Los países que integramos ALBA, denunciamos ante el mundo la amenaza que significa para el destino de la humanidad el resultado de esta Conferencia de Naciones Unidas, celebrada en Copenhague.
En primer lugar, ha sido un proceso de negociaciones viciado por la violación de los principios esenciales del sistema multilateral. Este proceso antidemocrático, no ha reconocido la igualdad de todos; turbio y poco transparente, exclusivo (diseñado para asegurar las posiciones de un pequeño grupo de países).
El Cambio Climático no puede ser un sistema desarticulado de los principios de la Carta de Naciones Unidas: este proceso carece de legitimidad, pues ha violentado todos los principios del multilateralismo y de la Carta de las Naciones Unidas, sobre todo el de la igualdad soberana entre todos los Estados.
La característica fundamental de este lamentable desencuentro, es que un pequeñísimo grupo de países, coordinado y convocado por Dinamarca, ha estado desde hace varias semanas produciendo líneas para un acuerdo, que unilateralmente han denominado “Partes Interesadas”, excluyendo a las grandes mayorías del mundo, estableciendo como criterio la existencia de países de primera y países de segunda.
Mientras la Presidencia de la COP-MOP envió a los países a retomar los grupos de contacto, para avanzar en la redacción y limpieza de los textos aprobados por las Partes como base de la negociación, al mismo tiempo, el Primer Ministro danés convocaba a los Presidentes de un grupo de países a redactar un documento a espaldas del mundo.
Otra ratificación de lo excluyente que ha sido este evento es la convocatoria a un grupo de Presidentes a puertas cerradas, sin participación de la mayoría y sin explicar los criterios de esta elección.
Es claro que no podemos considerar el Cambio Climático sin considerar el cambio del sistema. El modelo de producción y consumo capitalista está llevando a un punto de no retorno la vida en el planeta, resulta un momento crucial de la historia humana y el debate en estos escenarios no puede estar reducido a los intereses económicos de un pequeño grupo.
Hasta ahora es poco lo que se ha logrado, sin embargo la preservación del régimen climático vigente: Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto, es una plataforma importante para avanzar en la defensa de la vida. Aquí tenemos un acuerdo político mundial importante, donde todos coincidimos en que el Cambio Climático es un problema que hay que atender de forma urgente. Donde los países que son responsables históricos del problema han aceptado asumir compromisos de reducción de emisiones cuantificadas (individuales y agregadas) para bajar las emisiones a niveles que permitan que se controle el problema.
El actual escenario retrocede dramáticamente y pretende que olvidemos el protocolo de Kyoto. En esta Cumbre no hemos logrado acuerdos en aquellos puntos que están relacionados con las obligaciones de los países desarrollados: establecer metas de reducción de emisiones o fijar un segundo período de compromisos para el protocolo de Kyoto.
Hay ofertas sobre la mesa, pero ninguna comparable entre sí. Estados Unidos no quiere comprometerse sobre una base de esfuerzos comparable con los otros países desarrollados. Los desarrollados vinieron a esta reunión con una agenda previa, y violentan todo procedimiento democrático para tratar de imponerla.
En el Plan de Acción de Bali, aprobado en 2007, se acordó que los países desarrollados tendrían OBLIGACIONES de mitigación a las cuales se sumarían las ACCIONES de mitigación, voluntarias, de los países en vías de desarrollo.
Ahora, los países desarrollados se abocaron a malinterpretar el Plan de Bali durante dos años, para tratar de utilizar esa manifestación nuestra de voluntad para sumar esfuerzos, como una vía para transferirnos sus obligaciones. Los esfuerzos y la voluntad de mitigación de países en vías de desarrollo no se puede usar como una vía para manipularnos y decirnos, después de que han destruido al mundo, que ahora nos toca a nosotros mitigar para que ellos puedan seguir contaminando, destruyendo, sobre la base de sus patrones explotadores de producción y de consumo.
Aquí hay también un tema de principios. Los países en vías de desarrollo somos naciones dignas, soberanas, víctimas de un problema que no causamos. Este principio moral, fundado sobre las responsabilidades históricas, es la razón por la cual los países desarrollados deben proveer recursos suficientes, para la completa implementación de los principios de la Convención.
La crisis ambiental resultante del incremento de las temperaturas en la atmósfera, es consecuencia del sistema capitalista, del prolongado e insostenible patrón de producción y de consumo de los países desarrollados, de la aplicación e imposición al resto del mundo de un modelo de desarrollo absolutamente depredador, y de la falta de voluntad política para el cumplimiento pleno y efectivo de los compromisos y obligaciones previstas en la Convención y el Protocolo de Kyoto.
Los países desarrollados han sobreexplotado el espacio atmosférico. Esta deuda climática en el marco más amplio de la deuda ecológica comprende tanto una deuda de emisiones como una deuda de adaptación, que debe ser honrada por los países desarrollados. No se trata de una caridad, ni de una limosna, ni de una dádiva, sino de una obligación jurídicamente vinculante.
Los países del anexo I han acumulado en gastos militares en el año 2008 la suma de 1.123 mil millones de dólares. Estados Unidos ha gastado 711 mil millones de dólares en el año 2008, según la solicitud de presupuesto para el año fiscal 2009, el cual incluye 170 mil millones de dólares para operaciones militares en curso en Iraq y Afganistán. Por eso, el mundo sabe que tienen capacidades, lo que no tienen es voluntad política de responder a sus compromisos y obligaciones internacionales para la lucha contra el Cambio Climático. Pretenden utilizar y abusar de las necesidades de los más pobres para forzar acuerdos ilegales.
Hoy a través de los mercados de carbono quieren, aquellos que causaron el Cambio Climático, seguir contaminando, mientras que la carga de la reducción de las emisiones se traspasa a los países en desarrollo. Pensaron que en Copenhague podrían convencernos de comprarnos su derecho a contaminar, ofrecían a cambio promesas de dinero miserables.
1.-Denunciamos con fuerza y solicitamos impugnar los documentos generados por la Presidencia de la COP, sin mandato de las partes, que nos manifestamos abiertamente en contra de los grupos de amigos del Chair. La Presidencia no ha garantizado igualdad de participación en todos los niveles, incluso a nivel Presidencial.
2.- Reiteramos nuestro compromiso con la lucha contra el Cambio Climático, con los principios de la Convención y con la validez, ahora más que nunca, del Protocolo de Kyoto, cuyo contenido consideramos es perfectible con decisiones de las partes y acuerdos subsiguientes, pero que no debemos dejar morir. La complejidad de las negociaciones recientes nos ha demostrado que los intereses económicos en pugna no permitirán un acuerdo si los países desarrollados no aceptan respetar los principios.
3.- En tal sentido, expresamos nuestra voluntad política de continuar trabajando en el marco de la Convención y del Protocolo de Kyoto. El relanzamiento de estas negociaciones debe ser sobre la base del respeto, la inclusión, la transparencia y la legitimidad.
4.- Rescatamos que, mientras la Conferencia fracasaba de forma irreversible, se iban sumando las voces en las calles de los jóvenes que saben que el futuro les pertenece, que denunciaron con fuerza las maniobras de los desarrollados y saben que la lucha continúa. Nos sumamos a sus voces y a sus protestas, las saludamos y las apoyamos. El pueblo debe seguir vigilante.
Hoy más que nunca, ante las lamentables maniobras que se han practicado en Copenhague por mezquinos intereses económicos, reiteramos que ¡no hay que cambiar el clima, hay que cambiar el sistema!