En la Iglesia, las fotos de los rostros jóvenes recordaron el acontecimiento. El pasado 12 de junio las noticias transmitían en todo el mundo los “sucesos de Orlando”. Unas 50 personas murieron y 53 resultaron heridas, durante la madrugada, por un arma de fuego en el club Pulse en Orlando, en el estado Florida, Estados Unidos. Este es un sitio dedicado a la comunidad gay, y esa noche más de 300 visitantes habían llegado. En diferentes lugares, despertó de inmediato la solidaridad con las víctimas del hecho y con la comunidad LGBT, en general. Desde Cuba, el pasado miércoles, diferentes voces en la Iglesia Bautista Ebenezer de Marianao hablaron de amor y se tocó música por el respeto a cada ser humano y a la diversidad.
“Esta será nuestra respuesta a la violencia: tocar música más intensamente, más bellamente y con mayor devoción que nunca”. Con su frase, Leonard Bernstein volvía a dirigir una orquesta, pues sus palabras condujeron todo el encuentro en la localidad cubana. El Reverendo Raúl Suárez dijo a los presentes que se hacía el acto para “expresar la solidaridad militante porque no queda otra camino”. Y luego, una canción de Alison Infante se adueñó del espacio. Así también se escuchó un poema, que fue leído en Orlando durante la vigilia de la comunidad de la Iglesia Metropolitana: “(…) ojalá nos besáramos más porque nos hace jóvenes, con la esperanza de que, al decir del poeta, el mundo nace cuando dos se besan”.
Se compartieron mensajes de iglesias protestantes, de la tradición luterana, metodista, que manifestaron su solidaridad con quienes sufrieron el atentado y “el rechazo ante la deshumanización”. En representación del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) de Cuba, se expresó que “cuando pensábamos que ya estábamos salvados y salvadas, se repite un hecho como este, el amor recibe de la vida palos…Salimos de Orlando quebrados, pero esto nos recuerda que hay que garantizar y entender los derechos humanos, y que todos y todas somos iguales”.
En nombre del Consejo de Iglesias de Cuba, el Reverendo Joel Ortega Dopico trajo el Salmo 109 y subrayó algunos de sus versículos que clamaban a Dios por no quedarse callado ante las calumnias llenas de odio que persiguen…”Ayúdame, así sabrán que esto viene de tu mano. No importa que me maldigan, bendíceme tú”, se pedía en el texto. Por su parte, la Comunidad Metropolita en el país destacó que no existe nada más importante que la vida y hablaron de la existencia en la memoria histórica de otros crímenes contra la diversidad sexual, los cuales, han llenado de dolor por la pérdida de vidas inocentes. Además de expresar ese sentimiento, la representante del Seminario de Teología de Matanzas, dijo: “repudiamos el odio la violencia y el fundamentalismo que quiebra las reglas de convivencia en paz”.
Joel Suárez, vocero del Centro Martin Luther King, de la Red de Educadores y Educadoras Populares, de la ecuménica Fe por Cuba, y de otros espacios organizados de la sociedad civil por los que se sintió motivado a hablar, reflexionó brevemente sobre lo que todavía falta en nuestras sociedades. Aun cuando se dan pasos como la firma del cese al fuego entre una de las insurgencias colombianas y el gobierno de aquel país, ocurren hechos como este. Ante los norteamericanos presentes, Joel dijo que todavía tienen vigencia muchas frases de Martin Luther King, como alentando a hacer ante todo lo que sigue desvirtuando la paz y la vida.
“Orlando, le acompañamos en su dolor”, expresó una voz en un español con acento inglés. La joven de la organización Acción Permanente por la Paz trasladó a quienes participaron en el acto a 1969, a los sucesos de Stonewall, que motivaron marchas, movilizaciones, la celebración del Orgullo gay. “Ellos estaban conmemorando también el orgullo gay…Diariamente muchas personas son maltratadas por su condición sexual”, apuntó, y llamó al compromiso, y a que todos y todas sean dignos de respeto, amor y justicia.
“Las víctimas de Orlando convertidos hoy en ángeles, nos recuerdan como dice un coro muy cantado, que no les toca a ellos cambiar el mundo sino a nosotras y nosotros. Todo aquello que intente justificar este crimen, venga de donde venga tiene un nombre: Homofobia y Transfobia”, dijo contundente Luis Carlos Marrero, del Centro Oscar Arnulfo Romero.
Con una homilía, el estadounidense Stan Dotson, de la Alianza de los Bautistas, llenaba de emoción: “Tenemos que reprender y denunciar, ¡sí! Tengo que gritar, tengo que denunciar, pero también tengo que arriesgar, amar, tengo que esperar por la redención y la transformación de todos los sistemas de violencia. Detrás de la denuncia y debajo del reproche, hay que amar y esperar. Porque, aunque el reproche es importante y esencial, es casi seguro que la denuncia no va a suavizar los corazones odiosos. Los gritos no van a transformar los pensamientos prejuiciosos. Solo el amor puede suavizar y transformar a las personas y romper las estructuras de odio y de abuso de poder.”
En la Iglesia, el coro de New Hampshire decía a las víctimas de Orlando: ¡Inolvidables, inolvidables! Eduardo Sosa cantaba temas de amor. Dos muchachos hacían una danza, donde se abrazaban y regalaban sin prejuicios una flor. El final fue de todos los presentes que, a viva voz, entonaron “Fuerzas Él nos da”.