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Cuando pasares por las aguas

Idania Trujillo

“Hoy me siento un hombre de una sola pieza: amar a Dios, ejercer mi pastorado, vivir la fe y a la vez sentirme comprometido con el humanismo de la Revolución, forman una experiencia indivisible, sin contradicción entre mi mente y mi corazón. Creo que mi vida ha valido la pena”. Así testimonia Raúl Suárez Ramos, pastor bautista, diputado al Parlamento Cubano y director del Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr. (CMMLK) en su libro Cuando pasares por las aguas .

El texto, publicado por la Editorial Caminos del CMMLK, explora con acierto el espacio vital de un hombre y su relación con el contexto, con la realidad afortunadamente cambiante de la sociedad cubana.

El protagonista de esta historia es un hombre singular que mira al pasado sin amarguras ni resquemores. Desde las primeras páginas, al tomar como referencia una cita bíblica, aclara: “Las cosas viejas han pasado; he aquí todas son hechas nuevas” (2da. de Corintios 5:17). Aquí el lector encontrará un rico y apasionado contrapunteo entre el discurso de la biografía, la historia, y la memoria. Todo mezclado como un buen ajíaco cubano, pero donde cada ingrediente está en su justo punto, sin omisiones ni falsas apariencias, sin halagos ni afeites; contado con autenticidad desde la voz humilde de un hombre que nunca ha renegado de sus raíces campesinas. En una reciente entrevista con la colega Xenia Reloba cuenta: “Tengo una relación espiritual profunda con la tierra, con los árboles, los animales. Desde niño me encantaba ir al campo y acostarme boca arriba, pasaba horas así. Los seres humanos explotamos la Naturaleza, pero no la hacemos una vivencia compartida”.

Y es que el autor de este libro nació en Aguacate, un pueblecito rural de la provincia de Matanzas, en mayo de 1935. Como él mismo recuerda fue “testigo presencial y víctima de un medio político, social y económico que arrancaba poco a poco la vida a los pobres”. Su origen humildísimo y las privaciones que sufrió y vio padecer a sus semejantes despertaron en él una sensibilidad especial y un espíritu rebelde ante las injusticias; pero también, quizás tempranamente, una profunda capacidad de reflexión sobre las circunstancias sociales en que vivía el campesinado. Así lo cuenta: “Todo lo que limita y empequeñece la vida es esencialmente pecaminoso. No exagero al afirmar que, rememorando mi infancia y adolescencia, compruebo que las relaciones capitalistas que nos tocó vivir como familia arruinaron nuestra vida toda: física, mental, social y espiritual. La pobreza lacera la integridad de la vida. Es un instrumento de muerte; pero, a diferencia de la muerte biológica, arranca a sus víctimas, poco a poco, su mejor tesoro: la espiritualidad”.

Desde su experiencia de fe y vocación pastoral Suárez nos descubre su verdadera identidad y la defiende contra prejuicios, falsos mitos y conceptos preestablecidos. Ser pastor le enseñaró que “se puede ser revolucionario sin dejar de ser cristiano”, pero también integrarse al proceso revolucionario le permitió que “muchos compañeros marxistas comprendieran que se puede ser cristiano sin dejar de ser revolucionario”.

“Me entregaron una Biblia y leí varios capítulos del Génesis. Me fascinaban los relatos de la creación, porque desde pequeño —dice Suárez en Cuando pasares… me gustaba viajar imaginariamente por el universo, mientras contemplaba en las noches el cielo con sus innumerables estrellas […]. “El Espíritu Santo me regaló otro don inefable de la gracia de Dios: la vocación pastoral.

Vale la pena decir que el testimonio irrumpe como alternativa estética en los esquemas literarios como una nueva forma de expresión. Tuvo antecedentes tan conocidos como el texto de John Reed, Diez días que conmovieron al mundo (1919), sin embargo en nuestro contexto lo podemos ubicar como una práctica literaria documental que surge y se desarrolla en América Latina a partir de los años sesenta, paralelamente a lo que dio en llamarse en el mundo editorial, el boom de la literatura latinoamericana.

Pero en Cuba existen excelentes ejemplos de literatura testimonial que anteceden al boom literario de los sesenta. Pensemos, por ejemplo, en los diarios de campaña de José Martí, o en Presidio Modelo, de Pablo de la Torriente Brau, que de modo premonitorio anticipó muchos de los recursos expresivos del género en Cuba y también en el continente.

