En la noche del 6 de noviembre pasado, cerca de quinientos jóvenes cubanos celebraron la víspera del noventa aniversario de la Revolución de Octubre. Esta noticia puede resultar inverosímil o incomprensible para muchas personas de diversos bandos. Por eso resulta previsible que algunos repitan la lectura para comprobar si se comprendió bien. Pero sí, jóvenes cubanos celebraron la Revolución.
Con un cartel convincentemente revolucionario, los estudiantes de la FEU de la Universidad de la Habana y todos los jóvenes que quisieran, fueron convocados a celebrar una vigilia por los “Noventa años de la Revolución Silenciada”. La invitación era para “celebrar la vitalidad de la Revolución de Octubre, una invitación socialista para la celebración libre, sincera y revolucionaria”.
Impresionó la asistencia. Para muchos de nosotros la expectativa más optimista no previó la mitad de quienes al final fueron participantes. Tampoco se contaban con la calidad y emotividad de los mismos. Un teatro de la Universidad habanera, reservado para actividades con públicos numerosos, quedó pequeño. Los pasillos estaban llenos de personas que se autoconvocaron, lo cual es un valor añadido. No hubo ninguna orientación ni cuotas de participantes, solo una idea distinta, apegada al recuento socialista con miras futuras. Aconteció una convocatoria que da fe en el socialismo desde la deconstrucción de los silencios.
La Revolución de Octubre fue silenciada por el imperialismo y por el stalinismo. Eso fue dicho y entendido. Los espacios del teatro fueron engalanados con frases, ideas y conceptos surgidos al calor de la Revolución y que han sido dejados al olvido por el poder, burgués o burocrático, que tiene muy claro que esas son ideas enemigas que lo ataca certeramente. Marx, Lenin, Trotski, Rosa Luxemburgo y Preobrazhenki, bombardearon de asombro a los estudiantes presentes que, como colegiales ávidos, copiaron en sus cuadernos las ideas que más les impactaban, muchas de las cuales no habían visto nunca. Fue una manera genuina de otorgar voz a ese legado emancipatorio silenciado.
Imágenes de la gesta de Octubre, el pueblo ruso en las calles en busca de su destino; motivos evocativos y reflexivos que nos reunieron en esa noche, dichos desde la presentación, canciones de nuevos trovadores, un papelógrafo grande para que todos escribieran su emotividad…todo esto aderezó ese encuentro de emociones revolucionarias gestado por jóvenes en una celebración renovadora del más contundente pasado socialista.
Las palabras de Fernando Rojas, un dirigente de la FEU recién graduado, enfatizaron que asistíamos a una lectura del pasado para estar mejor dotados para el presente. Remarcó que sin entusiasmos infantiles, irresponsabilidades e ingenuidades sigamos apostando y construyendo la sociedad que queremos. Ejercitemos sus contornos y veremos cuanto se tocan con los perfiles de aquel Octubre de 1917.
Se escucharon también, con mucha atención, las palabras de un viejo luchador de y por las ideas revolucionarias cubanas, Fernando Martínez Heredia, quien evocó la imprescindible armonía entre el conocimiento y la pasión militante y le dijo a los tantos jóvenes reunidos que con actividades como esta, y con el estudio y el debate de aquella revolución, ustedes también están acerando su propia identidad, reconociéndose mejor a sí mismos, dándole más alcance a sus ideas, más fundamentos a su pasión, sus criterios, su rebeldía y su militancia.
Al finalizar el encuentro en el teatro, muchos de los presentes nos rodeamos de canciones en la plaza Agramonte, el histórico corazón de la universidad habanera. Todos esperábamos la hora 12 de la noche para celebrar, contando como una sola voz la Internacional y el Himno del 26 de julio. Ese instante nos llenó de asombro. Jóvenes cubanos que canten de manera espontánea ambas marchas revolucionarias, tan dañadas por los formalismos ritualistas y los silencios, es algo de ver para creer, algo de sentir para emocionarse.
Contrario a lo que algunos oportunistas silenciadores demandan, es necesario contar, hablar, discutir, conocer el hecho de Octubre y su desvió histórico. Por justeza y responsabilidad política se tiene que recordar la contra revolución que sufrió el pueblo ruso en la década del 30 del siglo XX, y con ella la doblez, simplificación y vulgarización de las ideas marxistas revolucionarias. Partiendo de esa verdad se está en mejor posibilidad de comprender cómo todo quedó sellado a favor del capitalismo en 1991.
Solo la verdad es unitaria y liberadora cuando se trata de la total emancipación popular. De ahí que prescribir el debate sobre la memoria de la Revolución y las hechuras en su nombre es nocivo a la unidad del pueblo en su necesaria redefinición de los marcos socialistas cubanos.
La celebración fue propuesta y convidada por estudiantes de la FEU, por miembros de la “Cátedra Antonio Gramsci” y del “Taller Permanente Revolución bolchevique, historia de la URSS y Cuba. Análisis crítico socialista desde el siglo XXI”. Este último espacio se empeña en hacer una lectura amplia del acontecer revolucionario de Octubre, sus derivaciones e influencias en el pensamiento revolucionario internacional y cubano, desde una percepción marxista comprometida con el socialismo cubano.
Más de quinientos jóvenes celebraron la Revolución de Octubre y cantaron himnos revolucionarios. Es algo que da mucha esperanza en la hora presente de Cuba. Nos demuestra que los que continúan silenciando el asunto y repitiendo vetustos dogmas son débiles frente a un sector de la juventud que muestra no estar dispuesto a reiterar lecturas incompletas ni resignarse al silencio tontificante. Demuestra que jóvenes cubanos se comprometen con el futuro socialista desde la verdad, desde la memoria revolucionaria, desde la reconstrucción del camino andado, desde un sentido reactualizado de la militancia y del compromiso socialista con la Revolución cubana.
En sus palabras, Fernando Rojas fue certero al destacar que falta agudeza a los cubanos de hoy para hacer política y generar una intensa actividad política, sobre todo en los más jóvenes. Pero si dudas, para todos los que estuvimos allí, es una felicidad telúrica que la emotividad revolucionaria, renovadora y socialista caracterice a muchos jóvenes en Cuba. Tal hecho da argumentos contundentes para aseverar que nada está perdido.