De ahí que en esta noche, recordando lo que motivó los grandes sermones en la llamada conquista, en el año 1511, 21 de diciembre de 1511. Cuando en la celebración de una actividad litúrgica de la iglesia que no fue el día de pentecostés, la comunidad dominica en La Española escogieron a fray Antonio Montesino para que él fuera a nombre de la comunidad el que trajera la palabra de Dios. Y se pusieron de acuerdo y escogieron como texto bíblico-lema, aquella pregunta que contestó Juan el Bautista cuando le preguntaron ¿y tú quién eres?
Como pensaban que él era atrevido para la clase dominante de la época, eligieron la pregunta y él dijo: “yo soy una voz, una voz que clama en el desierto”. Y ese fue el texto que usó Antonio Montesino y en una concurrencia donde estaban cientos de encomenderos españoles a quienes en una unión de iglesia y estado habían creado esta institución que le condecía a los colonizadores la oportunidad de tener cientos, algunos de los indios, otros menos, para que ellos alejados de su comunidad, prácticamente como esclavos, trabajaran día y noche para extraer el oro que los enriquecía y era tanta la sed y hambre del oro que murieron miles y miles de personas no sólo por el trabajo y las enfermedades, sino que en el afán de arrancarles más horas de trabajo morían y eran asesinados.
Y con una concurrencia de opresores, de explotadores, de hombres crueles; allí estaba Diego Colón, el hijo del almirante Cristóbal Colón, virrey de la Indias, pero estaba allí también un sacerdote, clérigo para que lo acompañara a través de la colonización, creación de algunas de las villas y también para conseguir de él que le justificara todo su proyecto. Diego Velázquez y Diego de Colón se combinaron para darle a este clérigo llamado Bartolomé de las Casas, cientos de indios y él también se convirtió en uno más de los que esclavizaban, de los que arrancaban la vida a los indios para enriquecerse. Esa era la concurrencia que estaba allí delante de fray Montesino y por acuerdo de la comunidad él subió a un lugar cimero del templo y les dio este mensaje:
“Para daros a conocer estas verdades me he subido aquí yo, que soy la voz de Cristo en el desierto de esta isla. Y, por tanto, conviene que con atención no cualquiera, sino con todo vuestro corazón y con todos vuestros sentidos, la oigáis; la cual voz os será la más nueva que nunca oísteis, la más áspera y dura y espantable y peligrosa que jamás no pensasteis oír.
“Esta voz os dice que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes.
“Decid, decía Montesino mirándoles las caras: ¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes, que estaban en sus tierras mansas y pacíficas donde tan infinitas de ellas, con muerte y estragos nunca oídos habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades en que, de los excesivos trabajos que les dais, incurren y se os mueren y, por mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día? Y ¿qué cuidado tenéis de quien los adoctrine y que conozcan a su Dios y creador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos?
“¿Éstos no son seres humanos? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tened por cierto que en el estado en que estáis no os podéis más salvar que los que carecen y no quieren la fe de Jesucristo”. (Fr. Antón de Montesino O.P. 21 de diciembre de 1511).
¿Cómo reaccionó Diego Colón? Al otro día fue a la comunidad de los dominicos para decirles que eran unos ingratos y malagradecidos con el rey y con la iglesia que les había dado a estos seres humanos, a los indios, para que ellos pudieran enriquecerse. Entonces les planteó esto: el próximo domingo, el mismo fraile, que predicó estas palabras llenas de ingratitud y tan duras para nosotros, tiene que volver y decir todo lo contrario. Así hablo Diego Colón. La gente de aquella comunidad entonces le dijo: No es el fraile, toda la comunidad le pedimos que dijera la verdad evangélica la cual él predicó.
