La Habana, 12 de octubre de 2008.
En una reciente visita a una de las regiones afectadas por los recientes ciclones, un compañero del Partido pedía a las Iglesias que tuvieran actividades para animar al pueblo en las tareas de reconstrucción; en una visita a una Iglesia, escuché que la congregación, como tantas veces lo han hecho, cantaba un Coro con la letra siguiente: //Solo Dios hace al hombre feliz//La vida es nada; todo se acaba./Solo Dios hace al hombre feliz.
Entonces, recordé con mucho cariño a Lois Kroehler, Misionera norteamericana que trabajó durante muchos años en Cuba con la Iglesia Presbiteriana. Ella nos enseñó a cantar el Himno ¨La Mano de Dios¨, cuya copia pusimos en una ocasión en manos de Fidel para que él la leyera mientras nosotros, a pleno pulmón, cantábamos: La mano de Dios en nuestro Mundo está,/Creando una nueva sociedad,/Con paz y hermandad,/Justicia y libertad,/Por la poderosa mano de Dios.
También recordé, con plena intención, las fulminantes preguntas del Dr. Martin Luther King Jr. a los ocho clérigos de la ciudad de Birmingham, cuando estando en la cárcel lo acusaron de ser un forastero alborotador de aquella sociedad, y le aconsejaron que debería esperar y confiar en la buena voluntad del Gobernador blanco: ¿Qué clase de Dios se adora en estos lugares cuyas cúspides se elevan al cielo? ¿Qué clase de gente es la que se reúne en estos lugares para adorar a Dios? ¿Qué hace esta gente, mientras los nuestros sufren?
La mano de Dios en el contexto específico en que la recordé, y las preguntas del Dr. King, me llevaron a esta firme convicción: Unas vez más en estos casi 50 años, la realidad de nuestro pueblo nos desafía como Iglesia Cubana a reconsiderar a la luz de la Palabra, la imagen de Dios que hemos ofrecido y ofrecemos a nuestro pueblo, y muy especialmente en esta hora que estamos viviendo.
Acudiré brevemente a tres pasajes de Las Sagradas Escrituras donde encontramos imágenes de Dios que nos llaman a asumirlas como la Iglesia que nuestro pueblo necesita hoy:
-Según el Libro del Exodo (13:17-24), cuando los esclavos oprimidos y explotados por el imperio Egipcio lograron su liberación, Dios no los llevó por el camino de los filisteos, aunque en 72 horas ya estaban a la puerta de la Tierra de la Promesa. El Dios de la Biblia estaba claro: Sin la transformación radical de la conciencia, no es posible la plena liberación. Los llevó por el camino del desierto.
El cruce del Mar Rojo fue la primera prueba: Por delante, las espumosas y terribles olas del mar; detrás el Faraón con sus más sofisticados armamentos. Unos, los pocos, le decían al líder de aquella gesta liberadora: “Mejores sepulcros los teníamos en Egipto” y contagiaban con el miedo a otros. Moisés les decía: “No tengan miedo, ya verán la salvación de parte de Dios”. Entonces, Moisés oyó la voz de Dios que le decía: ¨¿Por qué clamas a mí, DI A ESTE PUEBLO QUE MARCHE”.
Y el pueblo marchó. Entonces aparece la imagen de Dios que por 60 años cada vez me emociona más: El Dios de la Biblia en marcha unida y apretada con Su Pueblo era como una columna de nube de día, y como una columna de fuego de noche. ¿Para qué? Para que el pueblo ande.
Fiel a esta imagen de Dios, la Iglesia cubana debe también ser una Iglesia con corazón de Pueblo, de Patria. Columna de Nube y de Fuego, para que el pueblo ande confiado y seguro hacia la plena recuperación y reconstrucción.
-El otro pasaje está en el primer capítulo del Libro de Josué. Han pasado 40 años del transitar por el camino del desierto. De repente la marcha se detiene frente al Río Jordán. Con esta pausa en el andar hacia la plena liberación, está el desafío ético: Como bien señalara uno de los protagonistas de Los Hermanos Karamasov, de Fiódor Dostoieski: ¨Todo ser humano lleva por dentro un ángel, pero también un demonio”.
Precisamente, frente a los grandes obstáculos y experiencias desastrosas, sale lo mejor o lo peor que hay dentro de nosotros. Los egoístas, los ególatras, los mete miedos de siempre, expresión de las miserias humanas del individualismo del viejo hombre y de la vieja mujer, son estimulados a ser los protagonistas. Gracias a Dios son los menos; LOS MÁS, son los que dan lugar al ángel, a lo mejor que hay en nuestro pueblo, los que frente al desastre, al “duro golpe nuclear”, encuentran el desafío a la fe, a la confianza en Dios y en el pueblo.
