Los países industrializados deben reconocer que han sobre-utilizado el espacio atmosférico a asumir y aceptar sus responsabilidades históricas y actuales por las causas y los efectos adversos del cambio climático, y para honrar su deuda climática con los países en desarrollo, con las comunidades vulnerables en sus propios países, con los hijos de nuestros hijos y todos los seres vivos en nuestro hogar común – la Madre Tierra.
El cambio climático amenaza el equilibrio de la vida en la Tierra. Los pobres han contribuido menos a las causas del cambio climático, pero son sus primeras y peores víctimas. En un mayor riesgo se encuentran los pequeños estados insulares y ecosistemas costeros, grupos vulnerables, entre los cuales están las mujeres, los niños, los ancianos, los pueblos indígenas y originarios, comunidades rurales y urbanas, los pequeños agricultores, pescadores y comunidades forestales, los jóvenes, y futuras generaciones, la biodiversidad y otros grupos.
Las causas del cambio climático son claras. Los países desarrollados se han apropiado del espacio atmosférico de la Tierra mediante la emisión de la vasta mayoría de las emisiones históricas de gases de efecto invernadero, mientras que sólo representan el 20% de la población mundial. Sus emisiones excesivas han impulsado el cambio climático, y están convirtiendo el espacio atmosférico en un recurso escaso y limitado.
Una forma de solucionar de manera justa, efectiva y científica el cambio climático es a través del cumplimiento de las deudas climáticas. Estas deben proveer una metodología para asignar y compartir responsabilidades para abordar el problema, basado en la equidad y responsabilidades comunes pero diferenciadas, establecidas en la Convención de Cambio Climático de la ONU.
El enfoque debe ser no solamente de compensación económica, sino principalmente de justicia restaurativa –es decir restituyendo la integridad a las personas y a los miembros que forman una comunidad de vida en la Tierra, los cuales se ven afectados por el cambio climático, restableciendo así el equilibrio, la armonía de la Tierra y su sistema climático.
La propuesta provee un medio por el cual todos los pueblos – y en particular los que tienen la mayor responsabilidad en causar el cambio climático y con la capacidad de corregirlo- puedan honrar sus responsabilidades históricas y actuales, comunes pero diferenciadas. Básicamente, resarcir la deuda climática significa mantenernos a salvo todos.
Como punto de partida de la justicia climática, los principales causantes del cambio climático deben asumir sus responsabilidades, en este sentido los países desarrollados deben atender su deuda climática en todas sus dimensiones, como base para una solución justa, efectiva y científica al cambio climático, por lo cual exigimos:
• El restablecimiento del espacio atmosférico que está ocupado por sus emisiones de gases de efecto invernadero y que están afectando negativamente a todos los países y pueblos. Deberán descolonizar la atmósfera mediante la reducción y eliminación de sus emisiones, para asegurar una distribución justa del espacio atmosférico entre todos los países según su población, teniendo en cuenta tanto las emisiones históricas y actuales, la necesidad de espacio adecuado para el desarrollo, y equilibrio con la Madre Tierra.
• Que cumplan las deudas que reflejan la pérdida de oportunidades de desarrollo debido a los costos y las demandas tecnológicas de vivir en un espacio atmosférico restringido; incluso en el caso de lograr las reducciones máximas posibles de emisiones y la absorción de los gases efecto invernadero por los países ricos, los países pobres se enfrentarían a retos para su desarrollo relacionados con el clima que no enfrentaron los países ricos en su proceso de desarrollo.
• Que cumplan las deudas correspondientes a los efectos adversos del cambio climático- en particular, a los cientos de millones de personas que se verán obligadas a emigrar debido a las pérdidas de vidas, inundaciones, sequías, incendios forestales, hambrunas y otros efectos adversos. Ellos deben asumir sus responsabilidades, mediante la eliminación de sus políticas restrictivas de migración y ofreciendo a los migrantes, hogares y vidas dignas en sus países.
• Que cumplan las deudas de adaptación relacionadas a los impactos del cambio climático en los países en desarrollo – incluidos los impactos sobre el agua, los bosques, la agricultura y sobre la vida de todos. Ellos deben proveer los medios necesarios para todas las personas – incluidos los pueblos indígenas, las mujeres, las comunidades rurales y otras comunidades vulnerables – para prevenir y minimizar los daños, deben asumir sus responsabilidades por los daños que surgen de sus excesivas emisiones y de la pérdida de oportunidades para las personas a “vivir bien “ en armonía con la naturaleza.
• Que cumplen estas deudas como parte de una deuda mayor con la Madre Tierra, por el deterioro creciente de la integridad, del equilibrio, para lograr la armonía entre la vida y todas las especies y elementos de nuestro planeta. Exigimos a los países a adoptar y aplicar la Declaración Universal sobre los Derechos de la Madre Tierra en las Naciones Unidas.