¿Cómo reaccionó Antonio Montesino? El próximo domingo llegó y repitió el mismo sermón y agregó otras cosas y le negó la santa cena, la eucaristía, la comunión, prácticamente excomulgó a todos ellos, incluyendo al sacerdote que simplificaba e impulsaba aquella acción y les dijo: ustedes están en estado de pecado mortal y por lo tanto no pueden conmemorar ni tomar, de acuerdo a la tradición católica, el cuerpo y la sangre de Cristo y los excomulgó a todos.
¿Cómo reaccionó el fraile que estaba allí que era encomendero también? Siguió bajo las órdenes de Diego Velázquez, siguió como comendero pero ahora como dice Fernando Ortiz en un artículo “con la conciencia herida” por las palabras de fray Antonio Montesino.
Pero todavía era un rayito de luz que había llegado a él. El otro rayo de luz lo vio aquí, en Arimao, donde él vio la matanza, dice él, en la historia de la destitución de las Indias él vio como en aquellas comunidades aproximadamente 7 mil niños y niñas murieron por falta de alimentos, porque no le curaban sus enfermedades, que ellos habían traído y ahí a la conciencia herida por Montesino se añadió la evangelización de los pobres; porque son los pobres los que evangelizan a veces a la misma iglesia y también a aquellos que hayan sido ordenados. Son los pueblos los que convirtieron a Oscar Arnulfo Romero, de un pequeño burgués que justificaba los gobiernos aristocráticos en El Salvador en profeta y pagó con su vida.
Esa matanza de indios en Arimao fue otro rayo de luz que entró. Pero todavía no bastaba esto, la luz llegó paulatinamente y se encontró con una experiencia que lo cuestionó tanto, le habló tanto que la escribió y de esta manera llega a la historia de Cuba y la historia de nuestra América, un profeta, que no era un profeta de la iglesia. Y desde que él oyó a Montesino hasta esta experiencia habían pasado prácticamente tres años. Un día, entre aquellos tres años, presenció una fiesta de toda una noche que los indios cubanos llamaban areito. Fue iniciada por un personaje, que sin ser evangelizado a la manera de aquella rara evangelización; cautiva su atención y lo hace reflexionar. Era un indio rebelde, que huyendo de La Española, llega a las costas cubanas.
Según el relato de Las Casas, se llamaba Hatuey, y los indios de aquel lugar le preguntan al indio Hatuey, por qué estos llamados cristianos los agredían tan sin piedad, por qué nos asesinan, matan a nuestros vecinos, a nuestros hermanos, a nuestros padres y a nuestras madres, por qué… Les contestó enseñándole diríamos hoy, en una cestillas hecha de yaguas, que estaba hasta la mitad llena de oro, por esto, este es el Dios de ellos, este es el señor que ellos adoran, por esto nos matan.
Voy a leer lo que él les dijo: “Veis aquí su Señor a quien sirven y quieren mucho y por lo que andan. Por haber este Señor nos angustian y por este nos persiguen, por este nos han muerto nuestros padres y hermanos, toda nuestra gente y nuestros vecinos y de todos nuestros bienes nos han privado, por este nos buscan y nos maltratan… Por esto hagámosle aquí fiesta”. Y terminado este litúrgico areito, el agregó según Las Casas: “No guardemos a este Señor, el mamón, el Dios oro, de los cristianos en ninguna parte, porque aunque lo tengamos en nuestras tripas nos lo han de sacar, por eso echémosle al río, debajo del agua, y no sabrán dónde está. Y así lo hicieron. Y comenzó el baile. Dice entonces Fernando Ortiz: “De nada les valió, el Dios del oro es inexorable y Hatuey fue mártir de su “filosofía” a la cual consagró con su heroísmo, cuando en la hoguera se negó a hacerse cristiano para no volverse a reunir con sus opresores en el cielo que le prometían”. Viva nuestro indio Hatuey, profeta y profeta secular, profeta del pueblo que le habla a la iglesia y le dice: “ustedes también, iglesia, tienen que pedir perdón por lo que han hecho a nuestros pueblos”.
