Inevitablemente, la definicin de la identidad de los cristianos pasa por la del Dios en quien pretendemos creer. Desde esta perspectiva, el conocimiento y la interpretacin de la vida del Hombre de Nazaret poseen una importancia primordial en lo que se trata de la veracidad de la fe y su eficacia histrica, incluso su impotencia aparente al pie de la cruz.
Como recuerda Juan Luis Segundo, aunque es imposible tener un acceso directo al Jess histrico, los relatos evanglicos permiten situar al Cristo socialmente (11). En efecto, en un mundo sacralizado en torno a las nociones de Templo y de poder imperial, Jess expresa una voz discordante, aquella de la predileccin de su Padre en favor de los excluidos.
Asimismo, la dimensin poltica de la vida y predicacin del Jess histrico debe ser tenida en cuenta para captar toda la riqueza del sentido revelado en las narraciones evanglicas y las interpretaciones que de ellas hicieron las primeras comunidades cristianas. La manipulacin ideolgica de la religin como medio de legitimacin de las injusticias sociales y de la opresin estructural fue igualmente denunciada por el Nazareno. l no slo choca con fuerzas demonacas presentes en la historia, sino tambin con sus mediaciones histricas encarnadas en los poderes de su tiempo.
Para Romero, esta vuelta al Jess histrico conlleva una recuperacin de su mensaje en tanto que anuncio del Reino de Dios y denuncia del Anti-reino (12) encarnado en las estructuras.
De hecho, la crucifixin viene a establecer una separacin en el corazn de la historia. La fe en Jesucristo implica una decisin tica que concierne a la opcin fundamental de cada cristiano. Si una comunidad de creyentes desea seguir su ejemplo, es obligado constatar que Jess no permanece impasible ante la injusticia y la miseria, esto es lo que constituye la vertiente conflictiva de la fe.
Mientras sta se sita en una posicin crtica frente a los dirigentes y encarnada en las estructuras y en los espritus que lo sirven, provoca una gran controversia que remueve los fundamentos del orden establecido (13). Como la religin cristiana pertenece a un crculo cerrado de representaciones sagradas del orden y del poder, recuperar el testimonio del Nazareno implica una oposicin a la negacin de los pobres y los hambrientos.
Para el prelado, la recuperacin del Jess histrico y de su contexto socio-poltico atendiendo a su opcin en favor de los pobres nos lleva a reconsiderar la figura de la Virgen latinoamericana. sta aparece a partir de ahora como una mujer del pueblo que comparte sus penas y sus esperanzas. Igual que su Hijo, Mara asume la funcin de arquetipo humano, de modelo ejemplar de la mujer de Dios, comprometida con la historia para permitir la llegada del Reino mesinico y el derrocamiento de los potentados. Ella misma conoce la marginalidad y la exclusin, subraya el arzobispo (14), dando a luz casi al borde del camino.
Romero reconoce en esta mujer la imagen de una persona comprometida con la liberacin de su pueblo que se hace colaboradora de Dios en su obra de Salvacin-Liberacin (15).
l reubica rpidamente la imagen de la Virgen del lado de los perseguidos recordando que la aparicin de la Virgen de Guadalupe se manifest a un hombre perteneciente a un grupo social pobre y menospreciado. Mara representa el ideal de una Iglesia comprometida con su pueblo, ni desencarnada, ni sumisa.
En sus Homilas ella adquiere la personalidad de aquella que sufre las angustias de su patria y que espera la venida del Liberador. Esta nueva percepcin de Mara como militante de los derechos humanos acompaa el desarrollo de la identidad feminista en Latinoamrica, en el sentido de una concepcin diferente del papel de la mujer en la familia y en la sociedad. Esta redefinicin cuestiona igualmente la imagen patriarcal transmitida en las Escrituras y en la Iglesia tradicional.
Continuando el estudio de este discurso teolgico como prctica de liberacin, Romero presenta el Cristo de la Kensis, el Dios hecho hombre, semejante al ltimo de los campesinos que frecuenta su catedral. El relato de la Navidad, en sus palabras, adquiere otra dimensin porque sita a Jess no slo en medio de los pobres, sino como el ltimo de ellos. De esta manera, restablece la dignidad humana de los ms pobres permitindoles identificarse con Cristo. Esta nueva percepcin que adquiere la divinidad en el espritu de los campesinos salvadoreos les hace volverse a valorar y les permite acceder a la comprensin del amor incondicional de Dios. l ensea que la Encarnacin del Verbo implica dos dimensiones especficas de una pedagoga y un conjunto de actitudes humanas que agradan a Dios.
Estas dimensiones se manifiestan en Jess en la relacin fraterna que logr establecer con los humildes y en la denuncia proftica que hace de los abusos de los poderosos, de forma que la Liberacin propuesta por Jesucristo pasa por un esfuerzo de humildad, de austeridad y de abnegacin como camino a la felicidad autntica de los hijos de Dios.
Este acercamiento a los ms pequeos no puede llevarse a cabo con una relacin condescendiente porque son precisamente las relaciones de igualdad las que liberan el alma humana de sus pretensiones de absoluto y de su sed de dominacin.