La responsabilidad de resarcir estas deudas climáticas corresponde a los gobiernos y Estados de los países desarrollados, que cargan con la responsabilidad colectiva de aquellos quienes tradicionalmente explotaron a los países pobres, cuyos modelos de producción y de excesivo consumismo, basados en combustibles fósiles, en ideologías de crecimiento económico ilimitado y armamentista– son las causas principales del cambio climático. Además ellos tienen la capacidad práctica y la responsabilidad moral y legal para honrar su deuda climática y restablecer el equilibrio y la armonía. Otras entidades, como corporaciones transnacionales, y especuladores financieros también cargan con la responsabilidad de compensar por los desastres que provocaron. Todos los países e individuos deben cumplir su responsabilidad de vivir en armonía con la Madre Tierra.
Para cumplir con sus responsabilidades exigimos a los países desarrollados:
• Reducir y absorber rápida y radicalmente sus emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, para garantizar una distribución equitativa del espacio atmosférico y restaurar el equilibrio con la Madre Tierra;
• Implementar estrategias de acción rápida de mitigación y de restauración del espacio atmosférico, incluyendo la reducción de emisiones de vida corta, dígase metano, ozono troposférico y carbón negro, para reducir el riesgo de pasar puntos críticos, con el riesgo de que el sistema climático del planeta entre en cambios climáticos abruptos, y potencialmente fuera de control;
• Proporcionar los medios que necesitan los países en desarrollo para facilitar respuestas globales adecuadas al cambio climático y para pagar los gastos de sus efectos adversos locales;
• Desarrollar y proporcionar las tecnologías y conocimientos apropiados y mejorar las tecnologías y capacidades locales. Además eliminar las barreras, como los derechos de propiedad intelectual;
• Proporcionar recursos financieros adicionales y sin condicionamientos que permitan la transferencia de tecnología, capacitación y adaptación en los países en desarrollo.
• Modificar sus políticas nacionales, incluidas las relativas a la migración.
• Proteger y preservar los derechos humanos, los derechos de los pueblos indígenas y originarios y los Derechos de la Madre Tierra;
• Revisar las relaciones estructurales causantes del cambio climático, modificando sus modelos de vida y desarrollo, anulando la deuda externa de forma inmediata, parando la producción de material bélico, cambiando el uso de energía fósil, por energía renovable y cambiando los sistemas financieros, económicos y sociales internacionales, que perpetúan los modelos actuales.
• Llevar a cabo todas las acciones necesarias para hacer frente a sus responsabilidades históricas y actuales de la crisis climática de manera integral.
Rechazamos al llamado “entendimiento” de Copenhague aprobado a espaldas de la conferencia, porque no aporta soluciones reales a la situación crítica existente. Con este “entendimiento” se pretende eximir el compromiso contraído en el protocolo de Kioto, poniendo en peligro la existencia de la especie humana y de la Madre Tierra.
Un esfuerzo efectivo para resolver el desafío común del cambio climático debe basarse en la equidad, la justicia social, en la ciencia y los saberes ancestrales y en los principios acordados y compromisos jurídicos. Nuestra atención debe centrarse en soluciones – en identificar las responsabilidades para tomar acciones específicas para atender el cambio climático. El éxito requerirá un esfuerzo compartido para construir un modelo de vida, que permita a las personas vivir bien y en armonía con la naturaleza.
El cumplimiento de estas responsabilidades debe ser asegurado a través de la creación de un tribunal internacional para atender la deuda y la justicia climática, y a través de esfuerzos multidisciplinarios para reunir información, analizar los impactos, y evaluar responsabilidades. Nos oponemos a la injerencia del Banco Mundial, el FMI, y otras entidades financieras internacionales. Exigimos nuevas y mejoradas instituciones, y espacios de debate que tienen que rendir cuentas ante todos los países y los pueblos.
Finalmente, nuestro viaje conjunto para restaurar la integridad de la Madre Tierra refleja la sabiduría de numerosos pueblos y generaciones que han vivido en armonía con la naturaleza. Deben protegerse los derechos de todas las personas y de todos los miembros de la comunidad de vida en el planeta. Deben salvaguardar el futuro de los que aun no han nacido. Resolver la crisis climática será posible si escuchamos con los corazones y mentes abiertas a las preocupaciones de nuestros hijos, a las lecciones de nuestros antepasados y a los gritos de nuestra Madre Tierra, y cumpliendo nuestras responsabilidades. Reconociendo y honrando las deudas climáticas es un primer paso esencial en este viaje.
Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra
Ciudad de Tiquipaya, Cochabamba, Bolivia – 22 de abril de 2010