Sin embargo, esta experiencia con Hatuey no fue todavía, no apareció la luz en toda su plenitud, todavía faltaba la luz final. Entonces aquí, en esta ciudad, buscando el texto bíblico para su sermón en el día de la Asunción de la Virgen, el 15 de agosto de 1514, se encuentra con el Eclesiástico, libro que está en las biblias católicas y que para los protestantes de mi época cuando entré a la iglesia eran libros apócrifos, falsos, era la idea que a mí me enseñaron. ¿Qué cosa es apócrifo?, me decían, que son falsos. Hoy se usa una palabra más suave, son los deuterocanónicos. Pero nos olvidamos que el Espíritu Santo es el que hace que un acontecimiento, una persona y aun la letra escrita hace, conduce, contiene y la hace Palabra de Dios y el Espíritu que no hay quien lo pueda arrinconar dentro de los moldes sectarios, doctrinales, es como el viento que sopla va y vienen y nadie sabe de dónde viene, ni a dónde va, porque es soberano, es libre y actúa y ahí se metió el Espíritu Santo en el texto de eclesiástico 34:18-22: “Quién quita el pan ganado con el sudor es como el que mata a sus prójimos, quien derrama sangre humana y quién defrauda al jornalero, hermanos son, la vida de los pobres es el pan que necesitan, aquel que lo defrauda es hombre sanguinario, el que a Dios ofrece sacrificios tomados de la hacienda de los pobres, es como el que degüella a un hijo delante de su padre, en fin, “el Altísimo no recibe las ofrendas del impío, ni mira a los sacrificios que le ofrecen los malos porque mancillada es la oblación que se hace de lo injusto”.
Entonces, entró la luz plena en Bartolomé de las Casas. ¿Cómo interpretó José Martí esta experiencias en La edad de oro, que dedica varias páginas a Bartolomé de las Casas?; solo una expresión dice Martí: “Entonces empezó su medio siglo de pelea, para que los indios no fuesen esclavos; de pelea en las Américas; de pelea en Madrid; de pelea con el rey mismo, de pelea contra España toda, él solo, de pelea”.
Debo concluir, pero decir que es lo que significa para nosotros todo esto. ¿Qué desafíos le plantea a la dirección política que está aquí esta noche y agradezco a través del Secretario del Partido en el territorio espirituano? ¿Qué le plantea a la dirección política, a la dirección del gobierno, a las iglesias y por ende, a la iglesia cubana hoy?
A 500 años del compromiso encarnado y comprometido de Fray Bartolomé de las Casas y la acción del Espíritu Santo en él, en esta tierra espirituana, qué desafíos debemos enfrentar:
Primero: Profundizar en nuestras Iglesia el estudio bíblico y teológico de la acción del Espíritu Santo en la historia de la salvación.
Segundo: Tomar en serio la importancia de la esencia para un proyecto de sociedad cada vez más justo y humano, la recuperación de la memoria histórica, y muy especialmente, en nuestras Iglesias, la Historia del Cristianismo y del Pensamiento Cristiano.
El pueblo que pierde su memoria histórica lo ha perdido todo. La iglesia que no conoce su historia lo ha perdido todo. Por eso cometemos tantos errores que dañan la imagen del Evangelio de Jesucristo.
Tercero: Preguntarnos ante la presencia de Dios y de nuestro pueblo, ¿qué significa ser Iglesia de Jesucristo en este momento que vive el pueblo de Cuba? ¿Qué significa ser Iglesia de Jesucristo frente al futuro del proyecto país qué tendremos?