La Encarnacin se revela en medio de los pobres y demuestra la predileccin de Dios hacia los dbiles y hacia los que dependen unos de otros para su supervivencia. Por eso Cristo ha elegido vivir con los que eran ms susceptibles de entender su llamada de liberacin y de fraternidad. (16)
Adems, la espera del Mesas revela una situacin colectiva de opresin o de alienacin vivida por un pueblo en la historia. La desilusin que sigue al Domingo de Ramos proviene de la desproporcin de las expectativas humanas, de la falta de espritu crtico y de una miopa escatolgica que confiere a los hombres lo que es propio de Dios.
De la misma manera, si Jess no atribuye a su misin un carcter poltico, esto no significa que desprecie las reformas urgentes y necesarias que deben ser puestas en marcha en este mbito, sino ms bien que quiere abarcar la totalidad de lo real, incluyendo las condiciones polticas y econmicas. (17)
El arzobispo nos presenta un Mesas que se identifica completamente con los sufrimientos de los salvadoreos. De este modo, reconoce al pueblo que camina a travs de la historia con su cruz al hombro, que soporta las penurias de la existencia y que se percibe a s mismo crucificado por los poderes de la injusticia y de la represin. En la cruz aparece expresada la suerte reservada a los no-ciudadanos del imperio, aquellos a quienes se niega la libertad de expresin y el derecho a la vida.
Para Romero, la crucifixin sita al ser humano ante la opcin fundamental de la existencia: en la Historia de la Salvacin-Liberacin que nos toca vivir, estamos a favor de las vctimas o de los verdugos (18)? En la cruz, Jess establece un criterio irrevocable de justicia en el corazn de la historia. Instaura un nuevo ethos que quiere estar al servicio de los otros en el ejercicio del poder. Desde ahora, las vctimas inocentes encuentran en l amparo y consuelo, convencidos de su participacin en su victoria sobre la muerte.
La dimensin trgica de la historia retoma as su carcter escatolgico que confiere a cada uno la responsabilidad de ser generador de vida o de muerte. Para la teologa de la liberacin, la cruz representa en su expresin histrica la afirmacin de la fidelidad a Dios asumida como espritu de solidaridad con las vctimas.
Por ello, la fe no debe estar separada de la poltica como preocupacin comn de la conducta de un pueblo. Una fe privatizada, subraya, aparece mutilada de su sustancia y de su verdadero poder de renovacin del mundo. Querer disociar la vida y la muerte del Hombre de Nazaret de su contexto poltico, es privarle de toda su carga proftica (19).
La Resurreccin, en tanto que intervencin divina inesperada viene a confirmar la verdad y el origen del mensaje anunciado por Jesucristo. El sepulcro vaco nos deja un eterno cuestionamiento, pero tambin significa igualmente un motivo de esperanza para todos los oprimidos de este mundo.
El Dios de la Vida se ha manifestado y ha tomado partido en su favor. Lo importante para Romero es que lleguemos a captar el sentido liberador contenido en la Resurreccin comprendida como rechazo divino de la injusticia y del mal infligido al inocente.
Sin embargo, frente al entusiasmo extraordinario que suscita esta victoria definitiva sobre la muerte, no se debe olvidar su principal significacin como confirmacin de la presencia del Reino de Dios en la historia. En consecuencia, la Salvacin no debe de ningn modo convertirse en una huida del mundo y de sus desafos, sino al contrario, la Resurreccin abre las puertas a la esperanza de los que luchan por el advenimiento de un mundo mejor (20)
El anuncio de la Buena Noticia, el esfuerzo multiplicador del trabajo de evangelizacin, siguen siendo una exigencia de la fe. Para Romero, el compromiso pastoral corresponde a una prctica de liberacin que persigue resucitar a las vctimas abandonadas al borde del camino. Esta prctica sigue siendo conflictiva puesto que los que son sacrificados tienen su razn de ser (sirven para perpetuar las relaciones de dominacin), pero eso ser la prueba de que algo nuevo est naciendo y de que el Reino de Dios se acerca. (21)
Notas: (11) Ver Juan Luis Segundo. A historia perdida y recuperada de Jess de Nazaret. Dos Sinticos a Paulo, Sao Paulo, Ediiones Paulus, 1997, 672 p. (12) Ver la Homila de 20 de noviembre de 1977. En: Mons. scar Romero. Su pensamiento, t.I-II, p. 333. (13) Ver la Homila de 19 de marzo de 1978, en bid., t. IV, p. 76-77. (14) Ver la Homila de 23 de diciembre de 1979, en bid., t. VIII, p.67. (15) Ver la Homila de 1 de enero de 1978, en bid., t. III, p. 122. (16) Ver bid. (17) Ver la Homila de 2 de septiembre de 1979, en bid., t. VII, p. 219; y la de 16 de septiembre de 1979, en bid., t. VII, p. 260. (18) Ver la Homila de 19 de marzo de 1978, en bid., t. IV, p. 81-82. (19) Ver la Homila de 9 de septiembre de 1979, en bid., t. VII, p. 326. (20) Ver la Homila de 19 de junio de 1977, en bid., t. I-II, p. 99. (21) Ver la Homila de 16 de abril de 1978, en bid., t. IV, p. 162.
- Tomado de Adital ** Ponencia presentada en la Semana de Teologa de la UCA, El Salvador.