Entre el sector de la izquierda brasilea que no tom las armas hubo un cierto tono de yo no dije? cuando el otro sector comenz a caerse, a partir del secuestro del embajador norteamericano Charles Elbrick, en Ro, en septiembre de 1969. La historia casi siempre da un giro brusco en nuestros anlisis de coyuntura, en nuestros pronsticos, en nuestras previsiones sombras arropadas con pesados abrigos de conceptos supuestamente cientficos. Cul intelectual o dirigente poltico previ la cada del Muro de Berln?
Yo no dije? exclamaron los trotskistas cuando salieron a luz los crmenes de Stalin, denunciados por Kruchev. Y los pro-soviticos brindaron con vodka al ver a la camarilla de los cuatro, en China, desencadenar la revolucin cultural, una onda de fundamentalismo ideolgico que implant el terror en nombre del autntico comunismo proletario. Su versin latinoamericana fue Sendero Luminoso, en el Per, que asesinaba a compaeros que vacilaban ideolgicamente.
Con la redemocratizacin de Brasil, la izquierda intelectualizada, que conoci ms el exilio que la prisin, se dividi entre el PT y el PSDB. Yo no dije? subrayaron los primeros cuando el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC) revel su carcter neoliberal, privatiz el patrimonio pblico e instituy el Programa de Estmulo para la Reestructuracin y Fortalecimiento del Sistema Financiero Nacional (PROER), canalizando valores que hacen aparecer al flujo del valerioduto (1) como una broma de centavos.
Ahora, frente a la estrella que cae, las agoreras del mal conmemoran eufricas: yo no dije? Y la derecha, confortablemente sentada en el camerino de lujo de este teatro trgico, aplaude la escena cruel de antropofagia de la izquierda. Pero cul izquierda? La que baila al ritmo de la msica de la ronda financiera? La que destina 30 mil millones de reales al agronegocio y slo 8.000 mil millones a la agricultura familiar? O la que adjetiva sectariamente sus crticas, exhibe sus manos limpias frente a la tsulama (2), pero no es capaz de presentar una propuesta viable no utpica de poltica econmica alternativa? O la que se llena la boca y el papel de palabras grandilocuentes, pero no consigue movilizar media docena de movimientos populares?
La izquierda brasilea habla de un Brasil quimrico, pero tiene dificultad de lidiar con las mediaciones ineludibles para alcanzarlo. Como si en algn lugar del mundo ella hubiera llegado al poder sin poltica de alianzas. Y como si en algn pas ella hubiese alcanzado el desarrollo sin serias concesiones al capitalismo. Basta ver a China, que hoy insiste en ser reconocida como una economa de mercado, y Cuba, que flexibiliz la propiedad estatal y se volvi asociada de poderosas transnacionales en las reas de infraestructura, energa y turismo.
Nada ms ridculo que la izquierda que erige sus convicciones ideolgicas en dogmas religiosos. Y trata a sus lderes como verdaderos Mesas portadores del camino de la salvacin. Fundamentalista, excomulga a los crticos, expulsa a los herejes, condena al infierno a los adversarios. Incapaz de alianzas dentro del mbito de la propia izquierda (vase las elecciones para la nueva direccin del PT), se inclina por la derrota de sus contendores, en la expectativa de que llegue el da en que, desde lo alto de su arrogancia, enfatizar solemnemente: Yo no dije?
Vas de liberacin
No veo futuro para la izquierda fuera de estas tres vas: el rigor tico, el trabajo de base y la elaboracin de un proyecto socialista.
El rigor tico es una virtud soportable mientras no se llega al poder. Cualquier esfera de poder: gobierno, direccin del partido, coordinacin del ncleo de base, gerente, sndico de edificio etc. Como todo poder, reviste a quien lo ocupa de una autoridad, de una identidad que lo hace sentir por encima del comn de los mortales, casi nadie quiere dejarlo. El poder es ms tentador que el sexo y el dinero, porque vuelve a estos dos ltimos ms accesibles. Que lo digan los beneficiarios de las comisiones del Banco Rural
Cmo asegurar el rigor tico? Con la democracia interna. Lder o dirigente que no soporta la crtica, es mala seal. Pero no basta decir pueden criticarme. Es necesario crear mecanismos a travs de los cules eso se haga regularmente.
El trabajo de base es el gran desafo de la izquierda. Esta ltima adora hacer reuniones, manifiestos, mtines. Pero ir a la periferia, subir a la favela, meterse en el serto (3) ocupa el ltimo lugar! No es fcil gustar del olor del pueblo, reunirse con los pobres, aprender su lenguaje (que nos obliga a descender del egregio trampoln de nuestros conceptos acadmicos), rezar con ellos, estrechar los lazos efectivos y afectivos con quienes tiene la gracia de vivir desprovistos de la lgica maniquesta que divide a la humanidad en buenos y malos.
Elaborar un proyecto socialista no consiste slo en criticar el capitalismo. Implica autocrtica profunda de los errores cometidos en las recientes experiencias socialistas. Errores tericos, estructurales, sociales y personales. Comenzar a analizar en qu momento el PT borr de su horizonte el proyecto socialista que figuraba en sus primeros documentos.
A quien pueda interesar: buenas escuelas de tica, trabajo de base y perspectiva socialista, son el MST y las Comunidades Eclesiales de Base. (Traduccin ALAI)
– Frei Betto es escritor, autor, en asociacin con Leandro Konder, de El individuo en el socialismo (Perseu Abramo), entre otros libros.
Notas de la traduccin:
(1) Valerioduto: se refiere al esquema de corrupcin organizado por el empresario Marcos Valrio para distribuir recursos a los parlamentarios, escndalo que ha sacudido al gobierno de Lula.
(2) Tsulama: palabra portuguesa que, parafraseando al tsunami, significa una ola muy grande de inmundicia.
(3) Serto: Regin agreste, distante de las poblaciones o tierras cultivadas.
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