Inicio Cuba El tema racial. Un balance necesario

El tema racial. Un balance necesario

Esteban Morales

Cuba ya no es una nación racista como lo fue antes de 1959.

Pero 500 años de colonialismo no se borran en 58 años de revolución, por muy radical que esta haya podido ser, y que lo ha sido. Máxime también, si los errores, voluntarios e involuntarios cometidos en el tratamiento del tema, son innegables porque han sido reales.

¿Cuáles han sido esos errores? A mi modesto entender entre los más importantes, los siguientes:

Solo Fidel Castro, desde el propio año de 1959, comenzó a tratar el tema, especialmente cuando en marzo de 1959, en varias oportunidades, habló fuertemente sobre el mismo. Volviéndolo a tratar en la Iglesia de Harlem, Nueva York, Estados Unidos, años más tarde, cuando mencionó nuestro idealismo de considerar que el asunto se solucionaría rápidamente y lanzando el concepto de “discriminación objetiva”.

El comandante Ernesto Guevara muy tempranamente lo mencionó en la Universidad de Las Villas.

El comandante Raúl Castro lo trató en una reunión del Buró Provincial del Partido en Santiago de Cuba, celebrada en 1986. Posteriormente lo volvió a tratar en el reciente Congreso de la UJC. Hablando del mismo como una vergüenza a más de 50 años de revolución.

Pero el tema, en realidad, nunca ha sido objeto de un tratamiento sistemático en el discurso político de la revolución, como debió haber sido durante todos estos años.

Tampoco debió haber sido víctima del idealismo y el voluntarismo político que lo proclamaron como un problema resuelto en 1962.

Por eso el tema racial, por más de 40 años debió sobrevivir dentro de la encrucijada formada por las circunstancias siguientes:

Al declarar el tema como resuelto en 1962, eso lo anuló para su estudio científico, debate o reclamación alguna.

Los tempranos ataques de la contrarrevolución crearon un ambiente político interno en Cuba en el que no había espacio para debatir sobre un tema que nos podía dividir. Porque no es de negar, que se trata de un tema de mucho cuidado, dado el potencial componente de división social que encierra.

La política social de la revolución, aunque enfocada en la pobreza, fue suficiente para que todos los pobres, blancos, negros y mestizos, sintieran que sus vidas mejoraban de manera sensible. Dándole a los negros en particular la seguridad y la confianza de que la revolución no los abandonaría.

Hoy, al cerrar 58 años del triunfo de la revolución, hemos avanzado considerablemente en el tratamiento del tema racial, pero aun de manera insuficiente.

Solo 58 años después de triunfo de la revolución, una mujer negra, por primera vez, asoma su rostro en el Noticiero Nacional de Televisión. Y me pregunto, ¿es eso un logro? Sin dudas que lo es; pero es también una vergüenza. Que hayamos tenido que esperar 58 años de una revolución radical, para que apareciera un rostro negro, dentro de un papel estelar, en nuestra televisión nacional.

Pero algunos errores aún no se superan. Estamos trabajando en ellos, pero no pueden ser dados aun como solucionados. Entre ellos:

Aunque nos reconocemos como una sociedad mestiza; aun ese mestizaje se bate con los lastres de una “hegemonía blanca” que no acaba de abandonar su espacio. Observándose a cada paso los mecanismos a través de los cuales pretende perpetuarse. En los medios, la prensa escrita en particular, el ballet, las universidades, la actividad privada, el turismo, los altos cargos en el estado, ciertas áreas de la cultura, la calidad del empleo, etc.

Cuando hablamos de hegemonía, hay que tomar en consideración de que esta existe porque se ejerce con el consentimiento de los hegemonizados. Y es real, la necesidad de elevar la autoestima de los negros, a veces la tendencia a destacarse por lo negativo, la necesidad de equilibrar su participación en algunos sectores de la vida social y económica, su cierta invisibilizacion en los medios, etc. Obligan a considerar este asunto como un problema aun no resuelto.

En nuestras Instituciones de Escuela Primaria aún no se menciona el color. Dejando que sean la calle y la familia, los que lo mencionen, prejuiciadamente, tomándonos la delantera en la formación educacional de nuestros niños y jóvenes. La que debe ser una educación antirracista.

