LA HABANA (Reuters) – Ambos sucesos, unidos a la elección del sandinista Daniel Ortega como presidente de Nicaragua, fueron percibidos como grandes cachetazos en la cara del mayor enemigo de Cuba, el presidente George W. Bush.
“183 contra 1,” tituló el periódico oficial Granma, refiriéndose a los 183 países que votaron el miércoles una resolución en la ONU pidiendo a Estados Unidos que abandone el embargo que aplica a Cuba, que ya lleva cuatro décadas.
En el mismo titular, pero en una tipografía más pequeña se leía “+3” en referencia a los otros tres miembros de Naciones Unidas Israel, Islas Marshall y Palau que votaron junto a Estados Unidos en contra de la resolución.
La resolución de la ONU ha sido aprobada durante 15 años consecutivos casi en forma unánime, pero Washington la ha ignorado por completo cada vez. De hecho, el gobierno de Bush ha ajustado el embargo.
El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Felipe Pérez Roque, en una aparición en el programa “Mesa Redonda” en la televisión estatal, llamó a la votación en la ONU una “victoria tremanda” y dijo que mostraba la debilidad de la “autoridad moral” del gobierno de Estados Unidos.
“Tiene que ser muy duro para los diplomaticos norteamericano. imaginate la soledad de esta derrota,” enfatizó el ministro.
Pérez Roque señaló que la victoria de Ortega en Nicaragua también significó una derrota importante para el gobierno de Bush, porque Washington había trabajado para que eso no sucediera.
En las elecciones legislativas en Estados Unidos, los demócratas tomaron el control de ambas cámaras en el Congreso desplazando a los republicanos.
“Esta victoria de los demócratas significa una fuerte derrota para Bush y el grupo ultraconservador que llegó con el al poder,” expresó Pérez Roque. “Significa señales de toma de conciencia del pueblo norteamericano sobre cómo se les ha estado mintiendo,” agregó.
“Siempre Fidel (Castro) ha dicho al pueblo norteamericano para llevar lo que apoye una causa injusta hay que engañarlas,” señaló.