Pero volviendo a Cuando pasares por las aguas, estructurado en doce capítulos, cabalga entre la biografía y la memoria. Su autor, y en muy buena medida, la habilidad editorial de Alfredo Prieto, compañero de aventuras escriturales de Suárez, combinan el testimonio vivencial, la historia, si se quiere íntima, que también da cuenta de las costumbres sociales, de la vida política y de la cultura en un determinado tiempo y lugar que configuran el discurso narrativo biográfico. Pero junto a esto está presente el carácter de presentación pública de la historia contada, es decir, la decisión que toma conscientemente el autor de colocarse en actitud de contar para otros; por tanto la biografía le imprime un sentido a la elaboración que se realiza de la memoria.

Aquí los lectores no son sujetos pasivos, entran en una relación activa con el texto, negocian con el autor el sentido general, el qué y el para qué se cuenta, es decir, ayudan a definir la ruta de la memoria.

En este sentido, Cuando pasares… da también testimonio de una época de profundos cambios sociales, de sacudidas ideológicas y existenciales. Así lo reconoce Suárez: “Nuestra identidad religiosa resultó tremendamente sacudida. Un fuerte reto a la vocación pastoral, una renovación puesta al ritmo de los nuevos tiempos”.

Aquí no se trata solamente de recordar los hechos tal como sucedieron y describirlos, sino de construir un cuento con sentido, en el cual los recuerdos se organizan de acuerdo a la finalidad, a lo que se quiere, y las anécdotas cobran importancia como manera de ilustrar, de colorear lo que se desea comunicar.

Otro elemento de valor de este libro es que el autor asume un doble papel: el de testimoniante y participante de los hechos que narra. En alguna medida, me aventuro a decir, que el ejercicio de la escritura y de la palabra actúa en Suárez como una suerte de sanación, al facilitarle que determinados procesos dolorosos en su vida puedan sanar mediante la rememoración y la reflexión que le ayudan a afrontar el tiempo pasado desde la perspectiva del presente; la escritura acompaña un cierto despertar de la consciencia y un fortalecimiento simultáneo de la identidad individual.

Como bien apunta Alfredo Prieto en sus palabras introductorias a Cuando pasares por las aguas aquí se “testimonia el largo viaje de la ignorancia al conocimiento y, sobre todo, el hallazgo de una identidad personal y denominacional propia después de un proceso de crisis a menudo lacerante, ese que llevó a su protagonista a padecer la incomprensión parado en medio de dos aceras, y con aguacero”.

Lo menos que sospechaba Suárez cuando emprendió la aventura de escribir este libro era que al desatar la cadena del recuerdo y comenzar a escribir, encontraría la historia de su propia generación, de tal manera, que podría recuperarla más fácilmente a través de sus vivencias. Ese fue, quizás, el punto de partida para un proceso muy largo que culminó como texto autobiográfico, como genuino testimonio y como práctica de memoria colectiva. Pues a este libro y a su autor habría que agradecerles también ese propósito colectivo y político de evitar la muerte simbólica propia y la de sus amigos y compañeros de generación.

Con la aparición de este texto, la Editorial Caminos del Centro Memorial Martin Luther King —que desde su aparición en 1995, ha realizado una profusa obra de difusión del pensamiento cubano y latinoamericano con la publicación de textos que favorecen la reflexión y formación en campos como la teología, la educación y la comunicación popular, las luchas contrahegemónicas y la preservación de la memoria histórica—, hace un aporte al enriquecimiento de la cultura cubana, al reivindicar el testimonio como género literario y como recurso de expresión individual y colectiva.

Raúl Suárez le da vida a acontecimientos, memorias y sucesos que de otra manera se hubieran deshecho en el olvido. Suárez llena de palabras sus silencios y al pasar por las aguas crea una memoria que interpela el relato oficial, recupera su historia personal como parte del proceso de construcción de identidades sociales, y construye un relato que tiene la libertad de incluir interpretaciones, análisis y experiencias vivenciales desde adentro.

Breve biografía
Raúl Suárez Ramos (Aguacate, 1935). Cursó estudios en el Seminario Bautista y la Universidad de La Habana, en la especialidad de Historia. A partir de los años setenta, desempeñó importantes responsabilidades en el movimiento ecuménico cubano, hasta llegar a ser Presidente del Consejo Ecuménico de Cuba. Ejerció ininterrumpidamente el pastorado en distintos lugares de Cuba occidental: desde la Ciénaga de Zapata hasta su jubilación, en 2006, en la Iglesia Bautista Ebenezer de Marianao. en 1987 fundó el Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr., institución macroecuménica de inspiración cristiana que desde entonces dirige. Es diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba.

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