Las costumbres, la fraseología popular, el blanqueamiento, aun presentan una fuerte dosis de tendencia hacia lo “blanco”, que también se manifiesta en la educación, faltando una formación hacia la riqueza policromática de nuestra cultura. Que se manifiesta en lo poco que estudiamos África, Asia y Medio Oriente. Raíces de nuestra cultura. Y ni pensar que algún día podamos tener también un interés por el estudio de las lenguas africanas.

Aún en casi ninguna de nuestras universidades el tema de las Relaciones Raciales es objeto de tratamiento académico y científico. Trayendo como resultado una sociedad multicolor que no se estudia así misma. Por tanto, que no asume su identidad integralmente.

Nuestra prensa escrita apenas refleja nada que tenga que ver con el tema racial. De los miles de artículos que se publican sobre nuestra vida social, económica y política, apenas es posible recordar uno o dos sobre el tema racial, en varios años transcurridos.

Nuestra televisión, en lo que más hemos avanzado, aun no existen suficientes productos que eduquen a nuestra gente en el tema racial. Solo recientemente han comenzado a aparecer algunos de esos temas, particularmente en Cuba Visión Internacional y el canal Clave. Los cuales solo podrían ser vistos con la llamada cajita que solo una parte de la población tiene.

Por lo que vivimos todavía dentro de un ambiente social en el que hablar del tema, continúa siendo objeto de disgusto, no pocas veces de desaprobación y descontento.

Aun se observa una preocupante ignorancia sobre el tema, en nuestros medios en general. Por lo que su tratamiento es preferentemente superficial y prejuiciado. De lo cual, las Mesas Redondas celebradas, son un ejemplo.

Dentro de la sociedad civil cubana, ha venido lográndose paulatinamente un proceso de agrupamiento para el estudio y tratamiento del tema racial. Tales como los proyectos comunitarios, asociaciones culturales que tratan el tema, pero sin que ello tenga un reconocimiento gubernamental explícito, sino que más bien subsistiendo dentro de un cierto rango de tolerancia y permisibilidad oficial.

En realidad pienso no se justifica que a nivel estatal o gubernamental no exista todavía un departamento, instituto, o sección parlamentaria, que atienda el tema racial en nuestro país. Observándose una seria preocupación gubernamental por su atención, pero que no adopta expresión oficial en las estructuras que dirigen a la sociedad cubana. Produciéndose cierta discriminación, cuando en lo que al tema racial se refiere, comparado con la atención que se brinda a la mujer, la cuestión religiosa, la homosexualidad y la homofobia, etc.

Nuestro sistema estadístico nacional prácticamente ignora la necesidad de colorear nuestras variables demográficas y sus expresiones económicas, sociales, culturales y políticas. De modo que los censos no reflejan fielmente las características que distinguen a los miembros de la sociedad cubana. Con el consiguiente resultado negativo para las investigaciones sociales y la dirección científica de la sociedad. Lo que trae como resultado, que asumirnos como pueblo, que sería uno de los objetivos más importantes de nuestra educación, no tiene lugar aun dentro de ella. La sociedad es en primer lugar, el pueblo que la forma.

Relativamente reciente se ha comenzado una revisión a fondo de nuestros programas y libros de historia, para dar espacio merecido en los mismos al tema de la presencia negra y mestiza en la formación de nuestra nación, su cultura e historia.

El tema racial no ha formado nunca parte de la agenda de ninguna de las organizaciones políticas, de masas y sindicales. Por lo que desconocemos todavía cual sería la reacción que provocaría su discusión masiva. Aunque si es posible percibir el descontento que provoca su no discusión.

No obstante todo lo expresado, se va ganando conciencia de la necesidad de no prolongar más la discusión del tema; sacándolo del enclaustramiento intelectual y político en que se encuentra; pero existe también mucho temor por las divisiones que ello pudiera provocar. Cuando creemos que el componente de división ya avanza, como resultado de que muchas personas, negras en particular, no dejan de expresar su disgusto ante una situación que se arrastra por siglos y aun no se asume una actitud práctica radical para que la gente comience a sentir que de verdad el problema se está resolviendo. Siendo el tema racial, lamentablemente, al que con menos radicalidad se ha enfrentado la revolución cubana. Habiéndolo asumido, pero con cortapisas, temor, desconfianza e ignorancia, etc.

