Aquí estamos las y los continuadores históricos de los procesos sociales que surgieron con la Campaña de 500 años de Resistencia Indígena, Campesina, Negra y Popular. Aquí estamos casi un centenar de organizaciones del campo de toda América, representadas en más de mil delegadas y delegados, que surgimos de los procesos de unidad que desde los sectores populares venimos construyendo como una respuesta decidida y valerosa frente a la transnacionalización del capital y sus efectos perversos.
Nuestro V Congreso se ha caracterizado por la mayor participación de muejres y jóvenes y los importantes aportes de organizaciones de pueblos originarios y afrodescendientes, reflejo de los mayores niveles de convergencia y de las fuertes luchas que han dado los pueblos originarios de todo el continente en los últimos años. Valoramos especialmente el aporte a todas nuestras luchas que ha significado incorporar la visión del sumak kawsay o buen vivir.
Los trabajos del Congreso construyeron una mirada colectiva dell contexto en que desarrollamos nuestras luchas. Estamos viviendo una etapa de ascenso de las luchas sociales en América Latina. El fortalecimiento de las organizaciones campesinas, populares y de pueblos originarios y afrodescendientes ha provocado simultáneamente el surgimiento de gobiernos progresistas y el recrudecimiento de las agresiones desde el imperio. Las derechas del continente, el gobierno de Estados Unidos y los grandes capitales despliegan una contraofensiva con nuevas formas de colonialismo, despojo y represión, que combinan las estrategias políticas con las formas más crudas de militarización y agresión armada.
El Congreso con entusiasmo celebró el triunfo de las luchas sociales en Bolivia y Ecuador, que han comenzado profundos procesos de transformación nacional y han permitido la adopción de Constituciones nacionales revolucionarias. Saludamos a las organizaciones del Ecuador que se movilizaron decididamente y derrotaron un intento de golpe en este país. Nos solidarizamos con la resistencia popular en Honduras, que a pesar de la continuidad del golpismo ha logrado un apoyo mayoritario a una Asamblea Constituyente.
Nos solidarizamos también con la lucha del pueblo Mapuche y con quienes después de casi tres meses de huelga de hambre lograron doblarle la mano al Estado chileno y ampliar los sectores sociales decididos a luchar hasta lograr la revocación de una ley antiterrorista espuria. Nos solidarizamos con el valeroso pueblo de Haiti, que se ha movilizado masivamente contra la ocupación militar, el saqueo y la imposición de semillas transgénicas, a pesar de las tremendas dificultades posteriores al terremoto. Nos solidarizamos también con el pueblo colombiano, que sufre y resiste sin rendirse las agresiones sistemáticas y criminales del Estado y el paramilitarismo y exigimos la solución política y negociada del conflicto social y armado.
Reiteramos nuestra permanente solidaridad con la Revolución Cubana y el pueblo cubano que ha resistido 50 años de bloqueo por parte de Estados Unidos, y exigimos la liberación de los cinco revolucionarios cubanos mantenidos prisioneros por el imperio
La agricultura, el agua, la alimentación y nuestros bienes naturales son hoy objetivo central del gran capital financiero. Mediante grandes inversiones han acelerado la concentración de la producción, procesamiento y comercialización agrícolas, y ha profundizado la dependencia frente a los agrotóxicos y otros insumos industriales.
El resultado es la expulsión masiva y por la fuerza de pueblos originarios y campesinos, la extranjerización de la tierra, la pérdida de soberanía nacional y popular, así como la destrucción de la Madre Tierra. Frente a eso, nuestro Congreso levantó con decisión su lema central: “Contra el saqueo del capital y del imperio, por la tierra y la soberanía de nuestros pueblos, América lucha” y reafirmó nuestra decisión de defender el planeta, la agricultura campesina y la dignidad y buen vivir de los pueblos.
La crisis climática producida por los modelos de producción y consumo impuestos por el capitalismo deja sentir sus peores consecuencias sobre los pueblos del mundo y especialmente sobre quienes vivimos y producimos en el campo. Terminar con el capitalismo pasa a ser no sólo un objetivo social, sino un paso necesario para la sobrevivencia de la humanidad y el planeta. Necesitamos acabar con el modelo agrícola industrial, agroexportador e hiperconcentrado, responsable principal de la crisis climática. Nos comprometemos a levantar e impulsar con fuerza la posición de la Via Campesina, en cuanto a que la agricultura campesina es la vía más segura y efectiva para enfriar el planeta y reconstituir los equilibrios naturales.
Los proyectos REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal), son una profundización de los procesos de privatización de los territorios que pretenden incorporar los bosques y otros ecosistemas a los mercados internacionales. Para ello eliminan y desconocen los derechos de los pueblos y comunidades sobre sus tierras y territorios, imposibilitando además la soberanía alimentaria y otros derechos colectivos.
La ambición del capital no se detiene. Ha impuesto leyes, regulaciones y programas que buscan privatizar la vida, las semillas y el conocimiento. La investigación científica y tecnológica ha quedado progresivamente bajo dominio del capital y en la agricultura se ha impuesto un modelo tecnológico único que fomenta la dependencia e ignora los saberes y técnicas populares y agroecológicas. El mundo y los campesinos vemos con horror cómo se utilizan o tratan de imponer leyes y tecnologías de la destrucción y el despojo, como la privatización de las semillas, los cultivos transgénicos, semillas Terminator, la biología sintética y la geoingeniería.
Seguiremos defendiendo nuestras semillas contra la privatización y la destrucción, y las multiplicaremos para que circulen libremente y sirvan de base para la Soberanía Alimentaria
América Latina sufre de altos niveles de desigualdad y de concentración de la tierra. Esto es resultado de procesos históricos desde invasión colonial y la constitución de los Estados nacionales, varias décadas de neoliberalsimo y de procesos de contra-reforma agraria que han provocado concentración y reconcentración de la tierra. En los últimos años se suma un nuevo fenómeno de acaparamiento de tierras por parte de empresas estatales, transnacionales del agronegocio y transnacionales financieras. El acaparamiento de tierras viola los derechos humanos, porque roba a las comunidades campesinas las posibilidades de alimentarse y alimentarnos ahora y en el futuro.
Reafirmamos la lucha por una Reforma Agraria integral y por la Soberanía Alimentaria como pilares centrales de nuestro proyecto de futuro. Reconocemos avances como los logrados en Bolivia, donde se reconoce legalmente la propiedad colectiva de las comunidades campesinas y de pueblos originarios y limita la concentración de la tierra. Sin embargo, vemos que en términos generales se ha retrocedido en el respeto al derecho a la tierra y el territorio en América Latina.
Vivimos y sufrimos la capacidad de destrucción y devastación del capitalismo. Sin embargo, la fuerza de nuestras luchas, las formas de unidad que vamos construyendo, el revalorar nuestros aportes, nuestras visiones y culturas, el resurgimiento de la vida que vemos en nuestros triunfos, nos llevan a asegurar que nuestras luchas y quehacer nos permitirán desmantelar el capitalismo y construir un campo y un mundo que garanticen la dignidad y el buen vivir para todas y todos.
Contra el saqueo del capital y del imperio, ¡América lucha!
Por la tierra y la soberanía de nuestros pueblos, ¡América lucha!