La situación económica cubana es crítica, agravada por factores externos: crisis económica mundial, que redujo las fuentes de financiamiento externo; reducción del ingreso por exportaciones en un 15%; recrudecimiento del bloqueo económico impuesto por la Casa Blanca. Ahora el principal “producto” de exportación de Cuba es la prestación de servicios, especialmente en el área de la salud.
Los factores climáticos también influyen en el deterioro de la economía: 16 huracanes, entre 1998 y 2008, causaron daños por valor de US$ 10 mil millones (la mitad del PIB), y fueron considerables las pérdidas debido a sequías en los años 2003, 2005, 2009 y 2010.
Súmese a ello la deuda externa, la baja productividad laboral, la descapitalización de la base productiva y de la infraestructura, el envejecimiento poblacional, agravado por el reducido índice de natalidad.
Como salida a la crisis, el documento propone el fin de la cartilla de abastecimiento, cuyos productos son subsidiados, compensado por un aumento salarial; cultivar tierras ociosas (la ociosidad alcanza al 50% de las tierras cultivables); reestructurar el sistema de empleo, de modo que se reduzca el paternalismo estatal y se amplíe el abanico de iniciativas no estatales; aplicar una política salarial más rigurosa, eliminando los subsidios personales excesivos.
Se prevé igualmente disminuir la dependencia de productos importados y diversificar las exportaciones de bienes y servicios; buscar nuevas fuentes de financiamiento para recapitalizar el sistema productivo del país; abrirse al capital extranjero; y eliminar la doble moneda. Hoy los cubanos disponen de pesos y los turistas del CUC o peso convertible. Con 24 pesos se adquiere 1 CUC, a razón de US$ 1.25.
A pesar de las dificultades, el Estado asegura a los 11 millones de cubanos los tres derechos fundamentales: alimentación, salud y educación. Cuba no tiene intención de volver al capitalismo. El documento enfatiza que “sólo el socialismo es capaz de vencer las dificultades y preservar las conquistas de la Revolución, pues la actualización del modelo económico basculará sobre la planificación y no sobre el mercado”.
Cuba es una nación que destaca por la solidaridad internacional. Desde 1961 al 2009 se graduaron en la isla, gratuitamente, 55.188 jóvenes de 35 países, de los cuales 31.528 de nivel universitario. Hoy hay 29.894 becados extranjeros en diferentes especialidades, 8.283 de ellos estudiando en la Escuela Latinoamericana de Medicina (inclusive centenares de brasileños, que todavía no lograron ver convalidados sus títulos en nuestro país).
Prestan servicio, en 25 países, 1.082 educadores cubanos. El método de alfabetización Yo sí puedo ya capacitó para la lectura a 4.900.967 adultos de 28 países y erradicó el analfabetismo en Venezuela, Nicaragua y Bolivia. (Inclusivo enseñó a leer a Tiririca).
En el área de salud Cuba trabaja en 78 países, con 37.667 colaboradores, de los cuales 16.421 son médicos. La Operación Milagro, iniciada en el 2004, ha atendido gratuitamente, en casi toda la América Latina, cerca de 2 millones de pacientes con problemas oftalmológicos, como cataratas.
¿Seguirá Cuba el camino del modelo chino? En su discurso en la Central de Trabajadores de Cuba, en noviembre, Raúl Castro afirmó: “No estamos copiando a ningún país”. Dejó claro que se busca un camino “autónomo, ajustado a nuestras características, sin renunciar en lo más mínimo a la construcción del socialismo”.
Cuba está convencida de que la estatificación completa de la economía es inviable. De ahí la propuesta de mantener empresas estatales al lado de otras de capital mixto, así como modalidades diversas de iniciativas no estatales, como cooperativas, tierras arrendadas y prestación de servicios por cuenta propia.
Para evitar la corrupción en contratos con el exterior, Cuba aplicará este princípio: quien decide no negocia, y quien negocia no decide.
Con las futuras reformas más de un millón de cubanos deberán perder sus empleos en la estructura estatal. Con lo que a la Revolución se le plantea un doble desafío: la recalificación profesional de los desempleados, a fin de evitar la ilegalidad, el narcotráfico y la economía paralela, y el incremento de la emulación ideológica, en especial de los jóvenes, a fin de evitar que la Revolución se convierta en un hecho del pasado y mantener el predominio de los valores subjetivos sobre la mercantilización de las costumbres imbuida por el neoliberalismo.
Entre huracanes y sabotajes, la Revolución cubana resiste desde hace 53 años. Su mérito mayor es el de asegurar condiciones dignas de vida a 11 millones de habitantes de la isla y no medir esfuerzos en la solidaridad con los pueblos más pobres del mundo.
Las reformas anunciadas significan una mayor democratización del socialismo. El Estado deja de ser el gran proveedor para convertirse en el principal orientador del desarrollo. Y convoca a los ciudadanos a ser los protagonistas de un socialismo con el rostro del siglo XXI. (Traducción de J.L.Burguet)
– por: Frei Betto, escritor, autor de “Cartas desde la cárcel”, entre otros libros.