¿Qué imagen de Dios aparece en este capítulo”
El autor sitúa al lector en un punto bien determinado del espacio y del tiempo: La coyuntura está bien definida: Final de 40 años por el desierto. La muerte de Moisés. El liderazgo de Josué, hijo de Nun.
¿Qué pide Dios: “Levántate tú junto con todo el pueblo y cruza este Jordán”.
¿Qué exige Dios: “Esfuérzate”, es decir, dar un poco más de fuerza, en acciones concretas, a las fuerzas de la vida cotidiana. “Sé valiente”. Este pueblo que ha sido probado por el fuego, no se derrite con el sol. “Los cobardes mueren todos los días; los valientes, una sola vez”.
¿Qué promete Dios?: “Yo estaré contigo”. Es decir, la presencia de Dios está garantizada.
Esta imagen de Dios, es un desafío a la imagen de la Iglesia que llama al esfuerzo del pueblo, a la valentía del pueblo y garantiza la presencia de Dios.
-Tercera Lectura Bíblica: Romanos 4:16-18.
1. “Éste es el Dios de Abraham”: “Da vida a los muertos” y usa la reiteración: “Y llama a las cosas que NO SON, como si fuesen” . Esta es una idea favorita de Pablo. ¿Quiénes son los que “no son como si fuesen”? en la Carta primera a los Corintios, capítulo 1:26-28. Lo aclara: “Lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es”.
2. Este Dios es el que se le aparece, según Génesis 15:5, y le dice: ¨Sal de tu tienda de campaña, mira a los cielos, trata de contar las estrellas. ¿Puedes? Así será tu descendencia¨.
3. Recordando esta experiencia, el autor de la Carta a los Romanos, resalta su fe: ¨Tanto él como Sara, dice una Versión de la Biblia ya estaban casi muertos para tener hijos”.
4. “Y Abraham creyó en esperanza contra esperanza”. Cuando no hay condiciones objetivas para tener esperanza, cuando el lamento de algunos es: Todo se acabó, cuando algunos se atreven a cantar: ¨La vida es nada, todo se acaba¨, nosotros creemos en esperanza contra esperanza. Es decir, que para Abraham, cuando todo era contra la esperanza, él tuvo esperanza. Esa es nuestra experiencia hoy ante el gran reto que tenemos por la destrucción que nos han dejado estos terribles huracanes. No un mensaje de juicio y castigo de parte de Dios por motivos que algunos, en analisis simplistas personales, se gozan en proclamar, sino la fe y terquedad del amado patriarca de ¨tener esperanza, contra esperanza¨.
Finalmente, queremos hacer llegar a nuestro pueblo las plabras del autor de la Carta a los Hebreos: ¨Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve¨(11:1), y recordar la expresión de José Porfirio Miranda, teólogo mexicano: ¨Tener fe es creer que todo problema, por muy desastroso que sea, tiene solución, porque Dios entró en la historia en la persona de Jesús de NAZARET¨. Yo añadiría: Porque nuestro pueblo es un pueblo que se esfuerza, es valiente y la presencia de Dios ha estado, está y estará con él por siempre.
Recientemente, nuestro Presidente Raúl Castro hizo una visita a la Isla de la Juventud y al final de la misma se despidió de la población con estas tres palabras: ¨¡Ánimo, fe y esperanza!¨. Son tres palabras claves en el mensaje bíblico, porque bíblicamente animar es alentar la vida, soplar a favor de la vida; la fe es el sustento de la esperanza y la esperanza es la utopía milenaria de que es posible, de al lado de acá de la tumba, crear una sociedad mucho más justa y humana.
No tengo dudas: Nuestro pueblo reconstruirá todo lo devastado por los huracanes, recuperaremos nuestra economía afectada. Y cuando todo esto sea una realidad, cantaremos las palabras del poema del Cantar de los Cantares: ¨Amada mía, hermosa mía, levántate y ven; ya ha pasado el invierno, la lluvia ha cesado, y se fue; se han mostrado las flores sobre la tierra, el tiempo de la canción ha llegado y en nuestro país se oye el arrullo de la paloma¨(2:10-12). Amén.
Hermanos y hermanas: Demos ese mensaje de fe y esperanza a nuestras iglesias y a nuestro pueblo en esta hora que tanto lo necesitan. Dios los bendiga.