¿Dónde podría estar la explicación, de que hayamos logrado ser eficientes y hasta no poco exitosos en el tratamiento del tema de la mujer en particular, las religiones, el anciano y el niño; algo de lo logrado en el tema del homosexualismo y la homofobia, dentro de una sociedad todavía profundamente machista, pero que no hayamos logrado avanzar lo suficiente en el tema racial?

Creo que lo anterior es resultado, de que ninguno de nuestros problemas sociales está tan traspasado por los asuntos de clase, los prejuicios que dejó la esclavitud, los intereses contrapuestos, las imperfecciones de la construcción de nuestro modelo social y el neocolonialismo, aun subyacente, como lo está el tema racial.

Razón por la cual, aunque no los hayamos solucionado aun, en todos los temas sociales mencionados, hemos avanzado, pero solo en el racial hemos tendido en ocasiones a retroceder. Observándose en el mismo marcadores históricos que nos han llevado desde su comportamiento antes de 1959, a la radicalidad de su planteamiento por Fidel en los años 60, el idealismo y voluntarismo de los años 70 y 80, hasta su necesaria reconsideración, a partir de los años 90. Momento este último, dentro del cual, parece haberse asentado ya una conciencia relativamente fuerte de que el tema no puede volver a ser abandonado.

Lo anterior me es posible observarlo con mucha claridad, cuando me percato de las diferencias de opiniones que crean mis artículos. Dado que algunos los consideran como excesivamente radicales; mientras otros creen que están en la línea correcta. Por lo cual, consigo conocer que me muevo en una frontera en la que es necesario andar con mucha cautela para no hacer daño. Observando siempre, a fondo, con detenimiento y honestamente la realidad, para lograr ser lo más objetivo posible.

Cuando me siento en ese punto mencionado más arriba, nada me detiene respecto a lo que debo decir o escribir.

No es posible tampoco dejar de observar la realidad de que el tema racial no se encuentra para nada al margen de la guerra cultural que ya Estados Unidos libra contra nosotros. Habiéndonos referido a este asunto en múltiples ocasiones.

Es que precisamente por lo explicado en este artículo, que el tema racial sea tal vez, entre nuestros temas sociales, el de mayor sensibilidad política. Dado que el mismo abarca, desde la identidad y la condición social del individuo, pasando por su reconocimiento, hasta llegar a la oportunidad económica, especialmente el empleo, del cual depende su nivel de vida.

Por eso es tan sensible el asunto de la fuerza laboral en el turismo, dentro del cual, sin dudas, los negros no ocupan una posición ventajosa. O es tan sensible el tema de su presencia en los medios, en particular dentro de la televisión, o dentro del ballet, este último tan cuestionado, hasta hace muy poco tiempo, por la casi no presencia de negros.

Sin dudas, el tema racial ha avanzado considerablemente dentro de la sociedad cubana. Desde donde antes apenas se podía hablar del mismo, era ignorado y reprimido, social y administrativamente. Aunque todavía, en cualquier lugar de nuestra geografía sería posible toparnos con la existencia de los tres problemas. Pero tratándose entonces de situaciones que ya se baten en retirada.

No obstante, si en algo es posible retroceder, es en este tema, respecto al cual se muestra todavía un nada despreciable nivel de rechazo a su tratamiento. En todos los sectores y niveles de la sociedad cubana. Tanto del gobierno, como del estado y la sociedad civil, las organizaciones políticas y de masas y sectores de la sociedad cubana, de todos los colores.

No debemos hacernos ilusiones con que todas las puertas se abren para mirar hacia el tema. Hoy se abren muchísimas más, pero aun otras permanecen cerradas. Idealismos con este tema, más nunca.

27-⁠12-⁠2017
Publicado el diciembre 28, 2017 por Dialogar, dialogar

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