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Dame una canción para jugar

Con el permiso de los presentes me tomé la libertad de escribir algunas palabras que voy a leer, para que no se queden cosas por decir, ni tampoco se digan cosas demás.

No pensé que un día así pudiera llegar. Cuando comencé este libro solo me inspiraba una gran barriga y la espera de mi primer bebé. Quizás el embarazo me había tornado melancólica y desde su formación quería dejarle a mi hijo alguna herencia. ¿Y qué mejor para un niño que un juego? Así comencé a escribir, a recordar todas aquellas canciones lúdicas de mi infancia, las del Campamento de Yumurí, las de la Escuela de Arte de Matanzas.

Ya iba por unas 50 cuando se lo comenté a Mayra Navarro, en una conversación telefónica de esas de “cuéntame tu vida”. Le pareció muy interesante y productivo pues ella se dedicaba a narrar cuentos y a jugar con los niños, y sabía de la escasez de este tipo de material. Mayra fue un gran aliento y cada vez que hablábamos me pedía cuentas de mi colección.

Así fue como durante 8 años me mantuve investigando, entre otras cosas porque este tipo de investigación no tiene final, aunque confieso que a veces fue intermitentemente y limitada un poco por mi doble tarea de madre (ya no solo tenía a Mauricio, aquel por el cual había empezado el libro; sino también a Gabriel, mi segundo bebé).

Me sirvieron de informantes no solo mis recuerdos, y los de los amigos de aquellas épocas gloriosas. También los niños y niñas con los que he trabajado por más de 15 años en el Cotorro, en Lawton, en la Timba, los del barrio, los del círculo infantil de mis hijos, los de su escuela posterior, los que muchas veces eran interceptados en la calle, en la guagua o donde quiera que encontraba alguno cantando y jugando a la vez. Fueron también claves algunos adultos que me vieron en esta faena y me cantaban las versiones que ellos conocían.

No me faltó naturalmente bibliografía nacional y foránea de la cual me podía alimentar y sin embargo con la que me aseguraba de estar haciendo algo diferente. Conseguí entre otros tesoros de las manos de otra amiga, Miriam Suástegui, algunos ejemplares ya perdidos de los folletos editados artesanalmente medio siglo atrás por Marjorie Caudill y Leoncio Veguilla. Si de alguien me sentía continuadora era de ellos, porque además de tener el mismo objetivo creía que la única edición que podría hacer de mi propia compilación, sería una analogía moderna del papel de esténcil.

Pero no hay imposibles para Dios. Y no fueron los premios que obtuve varias veces al presentar este proyecto lo que me facilitaron su publicación. Yo no creo en las coincidencias, sino en la providencia, y en el año 2006 este muchacho que tengo al lado, Luvel García Leyva, también llamó a Mayra porque necesitaba una persona que supiera algo de música, trabajara con niños y que quizás tuviera alguna que otra profesión que la acercara a la psicología. Mayra sin dudar le habló de mí, y de este libro, y por eso conseguí un trabajo. Zunzún, como se llama el proyecto sociocomunitario al cual pertenezco desde entonces, no solo ha sido un canal de transformación artístico pedagógica, sino también el vehículo gracias al cual hoy pueden tener en sus manos “Dame una canción para jugar”.

Quiero agradecer especialmente en esta presentación a la artista plástica que ilustró la portada y las portadillas del libro: Evelyn Bustamante. Creo que hizo un gran trabajo y espero que todos compartan ese criterio conmigo, pues le puso una “cara muy bonita” y como dicen en marketing “la primera impresión es la que vende”, así que si hoy ustedes lo compran es en gran parte gracias o por culpa de ella.

No quiero extenderme en todos los agradecimientos que ya podrán leer en página y media en el libro, porque de alguna manera todo eso se resume en mi Dios, mi familia y mis amigos.

Para concluir quiero presentarles al conjunto Ensemble Alternativo que interpretará la Suite Anónima de José Antonio García, compuesta por bellos arreglos orquestales de algunos juegos musicales tradicionales que han sido naturalmente incluidos en el libro que hoy estamos presentando. Le agradezco a su directora Greta María Rodríguez Martín la deferencia de acompañarme en este día, para disfrutar como hace 20 años el placer de hacer música. Muchas gracias a todos por estar aquí.

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