceministra explicó cada una de las misiones que desarrollan profesionales de la salud y la educación cubana por el mundo, que incluye no sólo la prestación de servicios técnicos sino también la construcción de centros de atención oftalmológica en la llamada “Misión Milagro” que ha devuelto la visión a más de un millón de personas sólo en 2007.
Explicó cómo ha crecido la creatividad y la voluntad del personal médico cubano que, junto a los movimientos indígenas, campesinos y sociales de cada país y región de nuestro continente, ha posibilitado sortear limitaciones de todo tipo: culturales, infraestructuras y hasta tecnológicas en función de llevar la medicina comunitaria, profundamente popular, a los rincones más apartados e inhóspitos de la geografía latinoamericana.
Se refirió también al programa de becas que desde 1981 Cuba ofrece de forma gratuita a países del Tercer Mundo a partir de una concepción de la formación médica que coloca el énfasis en el ser humano y no en la medicina como mercancía. “Nuestro paradigma de formación para la enseñanza de la medicina –dijo— potencia la creatividad, la imaginación y el desempeño integral del profesional que pone su servicio en función de la comunidad y el ser humano”.
Muy importante resultan las experiencias obtenidas en la multiplicación de esta concepción pedagógica entre las y los jóvenes médicos que al graduarse de la Escuela Latinoamericana de Medicina en Cuba (ELAM) llevan sus conocimientos a otros estudiantes en sus sitios de origen. Prácticas como estas se desarrollan actualmente en Haití, Honduras y Guatemala.
Cifras aparte, valdría la pena observar estos datos: como parte del programa de becas, se han graduado en Cuba unos 50 171 jóvenes de 129 países del mundo, más 8572 en ciencias médicas. Pero lo más significativo, en opinión de la viceministra, es lo que ha representado para el personal médico y educacional cubano conocer, vivenciar y trabajar en países de África, Latinoamérica y el Caribe. “Nadie mejor que ellos, dijo, conocen mejor los efectos de las políticas neoliberales para la salud de los latinoamericanos y caribeños. Trabajar en esas condiciones y enfrentando obstáculos de todo tipo los ha hecho ser mejores profesionales y mejores seres humanos”.