Mensaje del movimiento ecuménico cubano al pueblo venezolano y a su nuevo presidente Nicolás Maduro.
El movimiento ecuménico cubano, integrado por 42 iglesias e instituciones cristianas –protestantes, reformadas, evangélicas, pentecostales, episcopales y ortodoxas–, además de judíos y yogas, así como otras instituciones ecuménicas como centros de estudio, de información, de servicio comunitario y seminarios teológicos; a través de muchos años, hemos estado unidos y unidas para servir en el fortalecimiento del amor, la lucha por la justicia y el establecimiento de la paz entre personas, pueblos y naciones, como respuesta al compromiso y a la comisión evangélicos. En nuestro contexto latinoamericano y caribeño, una nueva era de amor, paz y justicia requiere la integración definitiva de toda nuestra región.
El Jesús de la historia, es el Jesús de todos los tiempos: crucificado por la opresión y la pobreza, resucita en cada acto de amor, de paz y de justicia, y en cada acto de reivindicación de sus hijas e hijos, otrora olvidados y excluidos en la región. Para redimirlos, Dios levanta pueblos y profetas, que lideran una nueva era de avivamiento espiritual, de restauración del sentido y la dimensión ética de la política; reviste la fe con la esperanza, y la paz con la justicia. Así, una nueva era en Cristo ha llegado para los pobres, los pequeñitos, los débiles y los vulnerables “… y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del siglo” (SMt 28:20).
La Revolución Bolivariana es cristiana, no porque el presidente Chávez exhibía públicamente a su Cristo y confesaba su devoción por la Virgen; ni porque el presidente Maduro diga con sus labios que es cristiano, sino porque han amado a su prójimo: “Si uno dice ‘Yo amo a Dios’, y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve” (1Jn 4:20); y siempre han demostrado ser capaces de dar su vida por otros: “No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos” (SJn 15:13).
En América Latina, MERCOSUR, los países del ALBA, UNASUR, CELAC, PETROCARIBE, y el Banco del SUR y el SUCRE, son los signos concretos de que un nuevo mundo más justo y humano es posible. Son las buenas nuevas que los pobres construyen, y que han llegado para todos y todas, no solo como anuncio, sino como acciones concretas de amor eficaz: “Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido” (Apo 21:1). Es el sentido ético de las palabras de Jesús: “… yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia…” (SJn 10:10).
Después de la conmoción que produjo la desaparición física del presidente venezolano Hugo Rafael Chávez Frías, nos conforta constatar que la Revolución Bolivariana no abandona su rumbo socialista y democrático, del cual el equipo de gobierno bolivariano, liderado por el presidente constitucional Nicolás Maduro Moros, es garante; a pesar que tienen que enfrentar una oposición signada por la ideología fascista extrema, mediática y mentirosa.
La democracia no es una doctrina política, ni un medio de distribuir cuotas alternas de poder, sino un modo de vida y de convivencia respetuosos, donde se acata la voluntad mayoritaria y popular; y si es una democracia socialista, es, además, un modo de vida altamente popular y participativo, que tiene por finalidad producir la paz y el bienestar de todos y todas.
Querer revertir internamente el voto mayoritario del pueblo venezolano por medios violentos, es un acto peligroso, no tan solo para Venezuela, sino también para la región, porque pudiera incentivar los apetitos de revancha de la potencia otrora dominante en América Latina, que bien desearía reinstalarse como poder hegemónico. Por esto es importante la contribución a la democracia y a la paz desde Venezuela: en América Latina no habrá “libias” ni “sirias”, como lo dejó claramente definido la estrategia de Chávez, reflejada en el desfile cívico militar en la toma de posesión del presidente Maduro; y no es cuestión de armas, sino de la decisión inequívoca del pueblo venezolano y bolivariano de no renunciar a la justicia y a la paz; aunque el precio sea alto, como ya lo pagaron ocho hijos e hijas de la patria de Bolívar y Chávez. Todo ha sido evidente: Los que creen en la democracia, la respetan y honran; los que no creen en ella, la violan y ultrajan.
Finalmente, nuestras condolencias a las familias de los caídos por la Patria Bolivariana en los recientes actos violentos. Nuestras felicitaciones al presidente Nicolás Maduro Moros y a su equipo de trabajo, al Consejo Nacional Electoral, a las fuerzas del orden y al pueblo bolivariano, por sus ejemplares conductas de no dejarse provocar y por su contribución a la paz nacional y regional.
Para el presidente Maduro, nuestras fervientes oraciones a Dios para que le dé paciencia y discernimiento ante las tareas difíciles que implica el arte de gobernar. ¡Dios esté siempre contigo!
Por el movimiento ecuménico cubano,
Consejo de Iglesias de Cuba
P.P. Joel Ortega Dopico
Presidente