La iglesia no puede vivir solo dentro de paredes eclesiásticas, la iglesia debe preocuparse por el futuro de nuestro pueblo. Qué proyecto país vamos a tener en el futuro y entonces echar nuestra suerte. Justo y humano y voy a añadir anticapitalista, martiano y cristiano. Esta debe ser nuestra angustia y nuestra preocupación y no pensar tanto en viajes y sobre todo, no hacia el sur y hacia el norte. Preguntarnos qué significa ser iglesia del pueblo de Dios en estos momentos que estamos viviendo. Pero debo decir algo más: Reflexionar seriamente sobre lo que considero el pecado que más daño le ha hecho a la Iglesia de Jesucristo en toda su historia, y después de haber enseñado Historia de la Iglesia por treinta años, la estoy leyendo de nuevo para decir lo que voy a decir ahora con toda autoridad y con base histórica. ¿Cuál es el pecado que más ha dañado a la iglesia de Jesucristo? La unión de la iglesia con el Estado. ¿Porque ha dañado al Estado?, porque el Estado asume funciones que no le pertenecen y además se siente justificado, se siente legitimado para extender su poderío, sus imperios a la luz de la historia. Se siente justificado porque la iglesia le dice que Dios está con él, entonces la unión de la iglesia con el Estado daña al Estado porque acomete funciones y usa el nombre de Dios en lo que no debe usarlo.
Pero también ha dañado a la iglesia, porque al asumir funciones y prebendas del Estado, ha tergiversado la comprensión del poder del Reino de Dios y su justicia; porque el poder no es hegemonía, ni influencia; muchísimo menos cuando se ejerce en el atropello de la dignidad de hombres y mujeres creados y creadas a imagen y semejanza de Dios. El poder de Cristo no era este, el poder de la iglesia primera, que era la iglesia bajo la sombra de la cruz y no bajo la sombra del trono. Aquella iglesia podía decirle a un hombre herido de su pueblo: “no tengo plata ni oro pero lo que tengo te doy, en el nombre de Jesucristo, levántate y anda”.
Hoy no son muchas iglesias las que pueden decir estas palabras: “no tengo plata ni oro”. Por eso es que tampoco tienen el poder para decir “levántate y anda” al pueblo con sus dolencias, enfermedades como Jesús hacía. ¿Cuál es el poder entonces de Jesús?, es el poder que viene a través de la cruz y de la resurrección y el consagrar la vida por los demás y esto no lo podemos confundir.
Quisiera terminar porque hay dos personas que las iglesias de hoy no conocen; porque no los enseñamos, porque no recuperamos la memoria histórica. Uno era un fiel católico de este país y el otro era un fiel protestante. Ambos eran orgullosos de ser cubanos, promovían la cubanía en nuestras iglesias y la espiritualidad martiana y para ellos no había contradicciones en la espiritualidad martiana y la espiritualidad cristiana. Me refiero a Cintio Vitier y Rafael Cepeda, hermano presbiteriano y el otro hermano y amigo católico. Escuchemos al hermano Cintio al considerar todo esto, el Padre de las Casas, de Montesino, de los horrores de la colonización de esta tierra cubana, él concluye diciendo: “Como bien afirman Gustavo Gutiérrez y Enrique Dussel (Las Casas) fue el fundador de la Teología de la Liberación. A partir de él y de sus compañeros de cruzada religiosa, ética y política en el siglo XVI (posteriormente se unieron muchas mujeres), se empezó a trazar una línea divisoria, cada vez más evidente y dramática hasta nuestros días, entre la religión oficial de los vencedores y la fe potencialmente liberadora de los vencidos, semilla secreta, esta última de la única evangelización que nos interesa, y única esperanza de paz para unos y otros.” (P. 328, Bartolomé de las Casas y los cubanos).
Deseo la bendición de Dios para esta provincia. Construyan una sociedad donde la dedicación cotidiana es en el espacio de cada quien a favor de “la Vida, y vida abundante de nuestro pueblo”. Honren el nombre de esta provincia: Espíritu Santo”.
Predicado el domingo de Pentecostés, 8 de junio del año 2014, en la Iglesia Presbiteriana Reformada de Sancti Spíritus”
Rev Raúl Suárez Ramos, director del Centro Memorial Martin Luther King Jr.
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